Felipe Ángeles, el gran artillero.
Felipe Ángeles, el gran
artillero.
Hist. Laura Bibiana García Torres
General Felipe Ángeles |
La Revolución Mexicana no sólo significó un cambio de
régimen, también, fue el periodo histórico que proporcionó al pueblo mexicano
figuras emblemáticas elevadas a calidad de héroes y caudillos que generan una
empatía particular. Personajes como Emiliano Zapata o Francisco Villa se han
convertido en símbolos de luchas populares, en base a la ideología y acciones
que rigieron su participación en el periodo revolucionario. Sin embargo, detrás
de este movimiento que cambió el rumbo de la nación, están numerosos líderes
que participaron de la toma de decisiones y aportaron un pensamiento que aun
influye en la vida sociopolítica del país, uno de ellos fue el general Felipe
Ángeles.
Nació un 13 de junio de 1868 en el estado de Hidalgo, su
padre fue el coronel Felipe Ángeles, veterano de la intervención estadounidense
en 1847 y de la intervención francesa en 1862-1867. Gracias al servicio
prestado por su padre, a los 15 años recibe una beca para estudiar en el
Colegio Militar. Durante su estancia se destacó como un excelente estudiante
sobre todo en al área de matemáticas, fue profesor de mecánica analítica y
balística. De igual manera, en la Escuela Militar de Aspirantes estuvo a cargo
de la materia de táctica aplicada y fue director de la Escuela de Tiro. En su
hoja de actuación lo describían como “De buen carácter, muy buenas costumbres,
educación y tiene espíritu militar. Es muy apto para el desempeño de sus obligaciones
y muy inteligente en la profesión… Es muy estudioso, observa muy buena conducta
militar y civil, es arreglado en sus gastos”. Se graduó del Colegio Militar el
20 de noviembre de 1890, con el grado de Teniente de Plana Mayor Facultativa de
Ingenieros.
Fue comisionado para inspeccionar la adquisición de pólvora
en Estados Unidos y de armas en Francia,
oportunidades en las que exaltó su honestidad, ya que renunció a la tarea al
enterarse de que algunos oficiales recibían sobornos por parte de las empresas
proveedoras por las firmas de los contratos. El deseo por mejorar la educación
castrense lo reflejó durante la pronunciación de un discurso frente al
presidente Díaz, pues criticó, lo que a su juicio, era bajo nivel de enseñanza
en las dos instituciones forjadoras de militares, señalando la necesidad de una
reforma. Estas palabras, aunadas a artículos escritos por él, originaron que,
en 1909, fuera enviado a Francia para aprender sobre artillería.
Durante su estancia en Europa ocurre el inicio de la
Revolución, el exilio de Díaz y las elecciones. Su regreso a México sucede
cuando Madero asume la presidencia y es enterado por un familiar de la buena
reputación de la que goza Felipe Ángeles, así que decide ofrecerle la dirección
del Colegio Militar.
Su primera campaña se produce en Morelos cuando es
comisionado para hacer frente a los zapatistas, después de que éstos desconocen
el gobierno de Madero. Gracias a su postura conciliadora, logró ganarse el
respeto de sus adversarios y del pueblo morelense que había sufrido las
vejaciones y ataques de su antecesor, Juvencio Robles.
Francisco Villa y Felipe Angeles |
En febrero del 1913, se desencadena la Decena Trágica. Un
levantamiento iniciado por el general Manuel Mondragón, quien motivó a los
alumnos de la Escuela Militar de Aspirantes a tomar las armas en contra del gobierno
maderista. Madero, al enterarse de los hechos va personalmente en busca del
general Ángeles a Morelos, regresa con él a la capital del país y son
arrestados junto con el vicepresidente José María Pino Suárez, por órdenes del
general Vitoriano Huerta, quien posteriormente ordenaría el asesinato del
presidente y vicepresidente.
A la muerte de Madero, Ángeles, se une al Constitucionalismo,
Carranza lo nombra Secretario de Guerra y Marina, pero es convencido por
Obregón y otros generales de quitarle el puesto y dejarlo como subsecretario
encargado de despacho, debido a su origen federal, sin considerar que siempre
fue un leal maderista y amigo personal del presidente.
Ante las hostilidades de sus compañeros constitucionalistas,
decide unirse a la División del Norte y comandar la artillería villista,
relación que duraría poco, según los carrancistas. Esa idea surgió de
considerar el “choque” de personalidades entre un ex bandolero poco instruido y
un militar culto. Por el contrario, Ángeles se convirtió no sólo en asesor
militar si no en amigo del Centauro del Norte, amistad que tuvo sus momentos
difíciles pues ambos tenían un firme carácter. Muestra de ello fue la
diferencia de opiniones sobre el ataque a la ciudad de Celaya en abril del
1915, pues según los testimonios, el general Ángeles pidió a Villa no atacar a
Obregón en esta ciudad, pues era mejor llevarlo hacia el norte y emprender
batalla cerca del centro de abastecimiento villista que se encontraba en la
frontera con Estados Unidos, sin embargo, las últimas investigaciones han
demostrado que, dadas las condiciones de la División del Norte en ese momento,
no había otra opción más que atacar. No obstante, el error villista fue la
manera en que se efectuó el ataque, en el desconocimiento del terreno y el no
contar con tropas de reserva.
Decena Trágica 11 Febrero, 1913 |
Se dice que Villa dijo
una vez a Ángeles: “usted ha sido la única persona que me ha contrariado y no
lo he mandado fusilar”. A pesar de la amistad, la diferencia de opiniones fue
más fuerte y Ángeles decidió alejarse. Después de separarse en buenos términos
de Villa, y ser considerado como enemigo por los vencedores de la Revolución,
los Constitucionalistas, se refugió en
Estados Unidos, primero en El Paso Texas, donde gracias a un préstamo pudo
adquirir un pequeño rancho y unas cuantas vacas, lamentablemente desconocía las
labores del campo y no logró prosperar en ese proyecto; creyó encontrar mejor
suerte en Nueva York, pero solo obtuvo trabajos eventuales y sufrió carencias
económicas serias.
Decide regresar a México en 1918, a pesar del peligro que significaba, pues se
rumoraba que los carrancistas deseaban eliminarlo. Villa le advierte que no se
separe de su lado pues será presa fácil. En noviembre de 1919 es traicionado
por uno de sus colaboradores y entregado a los carrancistas que le forman un
Consejo de Guerra y lo condenan a pena de muerte.
Durante el juicio es acusado de tener
aspiraciones presidenciales, conspirar para derrocar el gobierno de Carranza y
de estar contra la nueva Constitución. No se esmeró mucho en su defensa, sabía
que desde su aprehensión la pena estaba dictada por las altas esferas del nuevo
gobierno, simplemente se limitó a expresar sus ideas socialistas, a defender a
Villa y a declarar que “Uno de los
más grandes males que tenemos los mexicanos es el de dar puestos públicos a
individuos sin educación ni aptitudes, los que son más dañinos como
funcionarios que como particulares. Yo no admitiría ser presidente de México,
pues no tengo ni los conocimientos ni las facultades necesarias”.
Felipe
Ángeles fue un hombre que, como todos los personajes de la historia de México,
tiene defensores y detractores, sin embargo, dado el análisis de sus acciones
no se puede negar que fue justo, honesto y no traicionó sus ideales ni tomó
ventaja personal en ninguna circunstancia por más desafortunada que ésta fuera.
El general Ángeles obtuvo el respeto de Emiliano Zapata, la amistad de Villa y
Madero, y lo más importante la admiración del pueblo, como se demostró en
Morelos, en la campaña contra los zapatistas, y Chihuahua donde más de 5 mil
personas acudieron al teatro donde se efectuó el Consejo de Guerra, que culminó
con su fusilamiento la mañana del 26 de noviembre de 1919.
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