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CXX Aniversario del inicio de la construcción del Templo del Sagrado Corazón de Jesús

CXX Aniversario del inicio de la construcción del Templo del Sagrado Corazón de Jesús
6 de enero 1896 - 6 de enero 2016

Símbolo de identidad de los Apaseoaltenses

Padre Francisco Licea y Borja
Por: Francisco Sauza
Cronista de Apaseo el Alto, Gto


El próximo 6 de enero de 2016, pueblo de Apaseo el Alto y sus comunidades, autoridades civiles y eclesiásticas estarán de plácemes, vivirán un día muy especial en la vida de la comunidad y su parroquia, pues el edificio más importante del Patrimonio Cultural Tangible del Municipio de Apaseo el Alto: el Templo del Sagrado Corazón de Jesús cumplirá ciento veinte años de que se colocó la primera piedra del hermoso, importante y emblemático edificio.

Si nos pudiéramos remontar a finales del siglo XIX (1896) y tratásemos de considerar la posibilidad de construir una iglesia de las dimensiones de la que contemplamos en la actualidad, seguramente llegaríamos a la conclusión de que era un sueño utópico, quizá imposible, fuera de las posibilidades económicas de los habitantes del pueblo y jurisdicción; jornaleros de las haciendas vecinas, arrendatarios algunos de pequeños solares de las haciendas de San Cristóbal y San José; muchas familias de alfareros y unos cuantos prósperos comerciantes.

Por principio de cuentas, seguramente prevalecía la oposición de las autoridades eclesiásticas de la Parroquia a la que se pertenecía, pues conseguir que un Capellán y luego un Vicario Cooperador atendiera el templecito de San Andrés Apóstol fue toda una epopeya, pero para fortuna de los Apaseoaltenses, también hay clérigos que se suman a las causas de la gente más desposeída.

Padre Francisco López Cumplido
Un problema sería también, nivelar un terreno situado en una pequeña montaña, sobre rocas que no sería fácil demoler y luego trazar y hacer cimentaciones que sostuvieran el monumental proyecto.
Y quizá la situación más apremiante sería el factor económico, pues sostener una obra de tal envergadura sería una losa muy pesada para un pueblo que no tenía la garantía de un trabajo estable y bien remunerado.

 A ciento veinte años del inicio de la obra, prácticamente toda la sociedad Apaseoaltense desconoce la magnitud del esfuerzo de los Apaseoaltenses por hacer  de un sueño,una realidad, un templo a la altura de su nombre, de sus creencias y de su fe.

Antecedentes:

En 1885  el Pbro. Santos Maria Carvajal recibió del sacerdote José de Jesús Narváez Franco la Vicaria Auxiliar del pueblo de San Andrés Apaseo el Alto, cuyos habitantes estaban aún padeciendo los estragos de las graves sequías de los años anteriores y sumidos en la pobreza con la que convivían desde toda la época colonial.

El templo de San Andrés, iniciado en 1833 y terminado en 1870 era el único edificio religioso con que contaban y resultaba insuficiente para albergar a los pobladores de la comarca, en especial cuando recibían al Arzobispo de Michoacán para que realizara las Confirmaciones que casi siempre eran a principio de cada año.

El Vicario se veía en la urgente necesidad de contar con una iglesia que diera cabida a toda la gente que asistía a cada uno de los llamados y que provenían de los alrededores, inclusive de rancherías de Tarimoro y Jerécuaro.

Padre Hesiquio Ramos Figueroa
Con el apoyo del Señor Cura Párroco de Apaseo, Don Francisco Licea y Borja, y realizados todos los trámites ante del Gobierno eclesiástico de Michoacán, el Padre Carvajal se echó a cuestas la tarea de encabezar la construcción de un templo a la altura de su pueblo y fue así como se llegó el 6 de enero de 1896, con una algarabía inusitada, se reunió el pueblo y feligreses de los alrededores en un terreno que había sido propiedad de la señora María Concepción González y vendido a Crescencio Ávila a efecto de levantar una histórica acta que reza en el tenor siguiente:

“En el pueblo de San Andrés el Paso, a los seis días del mes de Enero de 1896, gobernando la Iglesia Universal la Santidad del Señor León XIII, la Arquidiócesis de Michoacán el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Ignacio Arciga, siendo Cura de Apaseo el Párroco y Presbítero Licenciado Don Francisco Licea y Borja, Teniente-Cura de esta Vicaría el Pbro. Don Santos María Carvajal, Presidente de la República Mexicana el Ciudadano General de División Don Porfirio Díaz, Gobernador del Estado de Guanajuato el Señor Licenciado Don Joaquín Obregón González, Jefe Político Auxiliar de esta Demarcación el Señor Fabián Márquez y entendiendo en la Visita General de la Arquidiócesis y particular de esta Vicaría, el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo de Michoacán ya expresado, Su Santísima Ilustrísima y Reverendísima colocó a las cuatro de la tarde, rodeado de un gran concurso del pueblo, con el mayor entusiasmo y general regocijo, la primera piedra del templo que con el favor divino se va a levantar en esta población, en honor del Sacratísimo Corazón de Jesús; apadrinando acto tan solemne el referido Señor Cura Párroco Don Francisco Licea y Borja, el Señor Pbro. Don Jesús Narváez y los Señores Don Francisco Urquiza, Don Luis Romero, Don Juan Oliveros, Don Luis Arteaga, Don Marcelino Ávila, Don Luis G. Sánchez y Don Emeterio Serrano. Firmamos la presente para la debida constancia y el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo y los padrinos. 


Mons. Ignacio Árciga
Y como por causa de sus enfermedades no pudieron asistir al acto, ni el Señor Cura Don Francisco Licea y Borja, ni Don Emeterio Serrano, nombraron respectivamente como sus representantes al Señor Pbro. Don Santos María Carvajal y al Señor Don J. Trinidad Camacho quienes por ellos firmaron.”

Dos años duraron los trabajos de construcción de la iglesia, pues en 1898 debieron suspenderse las obras debido quizás a la pobreza imperante entre los escasos habitantes del villorrio. Sin embargo, quienes participaron en esa primera etapa habían logrado cimentar de hecho y coloquialmente hablando, lo que años más tarde sería una obra monumental, pues cavar cepas en plena roca, rellenar los muchos metros de pendiente sobre el terreno donde se inició la construcción y acarrear en sus espaldas miles de toneladas de piedra que se llevó la cimentación fue una tarea nada fácil para cualquier persona. Hubo otros intentos por reiniciar las obras, pero solo se avanzaban unos cuantos metros en el levantamiento de gruesos muros; lo intentaron una y otra vez, pero solo eran maniobras transitorias.

Correspondió al Pbro. Francisco López Cumplido reiniciar las obras en 1908, en los albores de la mayor gesta armada del país, durando casi tres años la ardua tarea, con miles de obstáculos propios de la época y las circunstancias, pero movidos por la intangible fuerza del espíritu indómito heredado de los antiguos habitantes del todavía pequeño pueblecito. Las obras se suspendieron en 1911, cuando la Revolución Mexicana se había iniciado ya y los pueblos se quedaban solos por el aporte de sus gentes a la causa revolucionaria.

Mons. Ignacio Ruiz Árciga
Fue hasta 1914, año en el que el Pbro. Hesiquio Ramos Figueroa reanudó las obras de construcción del templo, pero solo un año lograron mantenerse los trabajos, pues sostenerlas era casi imposible; los estragos de la revolución eran desgarradores, la pobreza se había agudizado y no había empleadores en los campos agrícolas, la fertilidad de la campiña Apaseoaltense no bastaba para sostener la economía familiar y  las aportaciones económicas y de mano de obra para el templo estaban muy lejos de sus paupérrimas posibilidades.

Sin embargo, el ferviente deseo de los habitantes de Apaseo el Alto de tener su templo era muy superior a sus limitaciones económicas, pues la economía del país era insostenible; no había paz social, abundaban los saqueos de vándalos pseudos revolucionarios, motivo por el cual el proyecto quedo paralizado entre 1915 y 1916. Entre 1926 y 1929 se presentó la Revolución Cristera y las diferencias entre la iglesia y el Estado impidieron cualquier intento de re anulación de las obras.
Durante los años que estuvo suspendida la construcción del templo, aquellos cimientos y paredes del proyecto tan largamente anhelado, sufrieron los estragos del abandono y falta de continuidad de la obra; hierbas y breñas proliferaron por todos lados a tal grado que aquello parecía ruinas milenarias abandonadas.

El proyecto original, elaborado por el Arquitecto mestizo de Apaseo de nombre Marín Virgen, consideraba un edificio a la usanza de los templos tradicionales con un arco principal en el pórtico del edificio, en cuyo interior solo habría de tener una nave central única, orientada de norte a sur y a lo largo del angosto terreno. Al llegar la década de los 30´s las ruinas del abandonado templo eran utilizadas por las personas que vendían comida para prestar sus servicios culinarios a la gente que acudía a la plaza en días festivos; al lado poniente del pórtico se ubicaba la casita de adobe del señor Zacarías Lara y al lado opuesto se ubicaban otras humildes viviendas.

A principios de 1941, por disposición de las autoridades eclesiásticas, el Pbro. Aureliano  Baeza -quien había llegado en 1937- entregaría a un joven sacerdote las riendas de la Vicaría, ante la inconformidad y las protestas de la feligresía que se había encariñado con su guía espiritual.

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