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Templo de la Villita en Apaseo el Grande






Por don José Buenrostro López
Cronista de Apaseo el Grande.

El 27 de marzo de 1874 llegó a nuestro Apaseo el Sr. Cura Lic. D. Francisco Licea y Borja quien pasaría los últimos años de su vida en ésta, entonces villa, hasta marzo de 1898 en que murió. Esos 24 años en Apaseo estarían llenos de obras que beneficiarían a la población en todos sentidos, inclusive en el material, pues ornamentaría la tranquila provincia apaseense. una de esas obras iba a ser la construcción de una pequeña capilla en lo alto de una colina al oriente de Apaseo, pues el señor Cura Licea la empezó en ell año de 1884 y la dio feliz término en el año 1887, según la crónica de don Benito Mendoza. Aunque desconozco la fecha precisa en que en este lugar, por demás decir bellísimo, empezó la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe, quiero señalar que antiguas crónicas y tradiciones orales me señalan detalles llenos de esa poesía, que las gentes sencillas imprimen a sus relatos y, así como tradición, cuento lo que me contaron.


Un pastor llamado don Quintonerio, al andar en esta colina con su rebaño de cabras y borreguitos descubrió al pie de un zapote, que desapareció en el año de 1957 al hacer la ampliación de la plazuela y el empedrado que todavía se vé lo que pudiera ser una roca partida dejando ver en su corazón unas vetas coloreadas que figuraban el perfil de una Virgen de Guadalupe.  El pastor se guardó su secreto y ocultamente veneraba a su virgencita y le llevaba frescas flores del campo para adornar el rústico altar que le había levantado, hasta que fue descubierta su veneración y por instrucciones del señor Cura trataron de traer la roca al Templo Parroquial; para eso, consiguieron un borrico que, al sentir el peso de la piedra, se tiró al suelo y no hubo poder humano capaz de hacerlo levantarse y caminar por lo que decidieron dejar la piedra ahí mismo encontrando en ello una muestra de predilección de la Virgencita que aparecía en la roca con aquellos tenues perfiles.

Nuestro pueblo, mariano por excelencia a la voz del párroco inició, con su asesoramiento, faenas de piedra descubriendose también yacimientos de yeso y cal como para soliaviar el costo de la obra en la misma colina y tampoco faltó el agua que manaba espontáneamente y que sirvió para que los albañiles no tuvieran ninguna preocupación por materiales tan necesarios en toda construcción.



Estos terrenos eran propiedad del Sr. Don Cipriano Camacho quien llevado de buenos sentimientos obsequió un lote para levantar la capilla. El terreno para formar una calzada que llevaría a las personas hasta el templo, era propiedad de don Amado Frías quien también obsequió lotes para casas y formar una calle y una pequeña plazoleta en dónde algunos vecinos de Apaseo fueron invitados a hacer fincas para ir dando al lugar cierta categoría.


Según testimonio fotográfico del año 1888 ya existía ese pequeño conjunto urbano que culminaría el señor Pbro. Don José Ma. Núñez en su estancia en Apaseo y que se caracterizaba por su Marianismo, gran inteligencia y don de gentes a quien debo muchos de estos recuerdos en las visitas anuales que hacía en los días de la fiesta de la Villita a visitar a la Virgencita de la Roca. En una de las últimas visitas que nos hizo por el año de 1957 acompañe al señor Cura Núñez, pues era de la Parroquia de Capuchinas en Morelia y en donde, en sus ratos libres escribía Historia del Arzobispado de Michoacán; grande fue su disgusto al descubrirle don Primo Rico, el capillero, la roca y comprobarr que habian tratado de aclarar más la imaen con frotesca pintura y agregando otras figuras como una virgen de San Juan de los Lagos y un Juan Diego, así como también algunos angelitos.

Siendo capellán de la Villita el Padre Nuñez en 1911 se bendijeron la campanas y el padre hacía verdaderos prodigios para restaurar el Templo y había urdido pedir limosna aún en las cantinas a donde iba con os parroquianos pidiéndoles la "copita de la Virgen" y se recuerda que en alguna ocasión uno de aquellos le ofreció una copa al padre Núñez, el cual solo la probó dejando el resto sobre el mostrador y cuando el que se la ofreció la quiso tomar solo encontró en ella agua pura.

En la época de la revolución y persecución religiosa estuvo muy abandonado el Templo y, una capilla que dedicó el padre Nuñez a San Isidro Labrador se vino abajo, todavía por los años cuarentas quedaban unos paredones y un tejaban sobre la ruina; todo esto desapareció por el año 1946 en que se amplió la Plazuela y se logró con el apoyo del Señor Cura Flores y la entusiasta colaboración de los habitantes del Barrio, el empedrado desde "la Mora" o sea donde termina la calle de Morelos hasta la Plazuela.
Digna de recordar la participación de tantas gentes en el logro de dignificar este barrio dedicado a honrar a nuestra Señora de Guadalupe; el señor Cura don Efrén Flores Rico lanzó la idea a través del periódico quincenal "El Heraldo" que entonces dirigía y un domingo nos apersonamos con el Sr. Cura y después de un repique de las campanas del templo que hizo juntar a los vecinos, el Sr. Cura me obligó a explicarles los planes que teníamos y entusiasmarlos para que dieran su aportación en forma de faenas de piedra y lograr acarrear así, la necesaria para el empedrado.  Siguieron las palabras de un vecino aceptando la idea y proponiendo un Comité para conseguir ayudas de vehículos para el acarreo del material y quedaron muy formales que el próximo domingo se iniciarían las faenas. Rubricó el acto el señor Cura haciendo notar que esta mejora que se pretendía mejoraría el Barrio y le daría un marco digno al templo de la Virgencita del Tepeyac y le atraería más gente a venerar su imagen.


 El domingo señalado el Sr. Cura me comunicó que el asesor que me acompañaría en esta labor de organización sería el Sr. Pbro. don Abel sereno, vicario de la Parroquia. Pero cuando nos presentamos en la Villita no había ni un alma para iniciar la faena por lo que nos regresamos hasta la calle de Licea donde consegimos con don Felipe Peña, el cañero, nos prestara un carro de dos ruedas pro sin la mula "que estaba trabajada y descansando". El padre Abel se puso la cincha del animal sobre el hombro y me ordenó que empujara. Desde ahí y luego por todo Morelos fuimos recogiendo todas las piedras sueltas que encontrábamos y subiéndolas al carro, y algunos vecinos al ver al padre Abel, en ese estado, se acercaron a preguntar qué andábamos haciendo y al explicarles que esa era la primera faena para el empedrado nos trajeron un burrito al  que de inmediato le pusimos la cincha y así hicimos otros viajes ahora con el acompañamiento de algunos niños.

Notable fue la ayuda de algunas personas como el señor don Abraham Vera dueño de la hacienda de El Tunal quien facilitó un bulldocer de oruga así como un plataforma y un tractor que sirvieron para nivelar la plaza y sacar tierra y llevarla a donde se necesitaba. Don Felix Frías también dio importante cooperación con su escrepa y consiguiendo ayuda pecuniaria para formar los taludes que formas la planicies escalonadas; don David Oliveros mandó sus trocas para el acarrreo de la piedra; don Braulio Benitez también cooperó con sus vehiculos; Miguel Loyola B., entusiasmando a los vecinos y personalmente subiendo la piedra a los vehículos y así mucha gente, que Dios sabrá recompensar sus esfuerzos y otras, que no dudamos, ya han recibido el premio de la Virgen de Guadalupe.

A estas fechas la fiesta en el Barrio de la Villita es quizá la que más gente reúne de las ferias de Apaseo. el día 9 de diciembre empieza el triduo que culmina la cuarentena en que, en las madrugadas, las juventudes apaseenses acuden rezando el Santo Rosario y se celebra una misa en el templo que se colma de fervientes guadalupanos y, por las tardes del triduo niños y niñas son llevados por sus madres, vestidos de inditos e inditas llevando graciosos trasteros o canastas repletas de flores que ofreces a nuestra Señora.

Los peregrinos de a Pie al Tepeyac se han preocupado ahora por mantener decorosamente el Templo y lugares adyacentes y el Sr. Cura don Pedro Muñoz Izquierdo realizó mejoras importantes para darle mas dignidad y amplitud a este conjunto religioso.


El día 12 a las cuatro de la mañana, los cohetes despiertan a todo Apaseo el Grande mientras la músicas lanzan sus alegres sones y se celebra una misa de madrugada, despms una misa de función presidida por el Sr. Cura Párroco y un predicador revive la hermosa historia de las Apariciones Guadalupanas del Tepeyac ante una multitud que ha llegado en peregrinación desde el Templo Parroquial, llevando coronas reales e imperiales de flores y también globos, cuetes, cantos músicas y rezos.



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