SER Y CREER, DOS VERBOS EN LA POESÍA DE JUAN MANUEL RAMÍREZ PALOMARES
SER Y CREER, DOS VERBOS
EN LA POESÍA DE JUAN MANUEL RAMÍREZ PALOMARES.
Juan Manuel Ramírez Palomares |
La
dúctil lengua de cervantes, la prolija, la rica, la exuberante, nos puede
llevar en péndulo del optimismo al pesimismo con un mismo verbo. Generar antípodas dependiendo de
contextos, ofrecernos más de una
machicuepa existencial a partir de cómo se conjuguen o
quiénes los blandan como estandarte y blasón.
Juan
Manuel Ramírez Palomares (león, gto 1957) es poeta, lo es en esencia y
presencia, lo es sin artificios y sin documentos que lo acrediten, ¿por qué
acaso usted conoce con certeza el acta de nacimiento o en su caso de defunción de las palabras
simples como: viento, polvo, tajo, humo, casa?
Las
palabras no precisan de la heráldica añeja para prestigiarse, basta que el poeta,
el auténtico, las presente en cadenas sintácticas acaso impensables, acaso
inauditas.
Juan
Manuel es poeta por destino, por elección, por las purititas ganas de darle
baños de oro o fango a las palabras.
A
sus años, este hombre ya descendió al infierno dantesco y mantuvo concubinato
con más de una musa del parnaso. A su edad fue arañado y acariciado sin ripios
ni pausas. Supo del agridulce desencanto de unos labios, del hipócrita
reconocimiento y el sincero menosprecio.
Él
es, no cree ser como aquellos que se autonombran vates impolutos, presidentes
de augustas sociedades, jueces tuertos en tierra de ciegos, que lo mismo dictan
anatemas a los que no les rinden, que se pierden en los laberintos del poder.
Juan
Manuel no se cree, simplemente es.
Su
credo radica en el discurso metafísico e inasible de la trascendencia de la
vida y la muerte, la compañía y la orfandad.
El
espejo incorruptible de los años y sus daños, el lacerante recuento que ya
cicatriza, ya vuela, ya se aleja.
La
revivida ilusión, el parvo verso que en su cortedad convoca universos.
Arribo
y despedida, remembranza, otredad, profecía cumplida.
Disfrutemos
del primigenio verso del poeta:
A CIERTA DISTANCIA
Y
desde lejos
La
vida cambia en el crisol del tiempo
Quedan
fragmentos de lo que fue un día
La
memoria
El
nunca más con algún ayer
Doliente
y mustio
Son
horas y años
Acontecer
contigo
Otros
de la luz perdida en el camino
Una
mano y otra
Los
pasos recobrados
El
reloj desvaído
La
mirada dividida
Si
hay sombra es un remedio
del
hombre que mira
detrás
de la ventana extiende la mano
para
tocar ¿un rostro?
Una
huella
Su
propio aliento.
LOS ADIOSES
Uno llega a la Vida
para despedirse desde el umbral.
Deja atrás el cálido recinto,
la tibia fuente, los dos en un latido.
Y ya después
con un nombre en las espaldas,
deja atrás el tierno anonimato
Y pasa a ser Juan o alguno con su cara.
Pasan los días, el tiempo inmortal.
Y a cada paso
se queda la pisada.
U camino anterior es sólo huella,
lo que pasó que ya no eres.
VIDA
Transida
de luz que desvanece,
Se
hace de luto que pondera el vacío.
Boca
sedienta en la mitad del río,
Longitud
de mis años que envejece.
Corporal
testimonio de paciencia,
Marca
del tiempo en el árbol más fuerte,
Sanguinaria
inocencia de la muerte,
Torcida
y vana flor de la conciencia.
Yace
crespón entre tus manos frías
Arrancado
en un tajo apresurado
Del
cordel enamorado de las mías.
VIBRACIÓN MINERAL
Sopla
el viento
Áureo
polvo se levanta
Grave
la tarde
Luz
áurea
Miel
en brama
Madre
veta
Piedramadre
Dolorosa
Acrisolada.
*Ilustraciones de la artista Remedios
Varo
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