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La Cuaresma Chiquita




Por Luis Felipe Rodríguez

La gran celebración para religión católica debiera ser el Domingo de Resurrección, San Pablo lo dice terminante: si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe. Por el contrario las grandes fiestas de la navidad hacen palidecer a cualquiera de las celebraciones con que se les compare; esto se debe a que aunque la iglesia no ha hecho fiesta de precepto la tradición cristiana ha hecho de la semana santa días muy importantes, donde los fieles piadosos veneran estos días con sumo respeto, recordando los sufrimientos de Cristo, en su pasión, su crucifixión y muerte.

En la comunidad de San Miguelito, cercano al Santuario de Jesús Nazareno, se le hace su fiesta al Señor de la Columna. En la semana de pascua la imagen es regresada de su visita de un poco de más de dos semanas a la ciudad, se le recibe en su templo y al día siguiente emprende una nueva visita ahora a dicha comunidad en donde se le reza su novenario para terminar en una gran fiesta el fin de semana con alborada y todo lo propio en estos lugares rurales.

De igual forma en otros sitios se siguen haciendo festejos en donde se interpreta los cantos de pasión que son característicos de la cuaresma y semana santa pero que ya la liturgia ha entrado en un cambio total consagrada a celebrar durante los cincuenta días que se inician en domingo de Resurrección cuando Cristo ha vencido a la muerte para siempre y que culminará en la festividad de Pentecostés.
Para tratar de explicarnos estos anacronismos de la tradición sanmiguelense de la Cuaresma Chiquita y otras celebraciones tenemos que buscarlas en sus orígenes puesto que ya es la plena Pascua florida. En esta ocasión encontramos al P. Luis Felipe Neri de Alfaro quien con su misticismo llegó a calar profundo en el sentimiento popular y el pueblo se regocija en recordarlo al repetir aquellas enseñanzas del ascético sacerdote quien llega como bachiller en 1730 y termina su formación sacerdotal en 1735, distinguiéndose siempre por su celo apostólico y su inclinación hacia la valoración de la Vida, Pasión y Muerte del Redentor.
Una mirada rápida sobre su trayectoria nos ofrece un rico panorama donde encontramos obras como la terminación del Templo de la Salud, ser el primer capellán de la Santa Casa de Loreto en 1736, cuatro años después inicia la construcción del Santuario de Jesús Nazareno, al lado del P. Martín Zamudio inicia la Hermandad de la Santa Escuela de Cristo en 1742 para la que es adaptado el templo de San Rafael, también conocido como la parroquia vieja y por haber albergado a esta cofradía, también como la Santa Escuela. Otra de las tradiciones que originó es el Vía Crucis público que termina con preces en esa capilla del Calvario. Las procesiones con la cruz a cuestas que realiza de Atotonilco a San Miguel y su participación del Paso del Sacerdote en la procesión del Santo Encuentro. A la muerte del padre Alfaro (1776) sufre modificaciones. El Paso del Sacerdote será restablecido por el P. Mercadillo cuando fue cura de la parroquia de San Miguel. A partir de 1765 inicia en Atotonilco las “tandas” de ejercicios espirituales. Estas son suspendidas durante la guerra cristera y el P. Mercadillo las reiniciará en noviembre de 1943.
En la biografía de Sierva de Dios la R.M. Ma. Del Refugio Aguilar se dice que los viernes de cuaresma “…acostumbraba rezar el vía crucis al aire libre, siguiendo las catorce estaciones marcadas por las hornacinas de cantera rosa”. La primera estaba en la casa número 5 de la plazuela de San Francisco. El recorrido lo hacía descalza y terminaba dando vuelta por Mesones cuesta arriba, en la Capillita del Calvario…” No se tiene la certeza de cuando se dejó de realizar. Las leyes de Reforma impidieron toda manifestación religiosa. Durante el Porfiriato no se modificaron pero se dejaron de aplicar por lo que los franciscanos volvieron a propagar la devoción del vía crucis al aire libre.
La Cuaresma Chiquita es un periodo de siete semanas en las que los viernes siguientes a pascua, con misa y se rezo del rosario. Para terminar hay un novenario. La pequeña capilla sólo tiene celebraciones durante este periodo, el miércoles y jueves santo y durante las posadas. Actualmente el responsable de la Capilla es el MVZ Octavio Capitán y anteriormente fue la familia Quintanar de 1928 al 2008, primero don Jesús Quintanar, luego su esposa doña Jesusita, más adelante doña Cholita y al final doña Licha quien le pidió al Dr. Octavio que se hiciera cargo de la capilla, a su muerte, el señor cura don Primitivo le pidió a él que hiciera una junta de vecinos para nombrar al encargado.
La Capilla del Calvario fue construida por el P. Alfaro en un terreno de su propiedad y consta de dos pequeñas naves de bóveda de cañón; detrás del altar está la sacristía que ocupa una superficie similar en tamaño. Aunque en un principio también era parte de la Capilla la casa que conocemos la Casa Milagro que está sobre la calle real. 

A la capilla se le agregó el pórtico actual de cantera que remata una espadaña con dos campanas, mismo que fue costeado por don Luis G. Silva, como agradecimiento por favores recibidos y cuyos restos descansan en la pared lateral del altar (1884), junto con los de su hija. Aquí se venera a la Virgen de la Soledad, esta imagen está esculpida en piedra y sólo son de madera la cabeza y las manos. 

En el altar acompañan a la virgen las imágenes de la Verónica y San Juan. Sobre el nicho de la virgen está un medallón con la leyenda: “Han oído mis gemidos y no hay quien me consuele” (Lam 1, 21). A los lados del altar lucen dos pinturas donadas a la capilla por un grupo de jóvenes artistas.
Fuera del templo estuvo durante mucho tiempo una de las moras que fueron sembradas por órdenes de don Homobono González cuando pretendió propagar la producción del gusano de seda. Ese árbol fue el triste final para muchos choferes que sufrieron averías en sus vehículos y chocaron ahí. Aunque los vecinos no aceptaban su derribo, un mal día se despertaron con que, por órdenes de la presidencia municipal, había terminado con él.
Las festividades se han llevado a cabo con el apoyo de los vecinos. Recordamos a don Jesús Aboytes y fam., don Cruz Araiza, don Agapito Rodríguez, don Javier Salgado y Carlotita, don Celestino Buenrostro, desde luego a la familia Quintanar, doña Lolita García de Montes, don Antonio Arroyo, don Pancho García, don J. Cruz Téllez, don José López, el Ing. Loreto Montes. También ayudaban: la Srita. Lucina Sánchez, Juanita Monroy, las hermanas Ledesma y otras personas más.
La capilla presenta la humedad característica de esa zona que antaño fuera bañada por múltiples manantiales. Recientemente se le hicieron reparaciones por ese problema pero, al parecer, fue peor pues ésta se ha agravado. En aquel tiempo el agua corría por mitad de la calle y los vecinos hacían caños para conducirla a las pilas de sus domicilios. Había también quienes la recibían de sus vecinos por gravedad, así la familia Quintanar “proporcionaba” agua a vecinos de ellos que colindaban por la parte norte y poniente de su casa.
En este año el novenario será del 25 de mayo al 2 de junio con misa en la tarde y el día 3 misa por la mañana y en la tarde una pequeña kermés para no dejar morir esta tradición de la fiesta de la Virgen de la Soledad en el Calvario. Hace años durante el rezo de la novena los niños de los vecinos ofrecían flores. Anteriormente la misa era a las 9 de la mañana, después a las 6 pm y en la actualidad sólo el rosario a las 7 pm. Pese a todas las dificultades se trata de seguir conservando la celebración en donde las familias Arroyo y Capitán son los principales promotores con el apoyo de algunas personas más.

Sí, anacrónicas celebraciones, pero también claras reminiscencias de la hondura de la huella del Padre Alfaro que, hizo de su vida una cuaresma perpetua y total en desagravio al Nazareno, y el alma sencilla de los fieles no entienden de más razones que seguir la sombra que dejó en la tierra; hoy, seguramente, le sigue cantando María sus versos como aquél que dejara en la Capilla del Calvario:
Madre, la más afligida,
recibe el tierno hacecillo
que te desprende el martillo,
ya difunto, ya sin vida.
Si a tantos golpes herida
se agrega la amarga pena
que en cada llaga resuena,
¿qué dolor habrá de amante
a tu dolor semejante,
Madre de dolores llena?

Pues ausente le lloras, pues ya muerto,
cual tórtola le buscas con gemido,
haz de mi pecho monumento y huerto,
de virtudes y dones tan florido,
que de este mundo inútil y desierto
eche las anclas en su mar de olvido.

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