V Congreso Nacional de Patrimonio Mundial
Palabras
pronunciadas por el Dr. Francisco Javier
López Morales el 23 de junio de 2017 en ocasión de la entrega de la Medalla 7 de Julio (Quinta Emisión) en
el 5° Congreso Nacional de Patrimonio
Mundial, San Miguel de Allende, Guanajuato.
P A L A B R A S
Las probabilidades adversas pueden ser abrumadoras, pero sí espero una
ventana abierta a la condición que actualmente compartimos, de cara a la
posibilidad de hacer del mundo humano un lugar algo más acogedor para la
humanidad. 1 Zygmunt Bauman
P R I M E R O Q U E N A D A deseo agradecer profundamente la
distinguida presencia del Lic. Ricardo Villarreal García, presidente municipal
de San Miguel de Allende, de la Diputada Federal Verónica Agundis, del Diputado
local Juan José Álvarez Brunel y demás distinguidas personalidades que me
acompañan en la entrega de esta significativa distinción de la que soy objeto.
Aprecio también la generosidad del jurado del premio que
decidió otorgarme la Medalla 7 de Julio en su Quinta Emisión, en el Marco del
5° Congreso Nacional de Patrimonio Mundial de San Miguel de Allende. Recibir el
reconocimiento, no oficial, sino de la ciudadanía es para mí, una gran
retribución al trabajo que siempre hemos llevado a cabo para la conservación de
nuestra común herencia cultural. Ante todo, hemos tratado de privilegiar el
trabajo con la sociedad civil, considerando que su participación es medular en
la protección de los bienes del Patrimonio Mundial.
Principalmente
agradezco a don Manuel Suárez, querido y entrañable maestro y amigo, su
orientación y su siempre grata compañía en diversas empresas de gran
envergadura patrimonial, no sólo para Querétaro, sino para todo el país. Y
desde luego, a los amigos Guadalupe Meza y Adolfo Rubio, a quienes debo este
significativo y honroso momento que comparto con ustedes.
Es todo un orgullo y compromiso recibir esta distinción que
se hace con el más claro espíritu de valorar la importancia de nuestro
patrimonio material e inmaterial, además de saber que he sido considerado junto
a personalidades como mis admirados y estimados maestros, amigos y colegas, el
historiador emérito de la UNAM, Doctor Miguel León Portilla, infatigable
historiador del México antiguo, tenaz defensor del patrimonio de nuestro país y
premio Príncipe de Asturias; el Dr. Eduardo Matos Moctezuma, a quien debemos el rescate del Templo Mayor en la Ciudad de México;
y el Dr. Eusebio Leal Spengler, conservador de La Habana y creador de un
ejemplar modelo de gestión en ciudades históricas. Y no olvido que también, con
justicia, se ha reconocido el trabajo del cineasta Demetrio Bilbatúa Rodríguez,
de la escritora y periodista Cristina Pacheco y don Luis Fernando J. Compeán
Martínez. Por todos ellos, también me siento honrado al recibir esta presea.
Mis gratitudes y reconocimiento a todos los amigos que me acompañan en este día
tan especial, entre ellos a mis colaboradores en mil batallas, de la Dirección
de Patrimonio Mundial del INAH, que siempre están atentos a sacar adelante las
innumerables encomiendas que recibimos. Y por supuesto, a mi querida y
entrañable familia que hoy está aquí conmigo.
S E Ñ O R A S Y S E Ñ O R E S, A M I G O S
T O D O S :
Para empezar, considero necesario hacer un breviario de la
trascendencia, desde mi punto de vista, del espacio físico que nos alberga,
esta casa, la Casa de Allende, espacio físico que abrigó la génesis de la
independencia de México. Su morador principal, Ignacio de Allende y Unzaga es,
sin lugar a dudas, uno de los más importantes caudillos mexicanos, líder e
iniciador en nuestra Independencia.
Hoy, recurriendo a la sabiduría proverbial de Gutierre
Tibón, podríamos pensar que no es casualidad encontrarnos en un punto central,
en esta ciudad, como si fuera el ombligo -un centro cósmico- complejo
histórico, ejemplo extraordinario del asentamiento virreinal donde se fraguó el
alma mestiza de México, paradigma de la diversidad cultural. Aquí surgieron los
movimientos independentistas de la América española que permitieron la evolución
urbana con sus sociedades, tendiendo un puente de continuidad entre el
patrimonio histórico y la vida cotidiana.
Francoise Choay nos recuerda que:
Hoy el patrimonio histórico requiere
mucho más que la constatación de una satisfacción. Es preciso preguntarse sobre
su sentido porque éste culto, olvidado y a la vez rutilante, revela un estado
de la sociedad y de los interrogantes que la habitan, y tal es la perspectiva
con la que aquí lo encaro. Entre tantas otras categorías del fondo inmenso y
heterogéneo del patrimonio histórico, retengo como ejemplar la que concierne
más directamente al marco de la vida de todos y cada uno: el patrimonio
edificado. 2
La guía ética del deber ser en el vasto campo del patrimonio
mundial, es una realidad que enfrentamos cotidianamente. Las últimas etapas en
mi quehacer profesional se han centrado en desarrollar estrategias y aplicar
los mecanismos para el reconocimiento de bienes con valor universal, trabajo en
el que he participado desde 1996 de manera activa, logrando la nominación y
reconocimiento de 20 bienes culturales y uno mixto, en el elenco prestigiado
del patrimonio mundial, así como nueve más en el registro del patrimonio
cultural inmaterial. Esta misión, que es mi mayor pasión, me ha permitido poner
en relieve algunos aspectos que tienen impacto para una lucha más integral, que
nos lleve a lograr un equilibrio entre el valor de lo que fue y el valor de lo
que hoy representa nuestra vasta herencia cultural.
Para mi es indiscutible, más allá de paradigmas establecidos,
que el patrimonio es un vehículo que nos permite transitar en el entendimiento
y fortaleza de nuestra identidad.
Paradójicamente, el futuro del valor del patrimonio se
fundamenta en su pasado y debemos buscar un futuro para ese pasado, trabajando
por la preservación de la riqueza cultural comunitaria.
La guía, ese deber ser, en el patrimonio mundial viene desde
la conceptualización llevada a cabo por la propia Choay:
Patrimonio. Esa
palabra, bella y muy antigua, estaba, en su origen, ligada a las estructuras
familiares, económicas y jurídicas de una sociedad estable, enraizada en el
espacio y en el tiempo. Recualificada por diversos adjetivos (genético,
natural, histórico…) que han hecho de ella un concepto «nómada», sigue hoy en
día una trayectoria diversa y clamorosa.” 3
En México, la idea de patrimonio cultural está muy ligada a
la concepción jurídica de la palabra, en atención a que pertenece a la
tradición romano canónica, que lo conceptualiza como la propiedad de bienes
culturales, por ello es que el gobierno federal es el principal responsable de
conservar y proteger dichos bienes culturales, puesto que son propiedad de la
Nación. Además hoy fortalecida en el nuevo marco jurídico de la Ley General de
Derechos Culturales que, ahora, reviste un doble valor: para el disfrute
equitativo de las expresiones de la diversidad cultural y para el fomento del
diálogo intercultural.
En cuanto a organismos internacionales, la UNESCO es la
entidad responsable de la protección jurídica internacional del patrimonio
cultural, natural e inmaterial. Esto lo hace a través de la aplicación de
diversas Recomendaciones y Convenciones, principalmente la Convención sobre la
protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural (1972), así como la
dedicada a la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
(2003).
Estos instrumentos aplicables al patrimonio cultural, sea
cual sea la región del mundo a la que pertenezcan, constituyen un código de
protección, válido tanto en caso de conflicto armado como en tiempos de paz.
Sin embargo, en un mundo tan apabullante como el nuestro,
podría parecer que los seres humanos ahora no tenemos muy claros los límites
dentro de los cuales actuar, de modo que el deber ser parece haberse diluido en
una constante falta de interés y compromiso con nosotros mismos y con la
sociedad.
En esencia existe una guía, una pauta clara, contenida en el
corpus de la Convención de 1972, que se enriquece posteriormente con sus
Directrices Prácticas, que de alguna manera ha considerado la interacción entre
el medio (contexto) y el bien, en las categorías culturales y naturales, y cada
vez está más presente en las postulaciones que se presentan. Es decir, hay una
relación indisoluble entre el bien y el medio en el cual fue producido. Esto a
su vez nos conduce a pensar en una evolución conceptual extraordinariamente
rica, que permea el ejercicio de la conservación y la protección de los bienes
culturales y naturales.
En este marco –retomando a la experta francesa- me gustaría
enfatizar el concepto de monumento
…el monumento
histórico no es una creación ex nihilo construida con fines memoriales y que no
se asocia a la memoria viva de un colectivo social. El monumento histórico es una edificación elegida en un corpus de
edificios preexistente por sus valores históricos y/o estéticos, los cuales
lógicamente son determinados por el Estado y sus organizaciones. Lo interesante
es la diferenciación entre monumento histórico y monumento, donde la primera
corresponde a una memoria determinada por ciertos cánones elitistas y la segunda
es la resultante de una creación colectiva para fines memoriales y/o rituales.”
4
Es preciso hacer hincapié en el trabajo acerca de los
procesos de análisis, revisión y comparación que se realiza en las sesiones del
Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO y demás acciones técnicas,
académicas y prácticas que han generado la posibilidad de dilucidar y apuntalar
conceptos incluyentes -como los valores simbólicos, el trabajo con la comunidad
y la sostenibilidad-, como parte integral de los bienes del patrimonio mundial.
Asimismo, cabe hacer mención que por mandato de Ley, las
autoridades del INAH por su experiencia y autonomía técnico-científica para
decidir sobre los criterios de conservación, puesta en valor y usos posibles de
los bienes históricos patrimoniales, han impulsado siempre principios
irrenunciables, permitiendo una distancia legal y ontológica entre la
conservación del patrimonio cultural y los intereses coyunturales que lo
banalizan.
En México nos encontramos con frecuencia ante un frágil
equilibrio entre conceptos y posturas académicas, ideológicas, políticas y
económicas. Sin embargo, los vaivenes éticos y económicos que le han dado
cuerpo discursivo a dicho equilibrio, siempre han sido resueltos en el terreno
del diálogo entre las partes. Las polémicas en cuanto a la conservación de los
bienes del patrimonio mundial facilitan una correcta comprensión.
S A N MI G U E L D E A L
L E N D E
Y
EL S A N T U A R I O D E J E
S Ú S N A Z A R E N O D E A T
O T O N I L C O ,
P A T R I M O N I O M
U N D I A L
A partir de la
inscripción de San Miguel y el Santuario en 2008, el compromiso de su
conservación recayó no sólo en quienes detentan el poder político en los tres
niveles de gobierno, sino que la participación ciudadana se presenta también
como un activo irrenunciable para poder legitimar el proceso de construcción
patrimonial. Sin embargo -como lo señaló el experto chileno José de Nordenflycht
para el caso de Valparaíso- el problema es "que los modelos de
participación tienden a ser cooptados, en el mejor de los casos desde
motivaciones paternalistas."5
Si bien la ciudadanía debe estar cada vez más involucrada,
"empoderada" en la preservación de los valores patrimoniales y más
informada, las autoridades no deben caer en la demanda del típico fenómeno
asociado a una gestión "del recuerdo", que suele añorar tanto la
sociedad en los lugares patrimoniales, y
que es el del fachadismo que, en realidad, se convierte en mera arquitectura de
reposición.
Evitando la polarización en torno a debates por
intervenciones de conservación en San Miguel y Atotonilco, así como en todas las
demás ciudades mexicanas patrimonio mundial, los conceptos, las ideas y las
acciones deben replantearse conjuntamente, dejando de lado criterios
contaminados por ganancias políticas y sobreexplotación turística, para lograr
una cada vez mejor calidad de vida de los habitantes, como experiencia
eminentemente patrimonial y de desarrollo sostenible.
En este sentido, es menester un trabajo puntual por parte de
gobierno y sociedad en su conjunto, para lograr novedosas fórmulas que promuevan
el correcto uso, mantenimiento y desarrollo de los sitios patrimoniales y los
monumentos. Tarea que aún está pendiente.
La defensa del patrimonio cultural no es para la Dirección
de Patrimonio Mundial (que me honro en presidir), ni para la Secretaría de
Cultura, a través del INAH, un mero acto de fe, ni tampoco un asunto de
voluntades discrecionales o reflejo de intereses, sino una fundamentada y
comprometida práctica de la política cultural del gobierno federal, sin perder
jamás de vista los compromisos internacionales contraídos por nuestro país ante
la UNESCO.
En el contexto de los trabajos que se realizaron para lograr
la inscripción de la Villa protectora de San Miguel y el Santuario de Jesús
Nazareno de Atotonilco en la Lista del Patrimonio Mundial, la Dirección de Patrimonio
Mundial, en colaboración con el H. Ayuntamiento de San Miguel de Allende
2006-2009, convocaron a un destacado grupo de expertos internacionales a
discutir un tema crucial y recurrente y que alimentó la doctrina de la
conservación, bajo el título de “Nuevas miradas sobre la Autenticidad e
Integridad en el Patrimonio Mundial de las Américas”, los días 24 al 26 de
agosto de 2005, albergados en el Auditorio Miguel Malo del Centro Cultural
Ignacio Ramírez, El Nigromante, del Instituto Nacional de Bellas Artes.
En ese encuentro memorable y fundamental en todos sentidos,
logramos la invaluable presencia de grandes autoridades en el tema como Michael
Petzet, Francois LeBlanc, Alastair Kerr, Jukka Jokilheto, Herb Stovel, Piras
Pinagrazia, Gustavo Araoz, Suzanna Sampaio, Ángela Rojas, Carmen Pérez, José de
Nordenflycht, Susan Denyer, Katherine Slick, Pilar Luna, Javier García Cano,
Marcelo Margadán, Luis Pablo Martínez, Nelly Robles, Alfredo Conti y Juan Luis
Isaza, provenientes de muy diversas regiones del mundo y miembros de destacadas
instituciones y organismos dedicados a la conservación del patrimonio cultural.
¿Cuáles fueron las aportaciones
teóricas y prácticas
de esa reunión al Comité de
Patrimonio Mundial?.
La reunión de San Miguel aportó, nada menos, que la visión
de las américas sobre la autenticidad e integridad en el marco der las
directrices operativas para la aplicación de la Convención de Patrimonio
Mundial, Cultural y Natural (1972).
A partir de 1977 los conceptos de autenticidad e integridad
deben ser incluidos en todas las facetas del campo de la práctica
conservacionista, a fin de evitar tanto como sea posible, indebidas
reconstrucciones, parciales o totales, resultado de una completa falta de
equilibro entre los valores atribuidos a los aspectos tangibles e intangibles
del patrimonio cultural.
Una de las mutaciones más profundas de los valores estéticos
en la historia de la civilización occidental, es la que acontece en el curso de
la segunda mitad del siglo XVIII bajo la presión de muy diversas corrientes,
como la referida a la teoría secular, casi milenaria, de la imitación.
Ni la imitación, ni la originalidad son ideas claras y
evidentes, sino que más bien degeneran en copia, plagio, sin analogía con
ninguna obra pasada o presente. Ninguna posee una valoración positiva a priori,
todo es cuestión de insistencia, de gusto o de mera costumbre.
Hace doce años propuse la introducción en el discurso
patrimonial, además de los términos de autenticidad e integridad, del concepto
de originalidad. La noción de autenticidad, aplicado por la Convención para la
protección del patrimonio mundial, cultural y natural (1972), inspirada
plenamente en la “Carta de Venecia” de 1964, colocaba como prioridad la
conservación del material de construcción de origen.
Raymond Lemaire consideraba que un monumento histórico
cuenta con “una serie sucesiva de autenticidades”, y que –todavía- no existe un
“criterio universal al cual la autenticidad se pueda referir.” Por tanto, el
capítulo de autenticidad aún no está cerrado, pues debemos considerar que para
hablar de “pérdida” de la autenticidad en un bien patrimonio mundial, es
necesario haber definido previamente dicha autenticidad, para poder reconocerla
a la luz de las disciplinas históricas, arquitectónicas, antropológicas y
artísticas.
Por lo anterior, el trabajo de rehabilitación y conservación
de un monumento y un centro histórico no puede “fundarse en criterios únicos”,
ya que –como puntualizó Roberto di Stefano-, el “fundamento de la doctrina
moderna de la conservación está en el concepto de autenticidad de los valores
del monumento y no de su materia.”
El reto que debemos afrontar es el de sensibilizarnos, en el
sentido de que los criterios estrictamente históricos, monumentales o
conservacionistas, deben abrirse de par en par, para dar cabida a otra serie de
componentes de la autenticidad, como son el emplazamiento, el medio ambiente,
el uso social y turístico contemporáneos y sobre todo, la dimensión de las
diversas expresiones culturales tangibles e intangibles del paisaje cultural.
Desde esta perspectiva, los más importantes criterios
patrimoniales que definen a una ciudad moderna, fundada en los principios del
bienestar de la sociedad, son aplicados en el rescate y salvaguardia del Centro
Histórico de San Miguel de Allende, del Santuario de Jesús Nazareno de
Atotonilco, y de todos los espacios emblemáticos que conforman este bien
patrimonio mundial.
Discutir sobre los usos patrimoniales de San Miguel de
Allende es indispensable en un diálogo permanente entre autoridades y sociedad.
Evitar su deterioro o desaparición es nuestro compromiso fundamental. Se trata
también de que los habitantes de San Miguel y Atotonilco, se reencuentren y
reapropien de su identidad cultural, de su historia y legado patrimoniales,
mediante nuevos protocolos que propicien un más correcto, seguro y funcional
aprovechamiento de los edificios históricos, así como la incorporación,
adopción de arquitectura contemporánea de calidad.
En la actualidad, los procesos educativos de casi todas las
profesiones imponen la vinculación necesaria con otras disciplinas, la
interrelación con diferentes campos del conocimiento, así como la interacción
con otros especialistas y expertos, es decir, se promueve una articulación de
acciones . que incluyen una visión
desde las ciencias sociales, las humanidades, la ciencia y la tecnología, etc.
Todo ello, a fin de lograr la participación multidisciplinaria en una de las
profesiones más vinculada al patrimonio como lo es la arquitectura, que ha
impulsado una actitud integradora entre lo teórico y lo práctico, siempre en un
marco referencial de principios morales o éticos que fortalezcan y complementen
el trabajo profesional.
Me he referido a ello porque como arquitecto, y ante el reto
de proponer bienes que tengan como principal característica el valor universal
excepcional, continuamente me veo en la necesidad de recrearme en la vida
secreta y oculta de los monumentos, edificios y construcciones, o bien de las
grandes infraestructuras de todo tipo, para encontrar en ellos los elementos
materiales, inmateriales, teóricos, funcionales, trascendentales que articulen
su historia milenaria con el contexto actual.
Y para ir concluyendo, quiero hacer una pausa y más que
hablar de la postergada postulación de San Miguel y Atotonilco a la Lista del
Patrimonio Mundial, dilatada labor porque llevó 4 años de arduos trabajos
multidisciplinarios, además de políticos, quiero referirme a la importancia que
tuvo la inclusión del Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco para la
inscripción del bien.
Ubicado a catorce kilómetros de San Miguel de Allende, El
Santuario es ejemplo notable y enigmático del arte y la arquitectura barrocos
del siglo XVIII en la Nueva España, por su misticismo pasionario, su decoración
pictórica y la poesía mística que derivan del espléndido trabajo de Miguel
Antonio Martínez de Pocasangre.
Una antigua Descripción histórica de 1860 habla de que
ningún Santuario en el Obispado de Michoacán ha llamado más la atención del viajero cristiano como éste de Jesús
Nazareno de Atotonilco [donde el devoto hallará en su interior] su muy bien
regulada fábrica, y en el campo donde está situado, muchos lugares parecidos a
los de la ciudad Santa de Jerusalén. 6
Como lo han estudiado diversos historiadores del arte
mexicano, en los programas doctrinal y constructivo del Santuario, se vieron
plasmados los conceptos mesiánicos de la urbe bíblica, pretendiendo identificar
en los paisajes sanmiguelenses el justo escenario para fundar una "nueva
Jesuralém", junto con la "verdadera iglesia en tierras novohispanas.
Su propio fundador, Luis Felipe Neri de Alfaro, en una carta
de 1870 al Arzobispo Don Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, afirmaba que era “una viva copia en la distribución de sus
Capillas, terreno, y distancia de la Villa, planteo del de la Ciudad de
Jerusalem” [...] estando a más de tiro
de escopeta a este terreno, un cerro en todo parecido, y semejante al monte
Calvario”. 7
Toda esta historia, la indisoluble relación entre la Villa
Protectora y el Santuario, hicieron que los expertos internacionales del
Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), al visitar y quedar
sorprendidos por el monumento, recomendaran plenamente la inclusión del recinto
espiritual en la nominación de San Miguel. Y esto es lo que abrió la puerta
para lograr su inscripción.
Antes de cerrar mi alocución, otro relevante tema que quiero
compartir con ustedes se refiere al vasto análisis comparativo, que realizamos
para el Expediente Técnico de nominación del bien.
Este ejercicio consistió en hacer un estudio exhaustivo, con
base en la investigación de todas las fundaciones urbanas establecidas por los
españoles en América, comprendiendo el periodo de 1492 a 1809. De dicho estudio
derivaron 15 grandes familias tipológicas, de las cuales, la familia de las
“Villas de Españoles” (con vocación protectora y de intercambio cultural) a la
que pertenece el centro histórico de San Miguel de
Allende no estaba representada en el listado de la UNESCO, lo que subrayó
necesariamente la importancia de su inclusión por su valor universal
excepcional.
De esta forma se recordó que la Convención del Patrimonio
Mundial, que da testimonio del acuerdo común y básico de la comunidad
internacional para impulsar una política en materia de la conservación del
patrimonio cultural y natural, promueve la “representatividad equitativa de las
diferentes regiones y culturas del mundo”, principio que tendría que remitirse
a la Lista Indicativa de cada Estado Parte para identificar, proteger y
difundir cada sitio con valor excepcional ubicado en su territorio.
De este modo la armonización de los sitios inscritos generará
nuevas propuestas para inscribir sitios que no están debidamente estudiados y
representados, desde una visión regional y continental sobre el tema de la
vocación que cada ciudad ha creado.
Con todo ello México aportó en el plano internacional elementos
contundentes y determinantes, sobre la concepción de los centros históricos.
La integridad es una de las características más notables de
la ciudad de San Miguel de Allende, como lo recomienda la Carta de Nara: la
unidad entre las partes del sistema urbano deviene en integración.
En este conjunto se mantienen vigentes las relaciones entre
los símbolos y las funciones de su estructura urbana. Los monumentos más
importantes y los espacios simbólicos y significativos no han sufrido
alteraciones morfológicas ni funcionales.
Por todo lo anterior los invito a que logremos juntos ese
rencuentro con la memoria y los valores olvidados, la definición de nuevas
convicciones comunitarias y la revitalización de múltiples tradiciones que
trascienden los siglos, y que conforman hoy un patrimonio cultural material e
inmaterial, único, vivo, noble, permanente y excepcional.
Y finalizo, citando a Hollis: Un edificio nace con la expectativa de permanecer para siempre, pero un
edificio es un ser voluble: es habitado y modificado, y su existencia habla de
una constante y curiosa transformación. 8
Muchas gracias a todos ustedes, queridos y entrañables
amigos.
_______________________________________________________
1 BAUMAN, Zygmunt, Vida líquida,
México, Paídós, 2015, pp. 24-25.
2 CHOAY, Francoise. Alegoría del
patrimonio, Barcelona, Editorial Gustavo Gilli S. L., 2007.
3 CHOAY, Francoise, “Alegoría del
Patrimonio” en Cuatro Cuadernos (14 de enero de 2016). Este texto es una
versión, abreviada del primer capítulo del libro Monument et monument historique,
París, Éditions du Seuil, 1992, p.68. Cf. https://cuatrocuadernos.files.wordpress.com/2015/10/i-07-alegorc3ada-delpatrimonio.pdf
4 CHOAY, Francoise, Le patrimoine en
questions. Anthologie pour un combat. París, Éditions du Seuil, 2009.
5 De NORDENFLYCHT, José,
Empoderamiento patrimonial, ponencia, 2006.
6 DE SANTIAGO SILVA, José,
Atotonilco, Alfaro y Pocasangre. Apéndice documental, Guanajuato, Ediciones La
Rana, 2004, pp. 148-149.
7 De Santiago Silva, ibid., p. 43.
8 HOLLIS, Edward, La vida secreta de
los edificios. Del Partenón a Las Vegas en trece historias, Madrid, Siruela,
2012, p. 103.
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