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Las Capillas de Indios





Por:  Luis Felipe Rodríguez


CAPILLAS DE INDIOS
San Miguel de Allende es algo más que 64 manzanas que conforman la Zona Patrimonial y su zona de amortiguamiento. Quedarse con esa idea sería despojarla de uno de los soportes más importantes que tiene: su Patrimonio Inmaterial. Ése es el San Miguel Mágico que todavía algunas almas sencillas pueden percibir al ingresar a su misterioso entorno que resguarda bajo el polvo de los siglos, la incuria oficial y el desconocimiento de muchos de sus propios habitantes.
Miguelito Malo, descubridor de “Cañada de la Virgen”, dice que el indio cambió viejas y arraigadas creencias por la verdad que trajo e impuso el invasor español: conquistador o misionero. La liturgia y ritual católicos deslumbraron al aborigen. Entraron al través de sus ojos y se apoderaron victoriosamente de él. Mas el indio supo diluir, mezclar, fusionar y disfrazar residuos de su ancho pasado religioso e injertarlo en el contenido, fuerza y esplendor del nuevo culto. Transculturación que funcionó intensa y largamente.

De ahí que, en San Miguel de Allende, dentro de la misma ciudad y en ranchos circunvecinos, haya incontables y bellas capillas de indios que ofrezcan -dentro de construcciones primitivas- peculiares y variadas expresiones de santos, cruces y misterios, muy personales y sugerentes. Las capillas o calvarios de la conquista se autorizaron mediante cédulas reales y a petición de los indios prominentes: caciques y conquistadores. La Metrópoli condescendía a estas instancias. Así pagó, muchas veces, favores, sometimientos, alianzas o fidelidades políticas y religiosas.
En cada una de estas capillas hay cuatro clases de cruces, de exclusiva manufactura indígena: la de madera dorada y Cristo de bulto; las de espejos con el Sol, la Luna, insignias de la pasión y una o un grupo de ánimas en su peana; la de madera pintada de negro con distintivos iguales a los de las anteriores y la codiciada y toral Cruz Mayor. Las de espejos y aquellas de madera teñida las llevan a los templos cuando los indígenas quieren que recen a sus muertos solemnes responsos y vigilias
Este año que celebramos los 475 años de la fundación de San Miguel se cumplen también 25 de que, para realizar la Maestría en restauración, la Arq. Olga Adriana Flores, tomó como objeto de estudio la Capilla de Casqueros, de San Miguel Viejo. Durante dos años observó, midió y analizó cada centímetro de los vestigios de la Capilla Madre de la ciudad. De la que opina que, aunque ahora ya está integrado al edificio como parte dela sacristía, originalmente estaba separado y era un calvarito en donde, ella supone, se utilizó como ara, como altar en una posible capilla abierta.

Las modificaciones que ha recibido la capilla la han cambiado porque originalmente sólo la fachada estaba aplanada y después, en una restauración se aplanaron los tres lados restantes. Le cambiaron el color que tuvo. La capilla es barroca, pero tiene algunas curiosidades su fachada: en el arco está un Cristo con piocha, rosetones típicos de los templos levantados por manos indígenas, arriba de la imagen de San Miguel se observa un águila y un nopal. En el atrio sólo había cuatro hornacinas, pero sí huellas de las otras dos por lo que fueron recuperadas, probablemente para el rezo del Vía Crucis. En el interior debió haber habido los símbolos de los evangelistas, aunque ya sólo está el ángel y otro ha sido visto en la terraza particular. Igualmente sospecha una intervención que bien pudiera ser fechada como de finales del siglo XIX por presentar ciertos elementos pseudo góticos que tendrían relación con aquella moda de don Zeferino Gutiérrez.

Para titularse Olga Adriana eligió, de las casi 300 capillas existentes en el municipio, 13 de ellas. Las características comunes eran el estar, como la primera, a la vera del río Laja y englobarlas en lo que denominó: La Ruta de las Capillas Virreinales. El propósito de la profesionista no fue hacer un producto turístico sino provocar a los sanmiguelenses a conocer las joyas que en herencia recibieron de un pasado, tan rico como desconocido. Cuando usted recorre el camino de la Ruta actual va encontrando a su paso muchas otras, algunas en regulares condiciones y las más, sólo pedazos de muros. Las mejor conservadas son las que les han dado un uso como: recámaras, bodegas, corrales, trojes, etc. Sí, tristemente. Ese uso les ha permitido sobrevivir. Las más están sin techos, sin puertas ni marcos. A aquellas se les da un uso y si no es el ideal por lo menos las cuidan un poco.
Las capillas de esa Ruta inicial son: 13 y la propuesta fue terminada en 1998 como proyecto de su tesis. Desgraciadamente, como sucede con frecuencia, la falta de cultura de algunas autoridades impidió que hubiera un apoyo para llevar a cabo dicha Ruta de Capillas Virreinales. Fue hasta la administración 2009-2012 cuando se aplicó un recurso para restaurar seis de las 13: Montecillo de Nieto, Banda, San Isidro de Banda, Oaxaca, Cruz del Palmar y San Isidro Capadero.
El nuevo proyecto comprendía rehabilitar la vialidad, señalética, promoción turística y un apoyo para los lugareños quienes recibieron una mediana capacitación para explicar las características principales de los inmuebles –lo que además representaba un conocimiento sobre el valor de su herencia patrimonial común y con ello el aprecio y cuidado- y les generara un beneficio económico; un espacio de descanso en donde encontrarían baños, comida típica elaborada por mujeres de la localidad. El viaje se podría hacer en bicicleta, moto, caballo o en otro vehículo.

Salvadas todas las recomendaciones del INAH las capillas fueron restauradas y el proyecto se inició con los mejores augurios. Tristemente la falta de continuidad de las administraciones no ha permitido una mayor demanda de esta experiencia que ofrece el área rural sanmiguelense que se pudiera mostrar con orgullo estas joyas virreinales que vale la pena conocer, como lo intentó su creadora la M. en Arq. Olga Adriana; y a eso sumamos también el desconocimiento de varios de los religiosos encargados de tales capillas.
Lo ideal sería realizar el recorrido teniendo un poco de información sobre las Capillas de Indios para apreciar mejor esta experiencia que resulta enriquecedora gracias a la información que se brinda en cuanto a las anécdotas, seres míticos, ritos y festividades que se llevan a cabo en cada una de las capillas. La construcción inicial, es dedicada a la Virgen de Guadalupe, en Montecillo de Nieto escucharán la leyenda de un ser mágico llamado Chan que alimentaba el ojo de agua -hoy extinto- que habitaba ahí.
Cada una tiene una historia diferente que le cautivará. Contribuye el horizonte semidesértico ocupado por nopales, mezquites, huizaches y alguna cactácea. La nobleza de sus habitantes puede percibirse a cada encuentro con los lugareños. En la cocina regional servida en un comedor instalado en San Isidro Bandita (a 5.9 km de Montecillo de Nieto), sus habitantes, agricultores, como su patrono San Isidro Labrador, siembran: trigo, chile, jitomate, maíz, calabaza y frijol.

Muy cerca, a unos metros encontrará la capilla de Oaxaca, pues si usted desea continuar el viaje a caballo le rentan un penco para continuar con el recorrido hacia las demás comunidades, como la de Oaxaca. Cierto o no, se dice que esta comunidad se formó por gente de ese estado. En ella está la capilla de San Mateo; una inscripción exhibe la probable fecha de inicio y término de construcción, su costo y el nombre de los propietarios de apellido Landín.
Las capillas de indios captaron en su estructura e identidad, rasgos de templos de mayor dimensión, representaciones de santos o hechos propios de la religión impuesta, así como calvarios, calvaritos o humilladeros, ubicados en el exterior, pero también se muestra parte de la visión indígena reflejada en las pinturas de los interiores de algunas capillas que representan “la flor de los cuatro vientos o rumbos”, que para los otomíes es el símbolo de los cuatro dioses poderosos.
La fecha de construcción de las capillas varía desde el siglo XVI hasta mediados del XIX. En la misma zona urbana conocemos varias capillas que, otrora cumplieron el uso de espacios que manejan su importancia como refugio de quienes acostumbran usarlos, desahogando sus ancestrales creencias. Por ejemplo: La del Señor de la Piedad, en la calle de Órganos; San Francisco Colorado, Barrio de las “Cuevitas”, etc.
Por lo general encontramos características comunes: el atrio, la nave, el presbiterio, la portada, el calvario central, los calvaritos, la barda atrial, la sacristía, la torre campanario y la cruz mayor. Subrayo que si bien son edificios de carácter religioso que mantienen un vínculo con la población del pasado y presente sostienen en cierta medida la conservación de la cultura y la tradición, del sincretismo, así como las creencias y devoción.

Frente a la capilla está un calvarito en forma de nicho, sin puerta. En él abundan cruces, velas, veladoras y ofrendas florales. Es un templo de las ánimas de la Cruz de afuera. A la que ofrecen homenaje fervoroso. El indígena que viene a la velación o la vigilia no entra a la capilla sin detenerse en el calvarito. Reza, ofrenda, sahúma. Pide permiso a la Cruz de afuera y a las “ánimas benditas” de pasar a la capilla.

Ruta de las Capillas Virreinales, un misterio del ayer al alcance de usted.

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