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CHAMACUERO EN LA ÉPOCA PREHISPÁNICA Parte 2 de 2


Cerámica, Sitio arqueológico de Morales, Comonfort, Gto


Por David Manuel Carracedo, Cronista Municipal de Comonfort,gto

Durante mucho tiempo se tuvo la idea de que la región del Bajío las sociedades prehispánicas no se desarrollaron de manera importante. Lo que hemos mencionado sobre Morales y Chupícuaro desmienten ya esta afirmación, pero con renovado gusto mencionamos que en el periodo clásico existió una notable tradición cultural, cuya extensión territorial abarcó la porción media del Río Lerma y sus afluentes principales: los ríos Laja, Apaseo, Silao, San Juan, Guanajuato y Turbio.
Esta tradición cultural se asocia característicamente con la construcción de espacios arquitectónicos denominados “patios hundidos” y se le denomina tradición “El Bajío”.
Un patio hundido es un espacio construido sobre una plataforma y se encuentra asociado a un montículo, aunque a veces sólo se observan uno o más patios hundidos en la plataforma. El patio está “hundido” en relación a la banqueta que lo delimita, pero suele estar por arriba del terreno circundante.
Existen en la región, ciento setenta y cuatro sitios en cuya configuración el patio hundido es el principio ordenador del espacio.
Puede asegurarse que el periodo de mayor expansión e importancia del Bajío se ubica entre 300 y 700 d.c., ello no significa que no hayan existido “patios hundidos” antes y después de ese lapso.
En el espacio mesoamericano, la tradición el Bajío se ubica en un punto intermedio entre el Estado Teotihuacano y las tradiciones culturales de occidente.
El patio hundido es un elemento central en el diseño arquitectónico, la disposición de los elementos para los templos y la presencia de los recintos habitacionales para los personajes notables en torno a los patios son rasgos que ilustran el papel fundamental que este espacio tenía, tanto en términos ideológicos, en la concepción del mundo, en prácticas rituales y, en términos prácticos, para la movilidad al interior de los conjuntos arquitectónicos.
La cantidad de sitios correspondientes a esta etapa (ciento setenta y cuatro) y el grado de desarrollo de los mismos nos habla de también de un crecimiento demográfico significativo, al grado tal que delimitó el territorio teotihuacano por el extremo occidental del mismo.
Teotihuacán fue un tremendo centro de control de poder en es ese mismo periodo, no obstante entre los años 240 y 700 d.c. el corazón del Bajío muestra una frontera rígida con el centro de México.
La casi nula presencia de materiales típicamente teotihuacanos no significa que el Bajío fuese una entidad social y territorialmente cerrada, no pudo mantenerse aislada, sabía de la existencia y el poder teotihuacano y creó una estructura política y económica sólida.
Efraín Cárdenas postula la teoría de que esta zona no estuvo organizada en torno a un solo centro de poder como Teotihuacán, sino de varios y, en base a dos complicados pero bien fundamentados análisis, propone los siguientes sitios como centros de poder, ordenados de mayor a menor por su extensión territorial

Peralta
San Bartolo Aguacaliente
Loza de los Padres
San Miguel Viejo
Peñuelas
Unidad Tepozán

Los sitios arqueológicos de nuestro municipio corresponderían, según este análisis, a San Miguel Viejo.
Y ya entrando en las particularidades de nuestra región diremos que el tipo de cerámica asociada con el periodo de los parios hundidos se compone de materiales con un origen distinto a Chupícuaro, entre ellos está el tipo “Blanco Levantado” y lo mencionamos porque para realizar esta decoración (y la pasta de algunas vasijas) se utiliza el caolín. Y aunque los lugares precisos de extracción (en nuestro municipio) son difíciles de definir debido al alto grado de transformación del paisaje y la escasez de evidencias arqueológicas, es absolutamente probable que del mismo lugar donde ahora se extrae el caolín con modernas técnicas, en épocas antiguas se haya extraído con técnicas rudimentarias.
Del mismo modo el importante yacimiento de obsidiana de Ojo Zarco se encuentra entre dos áreas densamente pobladas en este periodo: el valle de Querétaro y los lomeríos ubicados entre Apaseo el Grande y Comonfort.
Por ello podemos conjeturar que además de las actividades de agricultura, recolección, caza y pesca, la industria extractiva formó parte de la actividad económica de nuestra región.
El sitio arqueológico de Orduña de Arriba (Morales) presenta un conjunto arquitectónico del tipo I y uno del tipo II, es decir:
Una plataforma con un patio hundido y un montículo
Una plataforma con dos patios hundidos.

En el cerro de los Remedio hay una estructura tipo I, una estructura tipo II y una estructura tipo IV, es decir:
Una plataforma con patio hundido y un montículo
Una plataforma con patio hundido y
Una plataforma con un patio hundido y dos montículos.
Al momento que esto escribimos, el cerro de los remedios está siendo excavado,  esperemos de esta actividad una investigación profunda y, en su caso, hasta una restauración con fines de explotación turística.

Existen en nuestro municipio al menos dos lugares con pinturas rupestres, esta es una manifestación común entre las sociedades del Bajío en el clásico. Tanto en nuestros sitios, como en lo general en la región, son usuales las líneas y abstracciones elaboradas con pigmento rojo, generalmente óxido de hierro, que condensan elementos también comunes a los motivos que decoran las vasijas de barro: líneas rectas y onduladas, cruces y figuras esquemáticas.

En el universo del México prehispánico hay un fenómeno común en todas las culturas y es el ocaso del mundo clásico, después de un florecimiento cultural y un periodo de gran expansión, sobrevino el declive y, en muchos casos la extinción de las culturas. Se habla de sequías, de cambios climáticos, epidemias, guerras y de todo junto. Lo cierto es que lo único incuestionable es el proceso de abandono y despoblamiento y si bien este proceso es muy notorio, no ocurrió de un día para otro ni de un año al siguiente. Se considera que los sitios de El Bajío experimentaron un despoblamiento hacia el siglo X.

Después de mediados del siglo XII, los sitios del Bajío Oriental fueron abandonados, esta subregión quedó en manos de grupos nómadas y seminómadas. Esta situación perduró hasta la llegada de los invasores europeos.
Las sociedades del periodo clásico del Bajío, a lo largo de cientos de años de coexistencia con los grupos nómadas y seminómadas, compartieron elementos que pasaron a integrarse a su bagaje cultural.  Estas sociedades pertenecieron plenamente al complejo mesoamericano pero, en su calidad de sociedades en contacto permanente con los grupos recolectores y cazadores, incorporaron diversos elementos de éstos, sin perder por ello las características que los definieron como parte del complejo mesoamericano.


Durante el posclásico (900-1520 d.c.) las comunidades autónomas del centro de Michoacán se unificaron políticamente y la cuenca del lago de Pátzcuaro se transformó en el núcleo geográfico de un imperio expansionista.
En algún momento del posclásico temprano el nivel del lago de Pátzcuaro se incrementó entre 10 y 20 metros, por cambios climáticos locales menores. Los sitios de las comunidades autónomas existentes, que dependían más de la tierra irrigable, fueron los más afectados por este cambio. Las élites de estas comunidades dirigieron a sus pobladores a la conquista de las comunidades vecinas para asegurarse recursos adicionales, iniciando con ello la formación del estado.

Los purépechas iniciaron avanzadas (1350-1500 d.c.) y luego conquistas al norte del río Lerma que, arqueológicamente, se han reconocido gracias a la cerámica y arquitectura. La información etnohistórica reconoce como purépechas los sitios de Cuitzeo, Maravatío, Acámbaro, Yuriria, Puruándiro, León, Silao, Guanajuato, Xichú, Pénjamo y Apaseo.
Adicional a esto, la toponimia del estado de Guanajuato está ligada a la lengua purépecha más que a ninguna otra. Esto habla de la importancia de esta cultura en nuestro estado. Paradójicamente, el documento más importante de la historia purépecha, la Relación de Michoacán, parece circunscrito a dicho estado y poco aporta hacia los estados vecinos. Hacia finales del siglo XIV el cacique purépecha Tzi-Tzic-Pandácuare, trata de extender su territorio saliendo de la región lacustre de Michoacán. En su recorrido sigue el curso del río Lerma y dobla hacia el norte siguiendo ahora por el río Laja, donde encuentra pueblos de naturaleza oto-pame, amables y dispuestos a colaborar. En este recorrido llega a una zona montañosa que encañona al río y lo vuelve tumultuoso aguas abajo.
Ese hecho lo hace que declarar este punto como un buen lugar de protección de su imperio. Ahí el monarca ve las ruinas de una ciudad monumental que ha entrado en decadencia. Entonces funda en este sitio una ciudad frontera llamada Chamá cuaro que significa “el lugar donde se derrumbó”. Esto ocurre en el año de 1390
En el momento en que esto escribimos, el doctor Groenewold realiza investigaciones acerca de la etimología de la palabra Chamacuero y sus investigaciones lo llevan a un significado más hermoso y verosímil que el hasta ahora aceptado.
Esta región, y particularmente el área de nuestro municipio, fue escenario de múltiples poblamientos y despoblamientos; es un área cercana a la frontera del imperio tarasco, cercana a los límites del imperio mexica, en el área donde tributaban los otomíes; igualmente, esta región fue habitada por otomíes, pames, guamares, cuachichiles, jonaces.
No obstante lo anteriormente expuesto, no existen fuentes que documenten la extensión del imperio tarasco hasta sitios tan al norte como Chamacuero.
Sin embargo, los señores tarascos invitaron a varios grupos otomíes a vivir dentro de su territorio con el fin de defender sus fronteras contra los ejércitos nahuas del Valle de México.
Es probable que esa fuera la condición de Chamacuero, fundado por Tzi-tzic-pandacuare, por lo mismo, no es de extrañar que en este lugar convivieran y/o hayan sido habitado en diferentes etapas por tarascos, pames y otomíes. Para que este pueblo haya sido denominado San Francisco Chamacuero es indispensable que el nombre purépecha siguiera siendo de uso común para el momento del arribo de los pobladores europeos, sea cual fuere el origen y las circunstancias de los habitantes indígenas en ese momento.

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