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José Rodríguez el "Santero"

Por Luis Felipe Rodríguez



JOSE "EL SANTERO"


PREGUNTAS DE UN OBRERO QUE LEE

El joven Alejandro conquistó la India
¿El solo?
¿César venció a los galos?
¿No lo acompañaba siquiera un cocinero?
Felipe de España lloró cuando se hundió su flota.
¿Nadie más lloraría?
Tantos informes,
Tantas preguntas
Bertoldo Brecht

     San Miguel de Allende fue nombrado como Patrimonio Cultural de la Humanidad por sus bella herencia arquitectónica y, además, por tener una gran cantidad de costumbres y tradiciones. Detrás de cada edificio y de cada una de las tradiciones hay un sin número de personas que los hicieron posible y se ocupan de los detalles menores y que, en conjunto, terminan en el esplendoroso marco y calendario cívico-religioso que tenemos en nuestro pueblo. Los artistas acostumbran poner su firma a algunas de las obras que realizan, muchas de ellas adquieren por ello un valor adicional. Pasa el tiempo y los nombres de muchos autores quedan sepultados por el polvo del olvido.
     Al salir de una misa de Pasión en el templo de San Rafael estuve platicando con el Lic. Rubén Villasana, sobrino de José Rodríguez González, a quien la gente conocía simplemente como José el Santero y a quien también sus amigos de confianza le decían “Menso” porque tal calificativo aplicaba a sus conocidos y, como muchas veces sucede, así se le fue quedando como apodo.
     Me platicó que su tío nació en esta ciudad un 22 de noviembre de los años 20´s por lo que su nombre correcto fue José Cecilio. Sus hermanos fueron: Artemio, que era carpintero y que después también tuvo una cerrajería; Carlitos, que era sastre, y Chabela que fue obrera de la fábrica La Aurora. Hubo otro hermano que murió muy joven. Vivieron en la calle de Hernández Macías 123, frente a la panadería La Purísima de don Trini Campos.
     Fue producto de aquella escuela de imagineros de don Estanislao Hernández donde se formaron el maestro don Nicolás Vidargas, don Francisco López, don Antonio Domínguez, don Clemente Araiza y el propio hijo de su maestro José María Hernández. De aquella cepa siguieron: José Rodríguez González, la familia Almanza Ríos, el Ing. Arq. Leopoldo Ruiz Vázquez, el Ing. Martín Cadena, el pintor y decorador Luis Antonio López Arriaga, Camerino Quintanar, Enrique Pérez, etc; no fue mal discípulo pues a él se debe el “Misterio” que sacan durante las posadas en el templo de San Francisco, unos ángeles que tiene el templo de San Antonio y otros en el templo de Santo Domingo pero, sobre todo, las imágenes de San Vicente de Paul y San Luis Gonzaga que junto con San José están en el crucero poniente de la Parroquia de San Miguel.
     Para adornar las iglesias y capillas para las bodas no había que pensarlo mucho, se le comisionaba a José el Santero y él se encargaba de preparar todo lo necesario para que luciera la celebración. Para las fiestas religiosas igualmente conocía perfectamente qué tenía cada templo y su mente estructuraba el modelo y sus manos mágicas lo hacían posible. Espontaneidad, ingenio y creatividad fueron su fuerte
     Su sobrino y ayudante de confianza, desde los 8 años, recuerda con cariño aquellos festones de fresno que elaboraba el “Vaca”, encargado del Parque Benito Juárez, y que después con su equipo de colaboradores adornaba ondulante la cornisa de la Casa de don Ignacio Allende en ocasión de su natalicio. Igualmente pendían sendas ondas en los balcones y a los lados de la estatua de mármol blanco de nuestro héroe epónimo -obra de don Ernesto Tamariz-, y con esta ocasión también hacía un altar patrio que lucía espléndido; últimamente María, la hija de don Genaro Almanza, hace el altar patrio en el kiosco del jardín.
 
   Para la Semana Santa se multiplicaba pues era el encargado oficial en la mayoría de los templos y tenía que distribuirse con su personal para colocar desde el lunes lo necesario en cada uno para los monumentos del jueves; no requería de mayor sugerencia pues siempre procuraba realizar en ellos diferentes pasajes bíblicos. Como conocía qué tenía cada templo les sacaba provecho para confeccionar alegorías diferentes cada año. Así, empezaba en Santo Domingo, La Ermita, las Monjas, Santa Ana y la Tercera Orden, en la parroquia lo elaboraba mi papá -José Rodríguez Sánchez el “Sacristán”-, los seminaristas hacían los monumentos de El Oratorio, la Santa Casa y la Salud, el miércoles en la tarde y el jueves en la mañana los terminaba colocando la flor.
     En la Santa Escuela tenía la devoción de arreglar lo necesario para la celebración de la fiesta de Jesús Nazareno así que colaboraba con todo entusiasmo con don Jesús Méndez, el tío del Revo, don Pedro Rodríguez y varios más. En las fiestas de San Miguel Arcángel se le acumulaba el trabajo por la belleza de sus adornos era requerido en las celebraciones religiosas, cívicas y particulares. 
     Llegando diciembre sucedía algo parecido pues hacía con pasión y alegría los carros alegóricos de las posadas públicas de San Miguel, para ello se utilizaba el carretón de la basura aquel carromato que manejaba don Polo que vivía por la esquina de Canal y San Antonio Abad y al que había que tratar con pinzas porque se ponía sus moños y eran ya las ocho de la noche y dormido, había que darle  cran y a veces ni así caminaba; tiempos idos, quedan los recuerdos como aquel año en donde los protagonistas del carrito de la posada fueron los Toños, Toña Sánchez y Toño Correa que les gustó tanto el paseo que decidieron seguir sin carrito y formar una “pequeña” familia. Otra persona que también hizo la representación de María fue Adriana Lámbarri, hijo de don Roberto quien más adelante se casó con Gabino Carrandi, también salió de san José Manuel Ramírez el "Pelao”, su primo Manuel Gutiérrez, etc. El Santero era feliz con esa devoción en donde ponía toda su creatividad y era su gusto al ver esa representación, él escogía a los personajes y su hermana Chabela era quien los vestía él se debe también la colocación del nacimiento en el Kiosco y el arreglo general del Jardín Principal. Como siempre, era un problema que le pagaran los gastos en las administraciones municipales, poco y en abonos. En aquellos años eran los encargados de las fiestas: don J. Cruz Téllez el “Che”, don Alfonso Rodríguez el “Compadre” y don Gabriel Vidargas, el “Chino” Vidargas. Dentro de sus colaboradores estuvieron el Profr. Braulio Correa Pérez, don Chon Gómez -el papá del Pecheras-, el Burrita, aquel carpintero que vivía en la calle de Ánimas y él, entre varios más.
     Vaya como anécdota que nos compartió el Revo Méndez: estaba por el altar de San Martín de Porres en el templo parroquial y traía a sus ayudantes colocando apresuradamente los adornos necesarios para alguna festividad, apremiado por el tiempo, y que quedaran simétricos aquellos pendones, repartía voces para ajustarlos, como era su costumbre, no escatimaba algunas voces altisonantes para “apremiar” a sus colaboradores y, escuchando esto, con discreción se acercó el Señor Cura -cuyo nombre omitiré-, y le dijo discretamente: -hijo, cuida tus palabras que estás en la   Casa de Dios; -¡me vale…! fue su respuesta; molesto el sacerdote por la falta de respeto al lugar donde se encontraba y a la persona que le había reconvenido, le dijo: -¡te voy a excomulgar!, -sí, hombre, -replicó todavía. Pero más adelante, terminado el trabajo y ya sin la prisa aquella, comentó con preocupación con uno de sus ayudantes ¿de verdad me excomulgará el señor cura?
     De talla un poco mayor que el promedio, enfundado en aquellos pantalones de pechera que tanto se estilaron se le veía en las calles caminando aprisa pues siempre era requerido en la víspera de las celebraciones. Al final de sus días enfermó de cáncer y sufrió varios meses el terrible mal que lo llevó a la tumba; quien le apoyó en esos días terribles fue don Genaro Almanza, y falleció el 24 de enero de 1979; el Lic. Villasana lo tiene muy presente pues él como muchos de los sanjuaneros que caminaban hacia el Santuario de la Virgen y al llegar a la primera jornada se enteraron cuando don Manuel Zavala lo informó en el programa del Fisgón aquella tarde.
     Un cariño recuerdo para don José Rodríguez González, el Santero.

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