Guanajuato y la Constitución de 1917
Por: Luis Felipe Rodríguez.
El 5 de febrero fue promulgada la constitución de 1917 Política de los
Estados Unidos Mexicanos, por el Jefe del Ejército Constitucionalista
Venustiano Carranza, para culminar así el movimiento revolucionario de 1910.
Este documento ha sido adecuado a las circunstancias actuales por lo que ha
sido reformada en más de 200 ocasiones. El surgimiento no fue en un ambiente de
paz y armonía sino que removió los cimientos de un país donde la injusticia
había sentado sus reales.
Las principales aportaciones de la Constitución de 1917, y que la
hacen distinta totalmente de la anterior, aunque se hayan retomado algunos
elemento de ésta, es el terminar con la
reelección del presidente, la supresión de la figura del vicepresidente y la incorporación de las garantía individuales;
se establece claramente la división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y
Federal y se daba una mayor soberanía a todos los estados de la República.
Una vez instalado el Congreso Constituyente, en el Palacio de
Iturbide, que cambiaría su nombre a Teatro de la República, se empezó a
trabajar el primero de diciembre de 1916, principiando por hacerse algunas
adaptaciones al Reglamento del Congreso de la Unión, mas los debates
desembocaron en una nueva Constitución.
Romero Flores, en su Historia del Congreso Constituyente, dice que
fueron 220 constituyentes: 56 abogados, 21 médicos, 18 ingenieros, 13
generales, diez coroneles, cinco mayores, ocho periodistas, 15 profesores, 16
de otras profesiones y 24 obreros. Como se ve, el número mayoritario, con un
25.4 por ciento, lo formaron los abogados, luego le siguen los militares, y
después los obreros, llamando la atención que no hubiera ningún campesino,
cuando la revolución fue eminentemente campesina, lo cual no quiere decir que
hayan quedado olvidadas las demandas campesinas, pues allí está el artículo 27
constitucional, que al lado del artículo 123 forma las garantías sociales de
avanzada.
Leyendo el diario de los debates y en otras obras similares nos
encontramos momentos difíciles pero superados, por ejemplo:
ANTECEDENTES:
En la conquista de México caminan juntos la espada y el báculo, la
división política de la Nueva España, durante mucho tiempo, se hizo de acuerdo
con el número de provincias eclesiásticas. Como la conquista de deriva de las
palabras de que ese territorio era “conquistado” a favor de la corona española
sus límites eran imprecisos. Don Francisco del Paso y Troncoso a quien cita don
Fulgencio Vargas dice: La subdivisión del reino de Nueva España en Provincias
no existía pues antes de la creación de las Intendencias, a fines del siglo
XVIII; el reino estaba subdividido en pequeñas jurisdicciones llamadas
Alcaldías Mayores y Corregimientos, que no tenían cohesión unas con otras, por más
vecinas que fueran; ni menos obedecían a un centro regional que fiscalizara
constantemente de cerca su administración sino que directamente dependían todas
y cada una del centro común, o sea de México mismo,
Por Cédula de 1524 se dividió eclesiásticamente en cuatro provincias:
México, Michoacán, las Mixtecas y Coatzacoalco con obispos al frente y más
adelante se agregaron Chiapas y Yucatán. Para 1535 la Audiencia de México
reestructura la división y quedan: México, Tlaxcala, Michoacán y las Mixtecas.
Los pueblos de Guanajuato conforme fueron conquistándose o fundándose
quedaron sujetos a la provincia de Michoacán. Las fundaciones se dan entre 1526
y 1643: Acámbaro, Silao, Apaseo, Pénjamo, San Miguel el Grande, Irapuato,
Guanajuato, San Felipe, Celaya, León, Xichú, Dolores, San Luis de la Paz,
Salamanca, Valle de Santiago y Salvatierra. La cédula real de 1786 dividió el
territorio de la Nueva España en doce intendencias o provincias: México,
Puebla, Veracruz, Yucatán, Antequera de Oaxaca, Valladolid, Guanajuato, San
Luis Potosí, Guadalajara, Durango, Zacatecas y Arizpe.
La intendencia de Guanajuato ocupaba, más o menos la misma extensión
que ahora tiene y es una de las zonas más pobladas. Más de 700,000 habitantes
se distribuyen en casi dos mil ranchos y un poco más de trescientos cincuenta
haciendas. Las ciudades más pobladas son: Guanajuato, León, Celaya, Irapuato y
San Miguel de Allende. La mayor parte de ellos pertenecen al sector campesino y
detentan la tierra un pequeño grupo de terratenientes herencia de la etapa
virreinal.
Por encargo de Maximiliano don Manuel Orozco y Berra lleva a cabo la
tarea de realizar un estudio geográfico, político e histórico, y propone una
nueva división territorial de México. Su propuesta deja al país en cincuenta
departamentos. Según esta división, el departamento de Guanajuato quedó
mutilado territorialmente siendo segregados y anexados a Michoacán las
poblaciones de: Salvatierra, Yuriria, Moroleón, Uriangato, Cortázar, Acámbaro,
Jerécuaro y Valle de Santiago.
El departamento de Guanajuato fue dividido en cinco distritos:
I.
Guanajuato,
que comprendía las municipalidades de Guanajuato, la Luz, Silao (con el partido
de Romita), Irapuato (con Cuitzeo de los Naranjos hoy Abasolo) y Salamanca.
II.
León,
que incluía a León, San Francisco del Rincón, Purísima del Rincón, San Pedro Piedra
gorda y Pénjamo.
III.
Celaya,
con Celaya, Chamacuero actual Comonfort y Santa Cruz.
IV.
San Miguel de Allende con San Miguel de Allende,
Dolores Hidalgo, San Felipe y San Diego del Bizcocho.
V.
Sierragorda,
comprendía: San Luis de la Paz, Iturbide, Victoria, Tierra Nueva, San Ciro,
Santa María del Rio y Valle de San Francisco.
(Esta reorganización nunca terminó de aplicarse, debido al poco tiempo
que tuvo el gobierno para implementarlo).
LAS DIFICULTADES:
Con motivo del Congreso Constituyente en Querétaro, al conformar el
texto del Art. 45, los diputados queretanos presentaron la siguiente
iniciativa:
Los estados y territorios de la federación, conservaran la extensión y
límites que hasta hoy han tenido, siempre que no haya dificultado en cuanto a éstos,
hecha excepción de los Estados de México y Guanajuato, de los cuales se
segregaran los distritos que se aumentan al Distrito Federal y al Estado de Querétaro,
siendo estos últimos los que siguen:
El estado de Querétaro se compondrá del territorio que actualmente
tiene, más los distritos de Jilotepec, del estado de México, y los de Jerécuaro,
Chamacuero, Apaseo, San Miguel de Allende y San José de Iturbide, del estado de
Guanajuato.
ARGUMENTOS:
El Estado de Querétaro, digno de mejores condiciones de vida, por su
historia, situación geográfica y, especialmente, por haber brotado de su seno
las primeras ideas de libertad, que más tarde habrían de conducirnos a la
independencia de nuestra querida patria; ese estado, decimos, a causa de su
escasísima extensión territorial y consiguientemente de su población y
recursos, se ha visto obligado a caminar siempre a la retaguardia del progreso,
no obstante que la gratitud nacional exige que los demás Estado limítrofes, sus
hermanos en la federación mexicana, contribuyan a su ensanchamiento y con ello
a su vida y adelanto.
La revolución de 1910 fue la primera oportunidad que tuvo Querétaro
para iniciar ante el citado Congreso una nueva división territorial en la
Republica, sobre bases más equitativas y económicas, para obtener por este
medio el ensanchamiento de este Estado. La iniciativa se presentó en agosto de
1911, pero sin resultado alguno. Hoy los tiempos han cambiado. Nuestra santa
revolución constitucionalista nos ha abierto las puertas para el legítimo
ejercicio de nuestros derechos. Nada menos que este es el fin de esta augusta
asamblea, y este es, en consecuencia, el momento más.
Nuestro Estado de Querétaro ha sido uno de los más perjudicados por
las sucesivas divisiones que se han practicado en los cien años de vida independiente
de que ha disfrutado la nación; y unas veces acrecentado su territorio y
cercenado en otras, lo vemos hoy reducido a una superficie de 11,638 kilómetros
cuadrados de los cuales el 75 % es de terrenos montañosos que no rinden
provecho alguno o lo dan de muy poca importancia. En cambio, sus colindantes,
Guanajuato, Michoacán, Hidalgo, México y San Luis Potosí, disfrutan de
dilatadas extensiones de terrenos que les proporcionan inmensos rendimientos mientras
que Querétaro apenas si puede llenar las exigencias de su escaso presupuesto. Con
la anexión al Estado de Querétaro de los distritos que arriba mencionamos, ningún
perjuicio se causa a los Estados de México y Guanajuato, que seguirán siendo
ricos y poderosos. El engrandecimiento de los Estados traerá consigo el de la
Republica entera, que es el fin supremo de nuestras aspiraciones como buenos
mexicanos.
Firmantes: José María Truchuelo, Juan N. Frías y E. Perusquía. (Rúbricas)
Esa misma tarde los diputados guanajuatenses presentaron una protesta
en los términos siguientes:
“Los subscritos, diputados por los diferentes distritos electorales
del Estado de Guanajuato, formulamos la más enérgica PROTESTA en contra de la
iniciativa presentada por los ciudadanos diputados Truchuelo, Perusquía y
Frías, en la cual pretenden que los distritos de San Miguel de Allende, San
José Iturbide Chamacuero de Comonfort, Apaseo y Jerécuaro, pertenecientes al
Estado de Guanajuato, sean anexados al Estado de Querétaro.
FUNDAMENTOS:
“…EL Congreso de la Unión tiene facultades para formar nuevos Estados
dentro de los límites de los existentes y para arreglar definitivamente los
límites, terminando las diferencias que entre los Estados se susciten, pero de ningún
modo, para quitarle a un Estado lo que es, ha sido y será suyo, para dárselo a
otro. Los queretanos, si quieren adquirir territorio del Estado de Guanajuato,
ya que no pueden adquirirlo por medios legales, tendrían que recurrir a los únicos
dos medios que conserva el cohecho internacional: la reliquia de barbarie que
se llama derecho de conquista y que sería repelido debidamente por medio de la
fuerza de las armas. El Estado de Guanajuato tiene una extensión superficial
menos que la que tienen la mayoría de los Estados de la Republica. Lo que
sucede es que es muy poblado.
La lucha argumental siguió llegando a hirientes comentarios
sarcásticos como: “…la única iniciativa que se les ha ocurrido es pretender
robarnos la tercera parte de nuestro territorio. La segunda razón consiste en
que los capitales de Querétaro en vez de dedicarse a la producción, se dedican
a engordar curas…” etc.
El diputado José J. Reynoso se sumó a las protestas:
“La diputación de Guanajuato está en lo justo (…) Los estados de la
Republica, en el principio de su independencia, en la constitución de 1824,
tuvieron una división meramente artificial, porque todos formaban una sola
colonia, una sola nación. Ahora sí existe real y verdaderamente divisiones de
Estado a Estado; cada uno tiene su individualismo especial y todos sus
habitantes saben a qué estado pertenecen y le tienen cariño. Por lo que este
Congreso no tiene facultades para desmembrar ningún Estado de la Republica.
Esto sería tanto como romper el pacto federal; se podrá formar un Estado
dentro, de otro Estado, pero no se podrían modificar los límites existentes ya,
yo nací en el Estado de Guanajuato, pero soy diputado por el de México, por
haber estado viviendo en él diecisiete años y tener muchos trabajos emprendidos
en el distrito que me ha mandado a este
Congreso. En estas condiciones, señores, yo uno mi protesta a la de los
diputados de México, porque también los queretanos quieren segregar al Estado
de México el Distrito de Jilotepec. Para construir unas presas en ese distrito
para regar al de San Juan del Rio. ¿Por qué no las hacen en su propio
territorio? ¿Qué necesitan territorio prestado o robado a otros Estados, para
este objeto? No, señores, yo me uno absolutamente, y entiendo que toda la
diputación del Estado de México también está unida a la de Guanajuato en esta
protesta…” (Félix F. Palavicini)
Por supuesto que la diputación queretana defendió su propuesta,
protestando a su vez por las formas utilizadas, así: “…vengo como liberal con
rabo, por herencia y por convicción a cumplir con uno de los más sagrados
deberes que me he impuesto al aceptar el cargo que en esos momentos desempeño,
vengo a defender el decoro y la dignidad del Estado al que tengo la honra de
pertener y en donde me he educado, he crecido y estoy desempeñando su
representación aquí. (…) acabamos de oír la protesta de la diputación de
Guanajuato; está en su derecho para defender la integridad de su territorio,
pero no lo está ni con mucho para que al emprender esa defensa hiera, de una
manera inconveniente, la susceptibilidad de la diputación de Querétaro y, sobre
todo, que falte al respeto a esta asamblea, tratando un un punto tan delicado
con el choteo, la ofensa, la injuria.
El Diputado Truchuelo, más adelante, manifestó: yo protesto
enérgicamente por esta actitud muy poco noble, muy poco seria, porque este
lugar es el apropiado para combatir razones con razones, pero no para venir a
vomitar denuestos ni mucho menos para ir atacar a toda una sociedad. Yo,
señores diputados, ruego respetuosamente a la asamblea e individualmente a
todos los señores diputados por Guanajuato, que me disculpen de cualquier frase
que crean que ha sido vertida con el propósito de injuriar. No tengo tal
propósito, pero protesto de la manera más vehemente contra el desconocimiento
del principio consagrado en uno de los artículos que hemos aprobado, como es
del derecho de petición.
FINAL FELIZ:
Afortunadamente la sangre no llegó al río y los diputados de uno y
otro estado participante aceptaron las disculpas presentadas, como el diputado Hilario
Medina, de Guanajuato: “Yo considero en el fondo muy justificada la actitud los
CC. Diputados que ven en esta petición un atentado a la soberanía, a la extensión
del Estado que nos vio nacer y que todos queremos y amamos tal como está en
este momento, tal como se encuentra, con la extensión que tiene.
Desgraciadamente, ya pasaron aquellos tiempos en que despues de recibir una
bofetada en una mejilla, se ofrecía la otra para que con ella se hiciera lo
mismo. Se ha conceptuado una ofensa para los intereses del Estado la sola
petición de los diputados del Estado de Querétaro, señores, la reacción, el
instituto natural de defensa de cada uno de ellos, los hace llegar hasta la
injuria como ellos han dicho, lo cual niego terminantemente; consideran como un
ultraje lo que no puede considerarse como tal, porque somos hermanos. De
manera, señores diputados por Querétaro, que nosotros no nos consideramos en el
caso de retirar injurias que no hemos vertido. Emplazamos a la diputación de Querétaro
para que la discusión en este congreso, para definir ideas y para definir cuáles
son los derechos del pueblo en tratándose de cuestiones territoriales, y
sostenemos por anticipado que ningún Estado de la Republica tiene derecho a
pretender una sola tajada de territorio de ninguno de los Estados
circunvecinos. He dicho.
OTRO MOMENTO DIFICIL:
Así, paso a paso, fue avanzando el análisis, el debate y finalmente,
la redacción de cada uno de los artículos, todos necesarios, algunos muy
delicados como el 3º, el 27º, el 123º y el 130º. Sólo por mencionar algunos.
El representante de San Miguel, Nicolás Cano, participó en el debate
del 123 había una razón, Cano, como el Pípila, era sanmiguelense, y ambos
trabajaron en Guanajuato capital. Había nacido en 1880, se dedicó desde muy
joven al trabajo en las minas, fue un militante vertical del movimiento obrero,
figurando como organizador y dirigente de varias agrupaciones de resistencia en
los medios mineros; fue uno de los más activos propagandistas de la candidatura
de Francisco I. Madero a la Presidencia de la República. Más tarde luchó contra
el gobierno dictatorial de Victoriano Huerta y colaboró en el gobierno del
doctor José Siurob en Guanajuato como representante obrero adscrito al
Departamento del Trabajo, fundado por dicho mandatario para atender los
problemas obrero-patronales.
Aquí un fragmento de uno de sus discursos, éste referente al 123 y
recogido en “50 discursos doctrinales en el Congreso Constituyente de la
Revolución Mexicana 1916-1917”, publicado por el INEHRM (1967) en el cual
manifestó:
“…desde el momento que a una autoridad se le deja ocasión para decir
cuando una reunión puede ser licita o ilícita, estamos muy propensos a la
arbitrariedad; yo únicamente voy a tratar el asunto desde el punto de vista del
obrero (…) propongo a esta honorable asamblea: que no se declare alteradores
del orden ni de la paz pública a los huelguistas. Las razones que tengo yo para
pedir esto son las siguientes: la huelga habida a mediados del año que corre,
en la ciudad de México, como ustedes saben, concluyó con el fusilamiento de los
compañeros sindicados.
Nicolás Cano. Relacionado con Joaquín González y González, abogado de
origen aristócrata pero defensor de las causas de los oprimidos y anti
porfirista, y con José F. Granados, periodista leonés editor de “El Barretero”,
semanario identificado con los mineros. En 1906, Cano, González y Granados
protestaron públicamente por la matanza de Cananea. Fueron reprimidos,
apresados y la policía destrozó el taller de Granados en Guanajuato. En 1909,
Cano se sumó al Partido Anti reeleccionista de Francisco I. Madero y colaboró
con “La Hoja Republicana” y con “El Diario del Hogar”. Tras el golpe de
Victoriano Huerta, se sumó al carrancismo. En 1914 colaboró con el gobierno
constitucionalista de José Siurob en su estado natal. En 1917, fue diputado al
Congreso Constituyente y formó parte del bloque radical con Francisco Múgica y
Heriberto Jara. Se distinguió por su participación en la elaboración del
Artículo 123. En ese mismo año participó en la organización del Partido
Socialista Mexicano (PSM) y, en 1918, en la fundación de la Confederación
Regional Obrera de México (CROM). Fue asesor del Sindicato Tranviario. Estuvo
entre los fundadores del Partido Comunista Mexicano (PCM) en 1919, pero al año
siguiente rompió con éste para restablecer el PSM. Publicó textos de Lenin y
Zinoviev. En 1921 se separó del PMS para fundar el Partido Comunista
Revolucionario Mexicano, con Diego Aguillón y Teódulo Loman. En ese año fundó
en Guanajuato el periódico “Rebeldía”. Periodista de combate, minero y diputado
constituyente de 1917, murió el 25 de diciembre de 1942 en la ciudad de México.
En el Congreso Constituyente actuaron fundamentalmente dos grupos: el
de los renovadores y el de las izquierdas. Los renovadores estaban encabezados
principalmente por José María Cravioto y Félix F. Palavicini. Entre las
izquierdas, figuraban Francisco Múgica, Heriberto Jara, Luis G. Monzón, Jorge
E. Von Versen, Nicolás Cano y Carlos L. Gracidas.
Los dos grupos presentaron
formidables batallas parlamentarias.
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