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Don Federico Pérez Ayala y la representación de la Pasión de Cristo en Empalme Escobedo.


Por David Manuel Carracedo, Cronista Municipal de Comonfort, Gto.


La representación de la Pasión y Muerte de Cristo se realiza desde hace más de cuarenta y tres años en Empalme Escobedo.  Esta actividad, además de sus años ininterrumpidos tiene la doble importancia de la gran cantidad de personas involucradas en ella y el gran número que acuden a presenciarla. Todo comenzó cuando don Federico Pérez Ayala  (y más abajo nos lo cuenta él en persona) acudió a un “Cursillo de cristiandad” en los años setenta, luego de asistir le encomendaron que todo lo que había aprendido y asimilado no se quedara nada más en sí mismo. Así que se dio a la tarea de escribir un Drama sobre la Pasión de Cristo para representarla en la Semana Santa. Don Federico reconoce haberse basado en el libro “El mártir del Gólgota del  escritor español Enrique Pérez Escrich. Sin embargo, no es fácil adaptar una novela de 400 páginas a un drama, aunque este tenga una duración de más de cuatro horas, no obstante, la pieza que resultó  es admirable.
Como todo acto humano que se repite esta representación ha ido evolucionando. Es más acertado decir ha ido perfeccionándose en todos  sentidos.  Sin embargo don Federico todavía recuerda que, aunque hoy en día tenga que dedicarle muchas horas de trabajo,  en sus inicios sus esfuerzos eran mucho mayores. Como dato anecdótico, más de una vez anduvo él solo acarreando objetos desde el lugar del Teatro El Nigromante  hasta su casa (unas diez cuadras), ya pasada la medianoche. Pero nunca se desanimó y nunca, desde hace cuarenta y cuatro años, ha dejado de llevar a cabo la representación.
Cuando le preguntamos cuál era su mayor y más recurrente dificultad, nos comentó que la única es el desembolso económico. Todo lo demás se remedia con trabajo y energía y de ambos  nunca ha carecido. Hoy en día sus hijos y nietos le brindan una ayuda sumamente valiosa. Del mismo modo el uso inteligente de los recursos y donaciones que colecta le ha permitido confeccionar un vestuario excelso y el equipo suficiente para que la puesta en escena se escuche y luzca acorde al gran esfuerzo de todos los involucrados.
Lo anterior no lo digo por  el aprecio hacia  el trabajo que encabeza don Federico y la entusiasta participación de sus actores y técnicos. Si usted ha presenciado esta representación coincidirá conmigo en que es sumamente bien lograda.  Si nunca ha asistido puede esperar el próximo Jueves Santo por la noche. En el teatro al aire libre “El Nigromante” se escenificará la primera parte del drama, ésta tiene una duración aproximada de dos horas.  El viernes al medio día, en el mismo lugar, continúa la representación con una duración similar de dos horas. En ambos días el espacio disponible es copado por el público asistente.
















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Además del compendio de anécdotas que se han colectado a lo largo de estos años el consenso general de los organizadores es que un actor no debe hacer un papel muchos años consecutivos porque va perdiendo el brío en su actuación.  Sin embargo el señor Beto ha sido el narrador desde el primer año, él ayudó a pasar en limpio y a poner puntos y comas al actual libreto, mismo que aún sufre muy pequeñas modificaciones.  Cada vez que se realiza la presentación don Federico acude caracterizado, a pesar de no tener a su cargo ningún papel. Esto lo hace porque, como se sabe de memoria los parlamentos de todos los personajes, puede, en caso de cualquier emergencia substituir a cualquier actor, menos, nos aclaró, a Jesús de Nazareth.


Cuando termina la  puesta en escena del viernes,  los actores parten hacia un cerro cercano, convenientemente ubicado a 1,700 metros, lo que permite ir desarrollando las estaciones del viacrucis en todo este recorrido.  Si durante las presentaciones en el  teatro El Nigromante, el audio es de una alta calidad, éste no disminuye a lo largo del recorrido y hasta en el punto del cerro donde se ubican las cruces las palabra de Dimas, Gestas o Jesús son perfectamente audibles para los asistentes, mismos que colman todas las calles del recorrido y prácticamente todo el cerro. La crucifixión es la parte culminante de toda esta puesta en escena, la pericia y la maestría de los involucrados hace que el complicado procedimiento técnico de clavar a tres actores en una cruz e izarlos en alto sea realizado de manera expedita y convincente. Don Federico nos platicó que un detalle que añadieron los interpretes del papel de Judas es que, en el momento crítico de su arrepentimiento, se desesperación le hace caer por una pendiente muy pronunciada de al menos veinte metros de largo, este detalle, aunque intrascendente en el desarrollo de la historia,  llama mucho la atención del público asistente. Aunque el lugar ha sido acondicionado, no pierde su valor como un escenario natural casi perfecto y si, como llega a pasar, en el momento mismo de la muerte de Jesús se desata una pequeña lluvia y unos relámpagos adornan el firmamento, el efecto es conmovedor. No le garantizo que estos fenómenos naturales se vuelvan a sincronizar tan impactantemente, pero sí le garantizo que el esfuerzo sostenido de don Federico Pérez Ayala y su equipo le impresionará y le conmoverá como ha sucedido en Empalme Escobedo desde hace más de cuatro décadas.
En el año 2013 don Federico nos concedió el siguiente testimonio, mismo que transcribo pues me parece sumamente aleccionador, al margen del innegable valor religioso que cada quien pueda apreciar en este trabajo, el papel social de su representación es fundamental y contribuye, sin lugar a dudas, a la cohesión y armonía de esta población.  Transcribo sus palabras y omito mis preguntas, alguna aclaración de mi parte va entre corchetes  [ ]:
Nací aquí en la calle Aldama, aquí en Escobedo, ya después en el 45 nos trajo para acá mi papá, él trabajaba en la fábrica de Soria. Nací el 29 de Febrero de 1936, ya tengo un ratito andando por aquí, lo bueno es que yo nada más cumplo años cada cuatro años. Acabo de cumplir. Y mi santo es el dos de marzo, entonces lo juntamos.
Iniciamos la representación en 1973, a raíz de que aquí en Celaya hay una Casa de Cursillos de Cristiandad. En esa casa entran no más que cuarenta personas de todos los municipios de por aquí, también de México y hasta gente de Monterrey; me tocó a mí de casualidad entrar ahí. Yo no sabía de qué se trataba, ahí lo encierran a uno tres días. Nuestro rector en aquel tiempo fue el ahora obispo Suárez Inda, fue uno de mis rectores. De Escobedo nada más fui yo y don Fausto Ramírez. Nomás los dos. Estuvimos ahí con hartas personalidades, fuimos de los más quedadones. Ahí platicábamos y convivimos todos. Entonces nos recomendaron que no se perdieran las fichas, que quedara algo, porque sale uno de ahí y se le olvida. Del 18 al21 de febrero de 1970 fue cuando hice ese cursillo. Y pensé: ¿qué hacemos? Pues voy a hacer esto, yo había salido allá siendo muy chiquillo todavía, en una representación del viacrucis muy sencilla que se hacía aquí. La hacía el señor Tomás Gaspar. Y así la hicimos el primer año, algo muy simple, pero la seguimos, en ese entonces estaba aquí el padre Augusto. Primero me apoyaba, luego como que no le gustaba que llevara yo a la gente, ensayábamos en la casa parroquial, él me daba llave de ese lugar. Pero empezamos con los problemas de que íbamos a ensayar y ya no abría la llave, o ya estábamos ahí y nos quitaba la luz, parecía una batalla, acabarnos como diera lugar. Después vine a saber, en una comida que se hace cada que sale un grupo de cursillistas, una vez se trató de la perseverancia el tema. Y dijo el padre Augusto: miren, van a hacer ustedes lo que Federico, yo quise acabarlo durante diez años, no pude acabarlo porque él perseveró. Híjole, dije, con razón me quitaba la luz y lo demás. Pero yo también lo platiqué con otro  padre y me dijo: ¿a quién está usted sirviendo, a él o al de allá arriba?  No pues al de allá arriba.  Pues aguántese. Y ese es el tema que yo he tenido. Ya saben cómo batallo aquí con los muchachos, que a veces quieren hacerme enojar y no; yo les doy por su lado, y aquí salimos adelante. Algunos ya hacen bien su papel, otros se equivocan, pero sólo nosotros sabemos que se equivocaron, la gente no se da cuenta.  En otro momento estuvo el padre Villagómez , fue el que llevó el templo más arriba, pero lo cambiaron, se fue por ahí para Michoacán. La llevaba muy bien conmigo, me decía: Mira, Federico, te voy a regalar este librito, saca papeles de ahí. Y eso sí, mira,  mientras que Dios te dé vida no me dejes esto. Toma en cuenta eso. Total que cada que me la veo difícil, cada vez que hay complicaciones…  más que nada económicamente, porque se gasta aquí, y acá. Gracias a Dios, ya tenemos los entarimados. Esos los utiliza el municipio, pero todo lo que producen no es para mí es para esta misma representación. Gracias a Dios yo tenía, tuve mi trabajo, estuve pensionado por el ferrocarril trabajé treinta años y medio,  salí pensionado en 1987, aquí me la voy llevando. Pero mi lema es: ¿Qué caso tiene que yo haga esto y luego que me vaya yo a robar?, que quede aquí tanto y diga esto es para mí, no tendría caso, es una friega muy dura para andar quemándose. Los gastos que se hacen... ya ahorita tenemos vestuario, tenemos entarimado, ahorita este año ya tenemos sonido. Vieran qué problemas tenía con el sonido, llegaban y no tenían idea de lo que estábamos haciendo, bájale el sonido, apaga la luz aquella, haz esto.  Y uno de mis hijos, como más o menos ya sabe, ahora lo tengo encargado del sonido.  Invertimos una buena cantidad, sale caro, pero queríamos un equipo bueno. Este año el equipo ya está casi listo, Y aquí con el changarro, por soldadura no batallamos [Don Federico tiene un taller de mofles y escapes]. 



El cerrito lo limpiamos de yerba aplicando ciertos productos. El ejido me presta ese lugar y lo adaptamos. Los actores participan haciendo su papel nada más, yo les presto el vestuario. Son costosos algunos trajes ya completos; hemos tratado de tenerlos ya aquí. Algunos sí se hacen su vestuario, quieren conservarlo de recuerdo. Hacemos una colecta en el pueblo, salimos y colectamos unos cinco seis mil pesos. Y el día de la obra unos dos mil pesos. Hay que hacer el convivio, lo hacemos el miércoles de la semana santa y hay que darles a todos, serán unos doscientos ya los que participan. Ese día es el último ensayo general.  ME preguntan: ¿don “Cora” que voy a hacer? Así me dicen: don Cora,  “Corazón Santo” aunque yo de santo no tengo nada. Mi papá, ya hace muchos años, traía un santito (un Sagrado Corazón) dando visitas por ahí, le pusieron Corazón Santo a él, y ahora a mí me dicen todos “Don Cora”.
Hemos salido adelante con la obra, en aquel tiempo era sencillo, ahora ya no me lo quito, se junta un montón de muchachos, ya nombro mejor  comisiones: tú te encargas de esto, tú tienes esta comisión, pero me está fallando aquél, ¿tú por qué?, el tiempo se nos llega, son dos meses de ensayos, faltan quince días, te falta esto.  Nos ponemos a ensayar: párale, párale, esto no se hace así, les digo, tú estás aquí enojado, acá tú estás contento, a la Virgen: Tú estás llorando. Yo les digo  a todos más o menos como deben de hacerlo. Te vas a reír, échate unas risas buenas no una risilla ahí simple.  Por ejemplo Caifás, cuando le hace burla al Nazareno: “¿Pero qué veo? Un reo sentado en el tribunal, ¡ja, ja, ja¡ Esto sí que es nuevo en Israel,”  Y les hago el papel para que vean y ahí la vamos sacando.
Les decía que me había dado un librito el padre Villagómez y Gabriel Luna, que ya falleció, me prestó un libro de “El mártir del Gólgota”, ahí se habla con mucha crudeza, sin nada de rodeos, por ejemplo dice: La mesa de la última cena era una mesa grande en forma de “E” sin el palo de en medio.  Así lo dice. Y así Samuel Belibeth  y todo eso lo sacamos de ahí. Me llevé yo como siete años de estar haciendo el libreto de todo el drama, ajustado a  una duración de dos horas. Yo lo hice como me las ingenié, llegué hasta sexto año, en ese entonces no aprendía mucho uno en la escuela, creo que aprendí más por acá afuera.  El que me le puso ortografía fue Beto, el que hace de narrador, él es muy serio, el señor cura que comenté me lo mandó de espía a ver que hacía yo con el dinero, yo seguí igual, hasta después él me lo platicó, que le había mandado, pero hasta hoy día está Beto con nosotros. Porque él, como es una persona seria,  le dijo: ahí no hay nada de que para acá o para allá. El año que se accidentó quería que lo llevaran en silla de ruedas narrando, fue el único que año que no estuvo.  Él acomodó la ortografía, comas, interrogación, etc., Gracias a eso los libros ya los tengo aquí. Y ya de allí en adelante: ponle un poco aquí, un poco acá y Todo de acuerdo con el libro de El  mártir del Gólgota. Es extenso pero te habla de toda la vida de Jesús, la vida de Dimas, yo lo he leído todo, quien era uno, quien era lo otro.  Me acuerdo lo que me decía el Padre que está ahorita: Mire don Cora, usted lo hace muy bien, ahora hace todo esto pero lo que sufrió Cristo, no es ni la mínima parte de lo que usted está haciendo. No se imagina, pero es una mínima parte lo que ustedes representan. Año con año seguimos con esto. 
Al principio teníamos un libreto muy pequeño, me lo prestó Tomás Gaspar, que también era cursillista, hay unos doscientos cursillistas en estos tiempos. Ahora después de mí a ver quién se lo agarra. Antes me tocaba a mí solo, a veces hasta las doce de la noche andaba yo acarreando cosas después de la representación. Ahora ya mis hijos y mis nietos me ayudan muchísimo. Ahora ya cuando llego del cerro ya está todo aquí en el negocio. Ya después me paso como quince días acomodando todo en su lugar.




Cada año se cambian muchos actores, hay varios que ya tienen mucho tiempo saliendo, hay otros que trabajan en la tarde, les damos un papel corto porque no pueden estar aquí ensayando, le buscamos a la gente, hay unos que sí les gusta mucho pero, aparte de eso, a algunos les pega duro el papel, por ejemplo el papel de judas. Me decían: Oiga, don Cora, siento bien feo, no sabe cómo siente uno el papel y que lo maldicen a uno. Le ha tocado a mi nieto. Lo saqué dos años de judas, luego se lastimó una mano y saqué al otro. Son los que le han echado más ganas,  inventaron que ya colgado desde arriba se viene rodando hasta abajo.  Un muchacho apodado el Changano, fue de los que más ganas le echaron. Todos los papeles son muy duros. Este año a Aaron, el Nazareno, le pegó muy duro, pero  fue el primer año. Me dice: viera como me dejaron ahora a mí, todo golpeado. Pos se agasajan contigo, le digo. Los golpes, aunque se protege el azote, a la larga duelen.
Uno busca acomodar los papeles, la virgen por principio tiene que ser soltera, Que esté el marido ahí por un lado como que no. Los personajes femeninos los seleccionan mis hijas, toda mi familia trabaja en esto. En enero empezamos a buscar. Se los pelean un poco, al mes de que termina la Semana Santa ya están aquí buscando los papeles. No conviene cambiarlos siempre; de un año a otro sí conocen su papel. Pero a veces, luego de muchos años como que ya no le echan las mismas ganas, entonces los cambiamos. Y se motivan un poco porque luego sí piensan, ya me lo sé. Por ejemplo este Arón, le dije: estamos batallando por un Caifás, él salía en Soria, lo invitamos y vino. El primer año se agarró de Caifás, al siguiente también, luego dijo: déjeme de Nazareno. Pero ya tenía yo otro Nazareno, pero pasó que por su trabajo ya no iba a estas aquí. Le dije a Aron, pues ya te toca a ti, ándale. Uh, le dio harto gusto. También su mamá me dijo: “Déjele a mi hijo de Nazareno”. Huy señora, yo que más quisiera pero nomás hay un papel. Y aparte para eso también tengo  a algún reserva. A veces sí fallan los personajes, o se dilatan en llegar y nos ponen en apuraciones. También yo me caracterizo porque, si me llega a fallar alguno yo me sé todos los papeles, menos el Nazareno, pero todos los papeles que hay. Si está visto que se está equivocando digo: a ver tú, párale, aquí yo me lo sé. Me los sé todos los papeles que salen en el drama. Una vez Herodes iba con una temperatura de cuarenta, me dijo: mira, ya no me sale bien, y yo lo substituí. Y aquí lo que tratamos es de no darle una disculpa al público de que no salió este o el otro. Aquí tiene que salir, sea uno sea otro. Yo les digo: tú vas a hacer este papel y tú este otro si fallaran. Se batalla siempre porque son bastantes. Son más de setenta. Una vez falleció una señora que era hermana de la Verónica y abuelita de la Virgen, falleció dos días antes, pero ellas de todos modos sacaron su compromiso. Sí dudamos que participaran pero sí salieron. Nos pasan algunas cosas, un año quería llover, un año se nos botó la luz y nos ayudaron de una casa, ahora ya tenemos una planta prevenida. Se imagina tener a la gente ahí y que no se pueda. Batallamos mucho unos siete años con el sonido, teníamos un proveedor de Celaya, pero luego quiso cobrar mucho. 


Lo que más nos hace batallar es el dinero, mi hija, por ejemplo, mi hija se encarga de la decoración y me dice: papá necesito esto, necesito lo otro y pos ahí le digo, déjame ver cómo le hago.  Hemos hecho varios decorados, cuatro cinco, cada uno sale en cien pesos metro cuadrado, cada uno sale como en dos mil pesos, luego hacen falta más. El maquillaje lo encargamos a México, si usamos un mal pegamento las barbas se les andan cayendo, por allá por Xochimilco nos lo consiguen.  He tratado de conseguir aquí en Celaya pero no lo encuentro.  A veces vienen los periódicos y sacan fotos y hablan de nuestro drama, pero si no vienen no me preocupa, yo nada más quiero salir adelante no me interesa la publicidad, yo le doy gracias a Dios de que ya tenemos toda la familia que me apoya, ya no estoy solo, era muy pesado.  Es una semana muy intensa de trabajo, mucho movimiento, mucho ajetreo, pero vale la pena, porque ya después: ahora sí a descansar, ya le servimos allá al creador, que él  nos lo tome en cuenta.






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