Posadas públicas
Por: Luis Felipe Rodríguez
Don Eulalio fue presidente municipal en el período 1939-1940, Manuel, su nieto, recuerda que Angelita le contaba que más que obtener un beneficio económico el puesto requería que se le inyectara dinero de su bolsa por la precaria situación de la hacienda municipal, así que ella necesitaba estar al pendiente de no permitir que la botica sufragara gastos comunales. Para que los vecinos olvidaran un poco los problemas con las incursiones de “los del cerro”, “los pelones” y “los colgados” le pidió a los vecinos que revivieron las posadas públicas por lo que visitó a don Antonio Correa Redondo, juez del Registro Civil para que dirigiera el coro y le “prestara” a su hijo Antonio (Correa Téllez) para que saliera de San José en el “carrito de la posada” que era el carretón de la basura. Aunque el chico no estaba de acuerdo su papá lo comprometió y tiempo después llegó el sastre y le tomó las medidas para el traje josefino. La Virgen María fue representada entonces por la joven Antonia Sánchez. Otra pareja que representó a la Sagrada Familia fueron: Doña Carlota Ríos y Don Francisco Nieto.
Con todo el entusiasmo necesario el Arq. Gustavo Vidargas y su personal
de la Dirección de Cultura ha emprendido la nada fácil tarea de continuar con
las posadas públicas en la ciudad. Una costumbre que tuvo mucho éxito antaño y
que después fue perdiendo brillo con el paso de los años merced a los abusos de
varios de los participantes. Él recuerda que al paso de los peregrinos varias
familias ofrecían dulces, la familia Alcalá lanzaba sombreros, la familia Zavala
lanzó pequeños paracaídas con dinero, Rodolfo Pérez charolas, etc.
Don Donato Almanza hizo una interesante crónica sobre las posadas
públicas de 1913 que publicó el Vocero del norte en diciembre de 1960 en la que
menciona a las personas, que en plena revolución, participaban de las posadas
con gran fervor llevando el misterio de templo en templo por las calles sanmiguelenses;
en alguna plática con don Genaro le concedía a Don Eulalio Nava el haber
rescatado esa hermosa costumbre que, lamentaba, se fue corrompiendo por los
desórdenes de algunos jóvenes. Don Eulalio vino de San Felipe y aquí caso con la
Srita. Ángela Rodríguez en 1926. Tuvieron su botica en la calle de Relox donde
ahora está la panadería de La Colmena. Todavía la puerta central de ese negocio
tiene una pequeña ventana por donde se despachaba el medicamento durante las
guardias nocturnas que entonces se acostumbraban para lo cual consultábamos el
rol correspondiente en la inspección de policía. Más adelante compraron la casa
de don Federico Silva que está en la esquina de Relox y Mesones donde hasta hoy
sigue como imagen viva de aquel tiempo, la Botica de Santa Teresita.
Don Eulalio fue presidente municipal en el período 1939-1940, Manuel, su nieto, recuerda que Angelita le contaba que más que obtener un beneficio económico el puesto requería que se le inyectara dinero de su bolsa por la precaria situación de la hacienda municipal, así que ella necesitaba estar al pendiente de no permitir que la botica sufragara gastos comunales. Para que los vecinos olvidaran un poco los problemas con las incursiones de “los del cerro”, “los pelones” y “los colgados” le pidió a los vecinos que revivieron las posadas públicas por lo que visitó a don Antonio Correa Redondo, juez del Registro Civil para que dirigiera el coro y le “prestara” a su hijo Antonio (Correa Téllez) para que saliera de San José en el “carrito de la posada” que era el carretón de la basura. Aunque el chico no estaba de acuerdo su papá lo comprometió y tiempo después llegó el sastre y le tomó las medidas para el traje josefino. La Virgen María fue representada entonces por la joven Antonia Sánchez. Otra pareja que representó a la Sagrada Familia fueron: Doña Carlota Ríos y Don Francisco Nieto.
Don Eulalio tenía un equipazo el Patronato de las Fiestas Patrias y
Regionales lo formaban los inolvidables: J. Cruz Téllez, Gabriel Vidargas y
Rodolfo Pérez quienes a su vez se apoyaban en otros sanmiguelenses no menos
entusiastas: Doña Carmen Ortiz, Cándido y Silvestre Gómez, Don Antonio Correa,
José Rodríguez el “Santero”, Juan Espinosa el “Burrita”, etc. don Genaro
Almanza recuerda que para los días 24 y 25 de diciembre salían carros
alegóricos como temas como: El Nacimiento, el Portal, los Tres Reyes, la
Sagrada Familia y otros más. Quienes elaboraban la estructura de ellos eran los
carpinteros Miguel López, Antonio Zarate y el famoso “Burrita”.
Como reminiscencias de aquella época tenemos, primero muchos recuerdos;
creo que muchos alcanzamos a ver y disfrutar de aquellas posadas públicas
cuando el carrito de la posada era llevado de templo en templo, en las calles
por donde pasaba se adornaba como dictaba la costumbre de entonces: luces,
faroles de papel y piñatas, las que despues eran “sacrificadas” por los mismos
participantes. A su paso varias familias regalaban bolsas de fruta, dulces y
ponches. Al frente del contingente niños vestidos de pastores, el ermitaño, el
coro y los músicos. Al llegar al templo correspondiente había repique de
campanas.
En el Jardín Principal se colocaba un Nacimiento muy grande con
esculturas que elaboró el mismo José el “Santero” y, menciona don Genaro, se
utilizaron de 1940 a 1977 cuando fueron recogidas al templo de Santa Ana. A
petición del Santero don Genaro nuevas esculturas pero, como nadie coopero para
sufragar los gastos el señor Almanza se las llevo y las presta cada año para
seguir la tradición del nacimiento del Jardín del 24 de diciembre al 6 de
enero.
Si bien las posadas publicas sufrieron un deterioro en su desarrollo en
muchas colonias se inició esa costumbre; uno de los primeros lugares fue la
colonia Allende donde los hermanos Correa organizaron a los vecinos e
implantaron esa bella costumbre. Braulio y sus hermanas, además de ser
excelentes cocineros, eran ajonjolí de todos los moles pues lo mismo hacían
pollos enchilados para la nochebuena que máscaras para los locos. Sólo la
enfermedad y los años han podido menguar la meteórica actividad de los Correa,
dignos hijos de don Gonzalo Correa el famoso “Payaso”. De la misma forma otras
colonias llevan a cabo la celebración de los Santos Peregrinos y llevan su
misterio de casa en casa para regocijo de los pequeños.
También hubo un tiempo en que una institución hace cincuenta años
estuvo muy activa y organizaba posadas entre sus miembros, me refiero al
Consejo de Caballeros de Colón. Yo asistí algunas veces cuando estuvieron en
Sollano y Pila Seca pero hay quienes las recuerdan también en Recreo y el ex
convento de San Francisco. Como los miembros eran muchos se formaban diversos
grupos que organizaban cada una de las jornadas y era una sana y alegre
competencia en el arreglo y los obsequios a los asistentes, la mayoría
familiares de ellos mismos. Sólo queda en la memoria aquellas celebraciones y
esas imágenes que se han perdido en aras de la modernidad pues los adornos eran
cadenas de papel de china de colores, faroles del mismo material, pequeñas
piñatas, canastitas de cartoncillo adornadas primorosamente. Se conservan hoy
en muchos hogares la costumbre de rezar el rosario, pedir posada llevando una
velita encendida y quemando luces de bengala. El olor de las ramas de pino del
Nacimiento, mezclado con el aroma del ponche caliente son característicos de
esta festividad que son las posadas antesala de la Nochebuena.
Una etapa que tuvo San Miguel de Allende que le dio mucho auge a las
celebraciones decembrinas fueron las Pastorelas. Muchos las recordamos como las
pastorelas de Masha porque fue esa fantástica mujer la que les dio vida. Si
bien, salvo la primera, no tenían mucho parecido en la trama de las obras
tradicionales. Montadas en una esquina del jardín del Centro Cultural “el
Nigromante”, las pastorelas eran recreadas por Rubén Pérez Freeman quien
utilizaba a los diablos de siempre y los pastores clásicos como: Gila, Lucinda,
Bartola, Bato, Fileno, Bartolo, etc. actualizaba el diario discutir con temas
actuales y locales lo que causaba la hilaridad y retenía la atención de la obra
que era desarrollada un cuadro de actores encabezados por don Fernando
Lámbarri, Rubén Pérez, Gloria Sautto y una docena de actores más. La obra era
aderezada por diversos bailables en donde participaban sus alumnos de las
clases de baile y ballet que tenía a su cargo la genial maestra Masha Bello.
Horas de diversión, cúmulo de recuerdos felices.
Herederos de una gran tradición histriónica los miembros del Grupo de
Aficionados al Teatro siguen ofreciendo pequeñas obras desde hace ya 27 años.
Si bien han renovado los actores las obras clásicas perduran: La Vida y obra de
Don Ignacio de Allende, durante enero y septiembre y en diciembre la Pastorela
no faltan en el menú sanmiguelense. Se han apagado grandes enamorados del
teatro como lo eran don Blas García Sautto, don Luis Caballero Villafranca, la
maestra Inés Soria Villafranco pero el grupo sigue liderado por don Lupita Hernández.
Felicidades.
Quisiera terminar este recuerdo compartiendo con ustedes lo que sucedió
a Toño que se reusaba a participar como San José pues resulta que, a pesar de
su primera reacción, Toño se casó con la Srita Antonia Sánchez Grimaldi en 1950
y sus hijos fueron: Enedina, José
Antonio, Gerardo, Felipe, Magdalena, Fernando, Ricardo, Alejandro,
Francisco y Rodrigo. Su interés laboral no era el servicio postal sino
la mecánica y su placer era enfundarse en el overol y aprender con don Guicho
aquel chófer de los camiones municipales pero había que comer y se le presentó
la oportunidad de ingresar al servicio de correos como interino y éste se
convirtió en base casi inmediatamente por la renuncia del titular.
A Toño lo bautizaron en: ¡no me lo va a creer! en la casa de Chavalala,
en la calle de Hernández Macías. Ahí vivió el mayor Cervantes, casa de don
Salvador de Lara y doña Evelia. Sí, lo bautizaron ahí por la persecución
religiosa pues nació el 13 de junio de 1928. Tiempos difíciles en que el padre
Chanito arriesgaba su vida llevado el culto brincando azoteas.
Toño fue una persona amable y un esposo enamorado, fue un padre
preocupado de su familia la que pudo devolverle ese cariño durante los doce
años que estuvo viudo al llevarlo a conocer muchas de las bellezas que tiene
EEUU y donde sufrió su clima pero también disfrutó de grandes partidos de su
deporte favorito. Finalmente fue a su encuentro donde ahora mismo ha de estar
carcajeándose de este escrito que trata de resumir largas conversaciones sobre
una vida de trabajo y amistad. ¡Y pensar
que todo empezó en aquel diciembre actuando forzado de San José!
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