Nicolás Cuéllar
Por: Luis Felipe Rodríguez
“Nicolás Cuéllar, el alma de San Miguel”. Exposición pictórica
en el vestíbulo del teatro Ángela Peralta del 15 al 31 de diciembre.
Nicolás Cuéllar (10 de septiembre de 1927 – 17 de mayo de
2010)
Fue un artista amante de lo mexicano y de los movimientos pictóricos
de su tiempo. Nació y vivió la mayor parte de su vida en la misma casa en el
centro de San Miguel Allende (Calle de Jesús # 42), y es de los pocos artistas
nativos de la ciudad. Inició su carrera desde niño de manera autodidacta,
pintando imágenes de santos, debido a que su mamá era una católica practicante
y porque las monjas de su escuela lo impulsaron a esa tarea, al darse cuenta
que el niño tenía una especial habilidad con el pincel al pintar al óleo. Hizo
algunas esculturas en cantera.
Sus padres fueron Nicolás Cuéllar Vázquez que inicialmente
trabajó en una fábrica de telas y luego se dedicó a la venta de huertas de su
familia, su madre Eleuteria Hernández Pérez era ama de casa. Tuvo tres
hermanos, todos mayores que él con gran diferencia de edades, situación que le
hizo crecer muy solo y metido en su mundo infantil; este hecho favoreció su
ingenio infantil e imaginación creadora que le hicieron desarrollar una gran
precocidad que con los días lo convirtieron en un niño fuera de serie. Para Jesús
Nicolás los días de su infancia fueron mágicos, no exentos de dolor. El artista
lo recuerda así "Crecí al lado de mi madre y hermanos: dos hermanos
(Antonio y Federico) y una hermana ("Luz ¡mi adorada hermana! que tanto me
quiso" (Autobiografía). Con su padre existía una gran complicidad y un
inmenso amor y siempre recordaba la frase que su padre le dirigía al llegar a
casa: "Encuéntrame en el tiempo y dame tu pensamiento"
(Autobiografía), regalándole una golosina o una moneda. Es por esto que ante la
prematura muerte de su padre -Jesús Nicolás tenía solo 10 años de edad- sintió
mucho su partida, inmortalizando ese acontecimiento en una pintura llena de
dramatismo donde se ve al niño ante un ataúd y a la que llamó "Mi
padre" (1996).
Era muy creativo y talentoso y entre sus juegos preparaba
sesiones de cine para sus amigos, como los muestran dos de sus pinturas
emblemáticas: "Los juegos de Nicolás" (1977), y "Niños jugando
alrededor del templo" (1977), ambas de claro carácter autobiográfico.
Sus hermanos mayores le llamaban "Ingeniero", por
su habilidad en la construcción de artefactos y reparación de máquinas, que
también plasma -años después- en diversos lienzos como "Metamorfosis
urbana" (1990), y "Maquinaria" (1978),
Se enamoró muy joven y se casó a los 21 años con la que
sería su primera musa y esposa hasta el final de su vida, María Socorro
González (a la que llamaba "Coco"), una inteligente joven de gran
belleza mexicana originaria de Dolores Hidalgo, población vecina a San Miguel
Allende, con la que procreó seis hijos y de los que siempre se sintió muy
orgulloso. De recién casado se mudó a la Ciudad de México con su familia y -de
manera formal- comenzó a estudiar pintura en la Academia de San Carlos en 1954,
pero al año siguiente, regresó a su ciudad natal donde continuó sus estudios en
el Instituto Allende de 1955 a 1957, donde tuvo como maestros a James Pinto y
Jack Baldwin de quienes siempre conservó los mejores recuerdos. James Pinto
-discípulo de Siqueiros- le enseñó muralismo. El joven pintor admiraba a Diego
Rivera y quería imbuirse en la Escuela Mexicana de Pintura y ser creativo. Por
todo esto el Instituto Allende, se adecuó mejor a su interés y disposición y lo
consideró como una Escuela de Arte que contribuyó en gran manera al cultivo de
lo que había descubierto era su vida: la pintura. Otro factor relevante fue que
empezaba a ser reconocido como un alumno brillante "con un trazo muy fino
y creativo", según declaración del James Pinto. Eventualmente, otro
maestro y asesor suyo fue Rufino Tamayo, en una de las ocasiones que visitó el
Instituto. De esta época destacan litografías como "Niños con
estrellas", "El penitente", "Charamusquera". En 1962,
recibió una beca para estudiar en el Brooklyn Museum Art School de Nueva York,
donde su estancia fue muy fructífera. Allí entró en contacto con los grandes
maestros de la pintura renacentista, moderna y contemporánea como Rembrandt, De
Chirico, El Bosco, Brugel, Cézanne, Gauguin, Lautrec, Modigliani, Alexander
Laktionov, Pablo Picasso, entre otros. Algunos de ellos le causaron una honda
impresión e influencia. Conoció, diversas vanguardias artísticas de esa época
como el surrealismo, cubismo, expresionismo abstracto. Nicolás Cuéllar concluyo
sus estudios en 1963.
Regresa a México en 1964 buscando el colorido e inspiración
de su patria tratando de recuperarse de su estado enfermo y depresivo causado
por el mal tiempo de Nueva York y los hechos violentos del magnicidio de
Kennedy y la Guerra Fría entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética que
estaba en uno de sus momentos álgidos a pesar del fracaso de la Bahía de
Cochinos en 1961. El peligro de otra guerra mundial, le pareció siempre
aberrante y lo denunció en su serie pictórica "La guerra y la paz",
con pinturas tan relevantes como "El imperio de mil caras" (1972),
"Construyendo destinos" (1982), o "Imperio del mal" (1978).
En contrapartida, su amor por la paz puede apreciarse en su fascinante obra
"La cultura y la paz" (1997).
Quienes lo conocieron personalmente lo recuerdan elegante,
distinguido, prefiriendo la ropa de color claro y siempre usando un sombrero,
que empezó a utilizar desde muy joven, en la década de 1940, donde al
quitárselo se descubría su abundante cabellera. Todos los días el pintor dejaba
su casa en San Miguel de Allende para pasar el tiempo en una banca del jardín
principal de la ciudad y frente a la Parroquia de San Miguel Arcángel, ícono no
solo de la ciudad sino de su propia obra, donde pinta, dibuja, proyecta bajo
variadas modalidades y estilos la Parroquia. Esto lo hacía después de pintar
por varias horas en su estudio por la mañana. Su trabajo pictórico fue muy
intenso y fructífero. Nicolás Cuéllar desarrolló la mayor parte de su carrera
en San Miguel de Allende, ciudad a la que siempre amó, siendo muy respetado por
la comunidad artística como un maestro.4 En su casa recibió a cientos de
amigos, artistas, y turistas de diversas partes del mundo interesados en su
arte. De muchos de ellos fue maestro.
La casa tenía una galería y un estudio
donde exhibía parte de su obra caracterizada por el surrealismo mágico de su
creación y la influencia mexicanista y llena de folklore de su primera época,
donde una vieja máquina de coser Singer propiedad de su madre y cubierta con
una manta pintada a mano, le servía como escritorio en la recepción.
Nicolás Cuéllar murió en 2010, en la ciudad que le vio
nacer, acompañado por el amor de su familia: su esposa María Socorro
("Coco", así siempre le llamó) y sus hijos, de quienes se sentía muy
orgulloso. Sus restos reposan en la cripta familiar en la Basílica de Guadalupe
en la Ciudad de México.
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