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Museo del juguete





 Por: Luis Felipe Rodríguez

San Miguel de Allende cumple en 2017, 475 años de existencia. Tiene un prestigio bien ganado como una población típica que ha sabido guardar sus costumbres y tradiciones. Caminar por sus calles es un encuentro con el pasado como un museo vivo donde encuentran edificios civiles y religiosos que nos hablan de historia, calles empedradas, torcidas, empinadas que se derraman sobre la ladera de un cerro para terminar en el valle de San Miguel.
En el bicentenario de la independencia, en septiembre, se agregó un atractivo más, novedoso, singular pero añejo y nostálgico a la vez. Un sitio para usted que viaja con niños o para usted que le gusta la nostalgia: “La Esquina”, el Museo del Juguete Mexicano, ubicado en Núñez #40. Cuenta con salas de exposición permanentes: “Jugando a la comidita”, “Jugando a la Casita”, “Amigos inolvidables”, “Geografía del juguete”, contiene máscaras, instrumentos musicales y atracciones de feria en miniatura. El ingenio y la creatividad que se utilizó para elaborar estos juguetes folclóricos son asombrosos.
Es un lugar encantado “habitado” por más de tres mil piezas de la colección de la Maestra Angélica Tijerina quien lo ha reunido a lo largo de más de 50 años y que son parte de la historia de la producción artesanal en México. Con el mismo cariño que lo formó hoy quiere compartirlo y ha formado una fundación que tiene como objetivo central dar a conocer su colección de juguetes populares tradicionales, exaltando sus características de manufactura, materiales de elaboración y función social, rescatar y preservar esta actividad artesanal a la vez que promover la venta de estos productos en beneficio directo a los artesanos. Ofrece: Exposiciones temporales. Talleres para niños, visitas guiadas, áreas multimedia, tienda, terrazas y cursos para docentes.
A mi pregunta de porque siendo regiomontana eligió a San Miguel para establecer este museo, la maestra sonríe y me contesta que fue esta ciudad a donde viajaron cuando se casó con don Alfredo Pérez Salinas y a la vuelta de varios años y frecuentes viajes adquirieron esta propiedad que por casi treinta años fue su lugar de vacaciones y hoy la ceden en comodato a “La Esquina Museo del Juguete Popular Mexicano”. La propiedad tiene una ubicación inmejorable y en su adaptación se conserva la arquitectura típica de San Miguel de los años ochenta, para el museo solamente se decidió transparentar sus espacios suprimiendo madera y herrería y agregando estantes de fierro y vidrio, utilizando materiales y mano de obra sanmiguelense.
En esta evolución de la producción de juguetes con materiales novedosos, el museo del Juguete Popular Mexicano es un edén donde los pequeños conocen los juguetes que nos hicieron disfrutar de la mejor etapa de la vida. Juguetes a veces sencillos, a veces no tanto, pero todos ellos con un denominador común: la creatividad. Fue concebido como un espacio dedicado a estimular el desarrollo educativo de la población infantil, que les permita valorar el juego como medio de estímulo a la imaginación, la interacción social y la cohesión familiar, recuperando las tradiciones asociadas a los juegos que caracterizan la cultura nacional y manteniendo un estrecho contacto con los artesanos productores de juguetes tradicionales. La colección tiene la particularidad de estar integrada por juguetes rústicos artesanales en el marco de la diversidad cultural del país.
En una vitrina están algunos de los moldes originales con que se elaboraba la cartonería. Muñecas, máscaras, caballos, cascos, etc. salieron de estos ejemplos. En otra va a encontrar muchas muñecas porque la fundación Fox apoya a una cooperativa de personas que visten a las muñecas con los distintos trajes regionales de la republica pero todo es de tela, salvo la cara que son de plástico. En otro sitio se reencontrará con aquellos “compañeros inolvidables”: máscaras, títeres, trompos, sonajas, matatenas, ruedas de la fortuna, carruseles, equilibristas, boxeadores, baleros, sonajas, silbatos, matracas, canicas, trompos, yoyos, perinolas, cochecitos, aviones, lanchas, trenes, camiones, boliches, espadas, etc. casi todos de madera, aunque, según la región, algunos están elaborados con la espiga de trigo, bicicletas de alambre, caballitos, algunos de madera sirven para mecerse y otros más de carrizo con cabeza de cartón; muñecas de trapo, cartón o barro, total, un mundo fantástico.
En su colección la Maestra Angélica Tijerina ha dado preferencia hacia aquellos juguetes que han sido producidos por artesanos populares que utilizan técnicas heredadas de padres a hijos: pinturas y lacas que se obtienen de minerales, semillas aceites que ellos mismos producen a través de semillas o a través de algún animalito, etc. Aunque la mayoría de los objetos son fabricados de barro y madera, también encontramos fibras vegetales (en México se aprovechan 52 tipos diferentes), hojalata, hueso, lana, palma, tule, carrizo, totomoxtle, vidrio, cerámica, plástico, etc.  
Junto a la recepción el museo conserva casi intacta la cocina original por lo que normalmente está decorada con utensilios típicos la región o sus alrededores de manufactura artesanal: loza de mayólica, barro vidriado, cobre, todo lo que se puede conseguir en la región. Pero a inicios de este año cambió la decoración y se utilizó como exposición temporal por lo que usted se encuentra con una hermosa colección de nacimientos de muchos lugares de la república. La lista de los lugares donde se produjeron estas humildes joyas es interminable pero es una muestra de aquel tiempo en que las generaciones pasadas manipulábamos nuestros juguetes y con ello desarrollábamos las capacidades prensoras y la motricidad gruesa y fina, etc. Imágenes que nos evocan familiares, amigos compañeros de juegos infantiles como las rondas y tantas actividades con que llenábamos las horas en ese ambiente lúdico de socialización y respeto hacia los mayores, cuando las travesuras concluían en regaños y los excesos en castigos que, salvo casos extremos, no nos dejaban “traumados”, como a los niños de este tiempo.   
Dentro de la oferta que tiene encontramos: exposiciones temporales y permanentes, talleres, cursos, diplomados y visitas guiadas de martes a domingo; y dentro de los propósitos del museo está el recuperar las tradiciones mexicanas y proyectarlas hacia el futuro y apoyar un poco a los artesanos quienes tienen otra actividad primaria pues esta labor no tiene la demanda necesaria para dedicarse por completo a ella; con el apoyo de algunas instituciones (SEP, FONART, CONACULTA, VALUE, PARQUE BICENTENARIO, SRIA. DE TURISMO DEL EDO.) promueve un Concurso Nacional con diez categorías, con tres primeros lugares cada una y un galardón nacional además de menciones honorificas. Al final de su visita termina usted con unas terrazas increíbles que le ofrecen un bello panorama del centro de la ciudad. Antes de salir puede usted apoyar este esfuerzo y adquirir algunos de los productos de artesanos que han participado en los concurso pasados.
Pese a este esfuerzo el enemigo es muy poderoso pues la producción nacional e internacional de juguetes es cada día más sofisticada y la promoción de los mismos deslumbra no sólo a los niños sino a los mismos padres quienes gastan cantidades enormes en procurar a sus hijos artículos que cada día tratan de retratar con mayor fidelidad el mundo que nos rodea y dejarlos sólo como observadores en ese mundillo virtual ajenos a prácticas “añejas” de imaginación de generaciones menos desarrolladas.
En fin, "La Esquina”, el Museo del juguete popular mexicano es una ventana al ingenio y la creatividad de los artesanos de este país con raíces del pasado indígena y las influencias hispánicas que llegaron en la época colonial, artículos híbridos llenos de colores, reflejados en materiales naturales y formas hispano-orientales.
Este museo espera su visita en Núñez # 40 en el centro de la ciudad, vale la pena pues es: un sitio donde la sencillez se hermana con el asombro.




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