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Esto es Apaseo el Alto ¡Ven a ver!

Esto es Apaseo el Alto… ¡Ven a ver! 
Apaseo el Alto... un lugar donde habitaron los Dioses del agua y la fertilidad de la tierra
Apaseo el Alto es un pueblo de origen prehispánico, del que no se sabe su edad en virtud de que hasta la fecha no ha existido investigación alguna sobre los restos arqueológicos que se ubican en las inmediaciones del poblado. Por algunos testimonios se sabe que se le denominaba Rahatzi “Pasar del otro lado “ debido a que era el paso obligado desde la última frontera del reino de Michoacán a la Gran Chichimeca, conocida actualmente como “El Bajío”.

Dotado generosamente por la naturaleza, se encuentra salvaguardado por agrestes montañas que le sirvieron en la antigüedad como murallas contra los ataques de otras tribus y contra las inclemencias del tiempo, montañas que a su vez fueron las primitivas viviendas del hombre que habitó por vez primera ésta región; cavernas que huelen a civilización antigua, a hombres y mujeres que fabricaron arcaicos objetos de piedra para satisfacer su abasto de alimentos.

En elevaciones montañosas hasta de 2500 msnm el hombre pobló el sitio, con la garantía de seguridad, abasto de alimentos naturales y gran variedad de animales para domesticar y cazar para su sustento, pero ante todo, una gran cantidad de agua, agua azul, privilegio de algunos pueblos que pasados algunos siglos desde su descubrimiento, se sigue consumiendo pues se asegura que es garantía de longevidad. 

Aquellas cavernas que algunos siglos habitó, fueron abandonadas para construir nuevos pueblos acordes con su desarrollo cultural, usaron la piedra que en abundancia había y con techumbres de pastos naturales y breñas de los alrededores, diseñaron pueblos con mayor trazo y orden acorde con las jerarquías de sus cacicazgos y para sus dioses construyeron en la cima de las montañas, enormes Cués dedicados a sus dioses: el agua, la tierra, el viento y la madre naturaleza. 
Pero el paso de los años ha ido devastando lo que el hombre le sumó a la naturaleza y no obstante su alto grado de destrucción, sus vestigios merecen una visita y soñar con su restauración.

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