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La Cristiada en Charcas


 Por Marcos Valencia Espino

“Las defensas Sociales que se formaron percibieron un salario por parte del Gobierno estatal, otras no, como fue el caso de Doctor Mora. La orden de pagarles llegó de la presidencia de la República. De acuerdo con los datos encontrados, cinco grupos de Defensas Sociales del Norte de Guanajuato percibieron un salario (mediados de 1929). Al respecto, Simón Mosqueda, el entonces presidente municipal de San Luis de la Paz, le escribe al teniente Coronel Jesús de la Garza, jefe del Estado Mayor en Irapuato, el 11 de mayo de 1929, lo siguiente:

[…] me permito manifestar que referente al pago de sueldos del Cuerpo de Agentes Confidenciales de que se me hace mención ya tengo la orden y espero en breve trasladarme a esa para verificarlo, así mismo me permito transcribirle
a Usted […] Dispone el C. General de División Saturnino Sedillo Jefe de la expresada, que según relación adjunta y con autorización del C. General de División Plutarco Elías Calles, Secretario de Guerra y Marina, pague Usted desde el día primero de mayo al 15 de junio, las defensas de Charcas, San Diego de la Unión, Victoria, San Luis de la Paz y Xichú, a razón de un peso diario y cincuenta centavos por caballo […].

Este oficio muestra que, conforme el problema de los rebeldes se agravaba en la región, la formación de las nuevas Defensas serian pagadas por el Gobierno, al igual que el cuerpo de espías. Además, el Gobierno de Guanajuato tuvo la necesidad de autorizar también a los dueños de las fincas rurales la formación de Defensas Sociales con sus trabajadores, a fin de que se protegieran de los posibles ataques de los insurrectos y que presentaran a la vez ayuda cuando lo solicitara el ejército federal o el Gobierno estatal.

Algunos jefes de las primeras defensa en la región fueron persuadidos por el clero local o por amigos para que se pasaran del lado de la Iglesia. Un caso fue Osornio de Santa Catarina. Otros, desde un principio, estuvieron del lado del Gobierno. A partir de este momento, el campesinado quedó dividido. Sidronio Jiménez Martínez, también gente del cerro (cristero), confirma lo que expresó Osornio, quien dice: “El padre Santiago González le dijo al jefe que se comprometiera. Y dijo él: que estaba con el Gobierno. No podría acompañarnos. Y a todos les dijo el padre así: ‘que se metieran a la revolución, que si los mataban, se salvaban’ […]” (Macías, 1986).

Una vez que obtuvieron el permiso de las autoridades militares se dieron a la tarea de organizarse y capacitarse con las armas. Sin embargo, la formación de una Defensa Social no era fácil, pues aunque en un principio los convocados estaban de acuerdo en formar parte de ella, después de hacer un balance de la situación algunos cambiaban de opinión y deponían las armas.
J. Guadalupe Prado, asesinado por los cristeros en el rancho de "Cuartos Blancos" Charcas Gto. 10 de julio de 1938.
La organización de la Defensa y las decisiones al respecto quedaron bajo el control del grupo pudiente. La capacitación de la Defensa quedó a cargo de un ex militar, llamado Saturnino Verde (La Zorra), vecino de la misma cabecera. Dicha capacitación se realizó durante diez semanas. Otra tarea que llevaron a la par con el entrenamiento fue la colaboración de 5 000 adobes que utilizaron como fortines en los puntos estratégicos de la cabecera municipal.

La Defensa de Doctor Mora quedó integrada por 33 hombres. Con éstos se formaron grupos de cuatro y un jefe que fungía como comandante. Este jefe, a su vez, tenía la responsabilidad y el deber de que ninguno de sus hombres abandonara su puesto. Si alguno de ellos pretendía huir, la orden era dispararle. La consigna fue la de no abandonar las posiciones, tal como lo apunta el señor Ismael Valencia (Macías, 1986). De ésta manera, la Defensa de Doctor Mora quedó lista para enfrentarse un posible ataque.

En caso de ataque (si el ataque se daba en la noche, una lámpara con tres cambios de luz (verde, blanco y rojo) les permitía comunicarse entre ellos. La luz verde significaba alto al fuego y la roja abrir el fuego) por los rebeldes, la táctica consistió en una serie de claves sencillas: un toque de trompeta para alertar a la población como a los elementos de la Defensa, quienes se distribuían en la presidencia municipal, la cantina, la plaza principal y la torre de la iglesia que albergaba a un pelotón de once hombres; de hecho, ése fue su punto fuerte como fortín.

 En los primeros meses de 1929, las autoridades militares inspeccionaron diferentes Defensas para conocer la situación en que se encontraba el personal y el material. Referente al norte de Guanajuato, fue el caso de la de Arroyo Colorado, perteneciente a la jurisdicción de Victoria; en las de San Luis de la Paz les tocaron a la de Ahorcados, la Misión de Chichimecas y la Cabecera. Todas estas Defensas entregaron una relación del personal, armas y parque con el cual contaban en esos momentos”.*


*El norte de Guanajuato y sus Cristeros: 1926-1929
Al reencuentro con la memoria colectiva. Felipe Macías Gloria, Colección Diversidad
pgs.100, 101, 102, 103 y 104.

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