José de Jesús Angulo y Navarro: José del Valle
José de Jesús Angulo y Navarro
José del Valle
(1888-1966)
Por: Francisco Sauza
Cronista de Apaseo el Alto
A raíz de la publicación de mi libro ”Historia de la construcción del Templo del Sagrado Corazón de Jesús” algunas personas se han acercado para preguntar quién fue éste personaje que tan importante papel jugó en la reanudación de las obras y la imagen definitiva de ese majestuoso santuario de los Apaseoaltenses. Aquí una breve reseña de su vida y obra.
Monseñor José de Jesús Angulo y Navarro, mejor conocido como José del Valle, nació el 24 de junio de 1888 en la Hacienda del Valle, en los Altos de Jalisco. Hijo de Don Marciano Angulo y Ramona Navarro, propietarios de la Hacienda, ubicada dentro de la jurisdicción de Atotonilco, corazón de los Altos de Jalisco.
Cursó sus primeros estudios en Atotonilco, destacándose como alumno de alto aprovechamiento, en virtud de lo cual sus padres lo inscribieron en el Seminario de San Juan de los Lagos en donde terminó los estudios de humanidades y el 18 de octubre de 1905 ingresó al Seminario Conciliar de Guadalajara para culminar con sus estudios de Filosofía y Sagrada Teología. El Miércoles Santo 19 de marzo de 1913 recibió la tonsura de manos del Señor Francisco Orozco y Jiménez, Obispo de Guadalajara.
En 1914 solicitó permiso a sus tíos para construir un Oratorio en la tierra de sus padres: La Estanzuela. Una vez obtenida la autorización de la Sagrada Mitra, en mayo de ese año comenzó a construirla y a fines de julio fue el Señor Cura Jiménez a colocar la piedra fundamental. En septiembre de 1914 se terminó el Oratorio y el 6 de octubre se dio la Dedicación del mismo en manos del Pbro. Donaciano Ruvalcaba. Así nació lo que más adelante sería la Vicaría y ahora Parroquia de San Francisco de Asís.
En pleno Carrancismo, con muchas amarguras para la iglesia, pasó el resto del año de 1914, 1915 y parte de 1916 enseñando la doctrina a los niños de La Estanzuela y ranchos circunvecinos, teniendo como centro de operaciones El Refugio, antiguamente llamado Mariche en donde habían nacido sus padres.
Durante los últimos días de octubre de 1916, fue llamado a Guadalajara para que hiciera sus ejercicios espirituales previos a su ordenación sacerdotal. El día 1 de noviembre recibió las cuatro órdenes menores en la Iglesia del Pilar; el domingo 5 del mismo recibió el subdiaconado; el domingo 12 el diaconado y el domingo 19 fue ordenado sacerdote en la Capilla de la Trinidad de la ciudad de Guadalajara.
El 21 de noviembre se le notificó la fecha para cantar su primera misa y se le comunicó que entre otras razones, como era muy aficionado a montar a caballo sería designado para ir a Totatiche. En esos días compró una estatuilla del Señor San José y se la llevó a La Estanzuela en donde el mismo había hecho un Oratorio en donde el 28 de noviembre cantó solemnemente su primera misa.
El 29 de noviembre de 1916 recibió su primera misión: trasladarse a Totatiche como Vicario y Profesor del pequeño Seminario que ahí había. Solo unos meses estuvo en su primer asiento como sacerdote. Con la idea clavada en su corazón de hacer de La Estanzuela una Vicaría Fija, inició los trámites para convertirla a esa categoría. A principios de 1917 el Pbro. José de Jesús Angulo y Navarro fue nombrado Capellán de La Estanzuela. El 25 de diciembre se autorizó la creación la nueva vicaría y 26 de diciembre de 1917 el Obispo de Guadalajara firmó el Decreto de Vicaría Fija en donde era La Estanzuela, pero a propuesta del hasta entonces Capellán, aquella antigua comunidad sería San Francisco de Asís y echándose a cuestas un enorme compromiso: construir una iglesia grande, orgullo de toda la feligresía.
El joven sacerdote José de Jesús Angulo no había perdido un solo minuto para realizar su sueño, pues el 25 de diciembre, una vez conocida la autorización del Obispo, montó a su caballo Alazán y se trasladó con quienes habrían de ser los donadores del terreno para construir la magna obra material de la parroquia: el Templo de San Francisco de Asís.
Sin dinero, pero con una férrea voluntad y un carisma inusitado, el Padre José de Jesús Angulo y Navarro organizó a los pobladores para que prestaran todo tipo de faenas ara la construcción del templo, dirigidos por Jerónimo Gutiérrez, originario de las cercanías de La Estanzuela, fue el arquitecto, maestro y ejecutor de la iglesia parroquial.
Además del hermoso templo, el Padre José de Jesús Angulo y Navarro heredó a su comunidad dos colegios, uno para niñas y otro para niños; el Curato, un automóvil para el párroco, planta de luz, caminos a las rancherías y 6000 personas con una fe ciega en su religión.
La Revolución Cristera
1926-1929
La transfiguración de José de Jesús Angulo y Navarro a José del Valle
Durante el gobierno de Don Venustiano Carranza hubo grandes diferencias entre el clero y sus disposiciones constitucionales del artículo 3º y 130, cuyo desacato les valió el destierro a varios obispos y la reducción de ministros dedicados al culto.
Después de una diferencia tras otra entre el clero y el Estado, el 7 de enero de 1926 Plutarco Elías Calles pidió y obtuvo de las Cámaras poderes extraordinarios para reformar el Código Penal en lo concerniente en materia religiosa.
A partir del 22 de febrero de 1926 se habían comenzado a clausurar colegios y seminarios y para abril de 1926 ya habían sido expulsados 200 sacerdotes españoles. El 14 de junio del mismo año Calles autorizó la publicación del Código Penal, conocido como “Ley Calles” o la 515 lo que desató un conflicto entre ambas entidades que se conoció como: “La Guerra Cristera o la Cristiada”
Al grito de ¡Viva Cristo Rey! se congregaron los individuos más cercanos a la iglesia y fue precisamente en San Francisco de Asís de donde partieron las primeras huestes revolucionarios autonombradas Soldados de Cristo.
En junio de 1926 el Padre José de Jesús Angulo y Navarro acudió a dedicar en forma definitiva la advocación al Templo de San Francisco de Asís y el día 27 después de la santa misa les dio la bendición a quienes habían decidido conformar el ejército de defensa de su libertad religiosa.
La región de los Altos de Jalisco, Tepatitlán, Zapotlanejo, Juanacatlán, Tototlán, Atotonilco y la Hacienda del Valle eran zonas de encarnizadas persecuciones contra sacerdotes y personas cercanas a la iglesia. Debido a esa persecución de que fueron objeto los clérigos y estando el Padre Angulo y Navarro en el centro del torbellino, decidió cambiar de nombre para evitar ser aprehendido,
autonombrándose desde entonces como “José del Valle”, nombre con el que se le conoció en Abasolo, Santo Tomás Huatzindeo, Apaseo el Alto,Tabasco, Tlalpujahuilla y toda la región.
Por cuestión de su seguridad personal y dada la cercanía con los líderes de la Cristiada, Don José del Valle fue comisionado a la Parroquia de Abasolo, Guanajuato, en donde estuvo oficiando los sacramentos de la Iglesia Católica en los pueblos circunvecinos, protegido por personas del lugar.
En 1928 el Padre José del Valle era director espiritual en la Parroquia de San Francisco de Asís y cuando en sus feligreses era todo alegría, recibió una noticia que lo llenaría de regocijo y compromisos espirituales: los Señores Arzobispos de México Don José Mora y del Río; de Guadalajara Don Francisco Orozco y Jiménez y de Morelia Don Leopoldo Ruiz y Flores lo nombraron Padre Misionero, cargo que tuvo que afrontar en plena persecución religiosa.
Entre 1929 y 1935 el Padre José del Valle recorrió varios estados en su obra de evangelización, pues hizo su apostolado en los estados de Michoacán (Mil Cumbres), Guanajuato (Abasolo, Santo Tomás Huatzindeo) y Nuevo León.
En los albores de 1936, el Padre José del Valle recorría los poblados de Tlalpujahua, Tlacotepec, San Francisco de los Reyes y Santa María de los Ángeles, Mich., haciendo su labor de misionero espiritual de los pobladores y cuando tocó el último de los poblados en su misión evangelizadora, Tlalpujahuilla, se dio una comunión entre pobladores y sacerdote que los uniría entre sí y que se perpetuará a través de los años y de los siglos tal vez.
El Padre Misionero José del Valle recorría toda la demarcación a lomo de briosos caballos, entre pinos, magueyales, arroyuelos y montes y quizá con el paso de los días iba fraguando lo que sería otra de sus colosales obras: el Santuario de la Virgen de San Juan de los Lagos en Tlalpujahuilla.
Durante su labor de Misionero, le comentaba a la gente de la necesidad de levantar un templo que honrara dignamente al Señor, pero que para tal aventura requería de la participación de la gente. Convocados a una primera reunión los pobladores le hacían saber de la pobreza de los habitantes, la falta de recursos disponibles, pero que voluntad habían y que podía contar con la participación de todas las familias.
Se hicieron juntas; se otorgaron distintos nombramientos entre los cuales destacaba el del Señor Gregorio Mendoza quien dada su habilidad para el labrado de la cantera, sería el arquitecto del proyecto y maestro de los jóvenes aprendices.
De inicio, se derribó la antigua capilla y el 1 de julio de 1936 el Padre José del Valle señaló y bendijo el terreno donde se construiría el Santuario a la Virgen de San Juan de los Lagos.
Organizados en cuadrillas y por faenas se fueron haciendo los cimientos; con picos, palas, barretas y botes los hombres parecían ejércitos de hormigas que trabajaban incansablemente; los empleados de la compañía minera Las Dos Estrellas también se sumaban al proyecto.
Después de dos años, siete meses y diecisiete días desde el 1º de junio de 1936, fecha en que se inició la cimentación del templo, el 17 de enero de 1939 Don José del Valle pronunció un elocuente discurso en el que aseveraba:
“Esta fecha quedará en la historia de Tlalpujahuilla, como el día memorable del arranque de las obras del Santuario de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos” para lo cual convocó a toda la comunidad y a Don Francisco Piedad Martínez para que en nombre de la población colocara la primera piedra.
Durante su construcción, se presentaron hechos que algunos los mencionan como milagrosos, como fue la aparición al borde de los cimientos, de un manantial que parece inagotable y que desde su hallazgo hasta la fecha se le conoce como “El Posito de la Virgen”.
En febrero de 1943, el Padre José del Valle recibió el nombramiento de Administrador Apostólico para regir la Diócesis de Villahermosa, Tabasco, una tierra que aún padecía los estragos de un personaje que se había significado como uno de los más grandes enemigos de la religión católica: el gobernador Tomás Garrido Canabal, quien dentro de sus brutalidades había mandado derribar la catedral. Durante el mandato de este gobernante había mandado derribar todas las iglesias, perseguir a todos los sacerdotes y a todos los fieles católicos los tenía amedrentados con brutales amenazas.
Ese era el panorama que se le tenía guardado como lo siguiente misión al Padre José del Valle.
El Padre del Valle cumplió con su primera misión en tierras tabasqueñas hasta el 2 de junio de 1945, fecha en que fue preconizado como Obispo de la diócesis, cuya consagración como VIII Obispo de Tabasco se le dio oficialmente el 29 de julio de 1945.
Mientras tanto en Tlalpujahuilla se construía la cúpula del Santuario, a imagen de la Basílica de San Pedro en Roma que se empezó a construir el 5 de abril de 1942 y se terminó el 15 de julio de 1946 y como para ese entonces el Padre José del Valle era Obispo de Tabasco, se le invitó para que el la bendijera el 29 de junio de 1946.
Hombre de grandes virtudes, con inspiración divina y de proyectos para otros inalcanzables, se propuso construir en Tabasco, las torres más altas que pudiera tener catedral alguna en nuestro país. Para esa proeza se llevó a Don Gregorio Mendoza, el artífice del Santuario de Tlalpujahuilla que había trabajado en el Santuario de la Virgen de San Juan de los Lagos al lado de Don Goyo y Dios quiso cumplirle su deseo de tener lo que tanto anhelaba: las torres más altas de su catedral, con una altura de 70 metros, más altas que la Catedral de Puebla y la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, pero desafortunadamente la conclusión de su sagrado recinto le tocó contemplarla desde el cielo, pues el Padre José de Jesús del Valle Angulo y Navarro –nombre que ostentó como VIII Obispo de Tabasco- murió el 18 de septiembre de 1966 en la ciudad de Villahermosa.
El Padre José del Valle en Apaseo el Alto
El 6 de enero de 1896 se inició la construcción del Templo del Sagrado Corazón a instancias del Padre Santos María Carbajal, pero la pobreza de la gente era superior a su sueño de tener un templo a la altura de su pueblo y su gente.
A principios del Siglo XX estuvieron en la Vicaría Fija de San Andrés el Padre Aureliano Baeza, quien hizo esfuerzos infructuosos por tener un templo de mayores dimensiones pero no había encontrado la forma de resolver la falta de recursos materiales.
El domingo 2 de febrero de 1941 arribó al pueblo de Apaseo el Alto un joven sacerdote que recibió del Padre Aureliano Baeza los pendientes por cumplir y el más escabroso de todos era la ampliación del Templo de San Andrés.
Quizá al principio el Padre Joaquín Soto aceptó la propuesta del Padre Baeza de ampliar el Templo de San Andrés construyendo dos naves laterales y olvidarse de la reanudación de las obras del Templo del Sagrado Corazón que estaban en ese momento en ruinas y en el abandono. Pero el pueblo de Apaseo el Alto estaba a punto de recibir una bendición.
El Padre Francisco Aguilera, Párroco de Tlalpujahua recibió de la Señorita María Guadalupe Núñez, virtuosa dama muy ligada a los menesteres de la iglesia, una solicitud avalada por el Vicario Joaquín Soto Armenta, para que por su mediación el Padre José del Valle acudiera al pueblo de Apaseo el Alto a las tradicionales Misiones;
El Padre José del Valle estuvo en Apaseo el Alto del 8 al 16 de julio de 1941, período en el que estaba el Santuario de Tlalpujahuilla en plena construcción.
La gente recuerda la palabra del Señor del Valle, el Padre Misionero. Elocuente en sus palabras, llenas de mensajes que cualquier persona entendía y con una voz que varonil que retumbaba en las paredes, mantenía siempre expectantes a los fieles.
Cuando el Padre Joaquín Soto explicó al Señor del Valle la intención de ampliar el Templo de San Andrés, el Padre Misionero le miró con sus bellos ojos azules y con firmeza le preguntó dónde quedaría el esfuerzo de los pobladores que habían iniciado el nuevo templo, pues sabía que eran todos ellos muy pobres pero muy trabajadores.
El Padre Soto argumentaba que la pobreza era el principal impedimento y que era prácticamente imposible recabar fondos para la compra de materiales y el pago de los jornales de trabajo.
El Padre José del Valle explicó con lujo de detalle la organización mediante faenas, la forma de acercar la piedra, la arena, la extracción de la abundante cal de los alrededores, el agua de los manantiales que brotaban en todo el pueblo y que eran una bendición. Del pago de los jornales le dijo, que Dios no lo desampararía, que tuviera fe y que él le contactaría con maestros para que llevaran el proyecto arquitectónico y que también les enseñaran el oficio para labrar la cantera, pero que debería comenzar de inmediato.
El 14 de agosto de 1941 en reunión con los pobladores, decidieron reanudar la construcción del templo, no sin antes nombrar un Comité Pro-obras, cuya máxima responsabilidad recayó en Don Juan Clímaco Tinajero Cervantes y así, antes de terminar la asamblea lograron reunir la cantidad de $29.00 como primer fondo para la epopéyica obra.
El 7 de octubre de 1941 fue la fecha memorable para la reanudación de las obras, muchos jóvenes Apaseoaltenses se ofrecieron a trabajar y a enseñarse a labrar la cantera. El Padre José del Valle habló con cantereros experimentados que trabajaban en el Santuario de Tlalpujahuilla para que vinieran a apoyar al Padre Soto, quienes prestos acudieron al llamado del Padre del Valle.
El Padre Joaquín Soto fue a La Piedad y consiguió otro puñado de trabajadores de la cantera, quienes venían al mando de Don Martín Ayala.
Eran jornadas de trabajo realizadas por hombres que parecían no requerían del descanso; Epifanio Martínez se encargaba de los peones de albañilería, y Don Martín de los labradores de cantera, mientras que el Padre Joaquín realizaba frecuentes contactos con el Padre José del Valle para que le siguiera dando sabios consejos. El Padre José del Valle fue guía y estrella del Padre Soto, quien trataba de emular cada acción del Padre Misionero.
La portentosa iglesia del Sagrado Corazón de Jesús poco a poco iba tomando forma y en cada bendición que se daba, el Padre Soto invitaba al Padre José del Valle para que le diera la santa bendición. Fue así como el Padre del Valle estuvo en Apaseo el Alto el 6 de enero de 1946 con motivo del Cincuentenario de la colocación de la primera piedra del Templo del Sagrado Corazón, la bendición de la cúpula y del Altar Mayor.
El Padre del Valle, de gran carisma y personalidad, pues quienes lo conocieron decían que fácilmente se confundía entre la gente de los pueblos: vestía como lo hacían los pobladores, en época de la Cristiada montaba todos los días a caballo, su pistola al cinto, su sombrero al más puro estilo campirano y de un poder de convencimiento sin igual.
Fue un auténtico soldado de Cristo...no murió como muchos mártires de su época porque Dios le tenía reservadas muchas obras materiales y espirituales con la feligresía que tuvo la fortuna de conocerle.
José del Valle
(1888-1966)
Por: Francisco Sauza
Cronista de Apaseo el Alto
Padre José del Valle |
Monseñor José de Jesús Angulo y Navarro, mejor conocido como José del Valle, nació el 24 de junio de 1888 en la Hacienda del Valle, en los Altos de Jalisco. Hijo de Don Marciano Angulo y Ramona Navarro, propietarios de la Hacienda, ubicada dentro de la jurisdicción de Atotonilco, corazón de los Altos de Jalisco.
Cursó sus primeros estudios en Atotonilco, destacándose como alumno de alto aprovechamiento, en virtud de lo cual sus padres lo inscribieron en el Seminario de San Juan de los Lagos en donde terminó los estudios de humanidades y el 18 de octubre de 1905 ingresó al Seminario Conciliar de Guadalajara para culminar con sus estudios de Filosofía y Sagrada Teología. El Miércoles Santo 19 de marzo de 1913 recibió la tonsura de manos del Señor Francisco Orozco y Jiménez, Obispo de Guadalajara.
En 1914 solicitó permiso a sus tíos para construir un Oratorio en la tierra de sus padres: La Estanzuela. Una vez obtenida la autorización de la Sagrada Mitra, en mayo de ese año comenzó a construirla y a fines de julio fue el Señor Cura Jiménez a colocar la piedra fundamental. En septiembre de 1914 se terminó el Oratorio y el 6 de octubre se dio la Dedicación del mismo en manos del Pbro. Donaciano Ruvalcaba. Así nació lo que más adelante sería la Vicaría y ahora Parroquia de San Francisco de Asís.
En pleno Carrancismo, con muchas amarguras para la iglesia, pasó el resto del año de 1914, 1915 y parte de 1916 enseñando la doctrina a los niños de La Estanzuela y ranchos circunvecinos, teniendo como centro de operaciones El Refugio, antiguamente llamado Mariche en donde habían nacido sus padres.
Durante los últimos días de octubre de 1916, fue llamado a Guadalajara para que hiciera sus ejercicios espirituales previos a su ordenación sacerdotal. El día 1 de noviembre recibió las cuatro órdenes menores en la Iglesia del Pilar; el domingo 5 del mismo recibió el subdiaconado; el domingo 12 el diaconado y el domingo 19 fue ordenado sacerdote en la Capilla de la Trinidad de la ciudad de Guadalajara.
Mons. José del Valle |
El 29 de noviembre de 1916 recibió su primera misión: trasladarse a Totatiche como Vicario y Profesor del pequeño Seminario que ahí había. Solo unos meses estuvo en su primer asiento como sacerdote. Con la idea clavada en su corazón de hacer de La Estanzuela una Vicaría Fija, inició los trámites para convertirla a esa categoría. A principios de 1917 el Pbro. José de Jesús Angulo y Navarro fue nombrado Capellán de La Estanzuela. El 25 de diciembre se autorizó la creación la nueva vicaría y 26 de diciembre de 1917 el Obispo de Guadalajara firmó el Decreto de Vicaría Fija en donde era La Estanzuela, pero a propuesta del hasta entonces Capellán, aquella antigua comunidad sería San Francisco de Asís y echándose a cuestas un enorme compromiso: construir una iglesia grande, orgullo de toda la feligresía.
El joven sacerdote José de Jesús Angulo no había perdido un solo minuto para realizar su sueño, pues el 25 de diciembre, una vez conocida la autorización del Obispo, montó a su caballo Alazán y se trasladó con quienes habrían de ser los donadores del terreno para construir la magna obra material de la parroquia: el Templo de San Francisco de Asís.
Sin dinero, pero con una férrea voluntad y un carisma inusitado, el Padre José de Jesús Angulo y Navarro organizó a los pobladores para que prestaran todo tipo de faenas ara la construcción del templo, dirigidos por Jerónimo Gutiérrez, originario de las cercanías de La Estanzuela, fue el arquitecto, maestro y ejecutor de la iglesia parroquial.
Además del hermoso templo, el Padre José de Jesús Angulo y Navarro heredó a su comunidad dos colegios, uno para niñas y otro para niños; el Curato, un automóvil para el párroco, planta de luz, caminos a las rancherías y 6000 personas con una fe ciega en su religión.
La Revolución Cristera
1926-1929
La transfiguración de José de Jesús Angulo y Navarro a José del Valle
Durante el gobierno de Don Venustiano Carranza hubo grandes diferencias entre el clero y sus disposiciones constitucionales del artículo 3º y 130, cuyo desacato les valió el destierro a varios obispos y la reducción de ministros dedicados al culto.
Después de una diferencia tras otra entre el clero y el Estado, el 7 de enero de 1926 Plutarco Elías Calles pidió y obtuvo de las Cámaras poderes extraordinarios para reformar el Código Penal en lo concerniente en materia religiosa.
A partir del 22 de febrero de 1926 se habían comenzado a clausurar colegios y seminarios y para abril de 1926 ya habían sido expulsados 200 sacerdotes españoles. El 14 de junio del mismo año Calles autorizó la publicación del Código Penal, conocido como “Ley Calles” o la 515 lo que desató un conflicto entre ambas entidades que se conoció como: “La Guerra Cristera o la Cristiada”
Al grito de ¡Viva Cristo Rey! se congregaron los individuos más cercanos a la iglesia y fue precisamente en San Francisco de Asís de donde partieron las primeras huestes revolucionarios autonombradas Soldados de Cristo.
Mons. José de Jesús Angulo y Navarro |
La región de los Altos de Jalisco, Tepatitlán, Zapotlanejo, Juanacatlán, Tototlán, Atotonilco y la Hacienda del Valle eran zonas de encarnizadas persecuciones contra sacerdotes y personas cercanas a la iglesia. Debido a esa persecución de que fueron objeto los clérigos y estando el Padre Angulo y Navarro en el centro del torbellino, decidió cambiar de nombre para evitar ser aprehendido,
autonombrándose desde entonces como “José del Valle”, nombre con el que se le conoció en Abasolo, Santo Tomás Huatzindeo, Apaseo el Alto,Tabasco, Tlalpujahuilla y toda la región.
Por cuestión de su seguridad personal y dada la cercanía con los líderes de la Cristiada, Don José del Valle fue comisionado a la Parroquia de Abasolo, Guanajuato, en donde estuvo oficiando los sacramentos de la Iglesia Católica en los pueblos circunvecinos, protegido por personas del lugar.
En 1928 el Padre José del Valle era director espiritual en la Parroquia de San Francisco de Asís y cuando en sus feligreses era todo alegría, recibió una noticia que lo llenaría de regocijo y compromisos espirituales: los Señores Arzobispos de México Don José Mora y del Río; de Guadalajara Don Francisco Orozco y Jiménez y de Morelia Don Leopoldo Ruiz y Flores lo nombraron Padre Misionero, cargo que tuvo que afrontar en plena persecución religiosa.
Entre 1929 y 1935 el Padre José del Valle recorrió varios estados en su obra de evangelización, pues hizo su apostolado en los estados de Michoacán (Mil Cumbres), Guanajuato (Abasolo, Santo Tomás Huatzindeo) y Nuevo León.
En los albores de 1936, el Padre José del Valle recorría los poblados de Tlalpujahua, Tlacotepec, San Francisco de los Reyes y Santa María de los Ángeles, Mich., haciendo su labor de misionero espiritual de los pobladores y cuando tocó el último de los poblados en su misión evangelizadora, Tlalpujahuilla, se dio una comunión entre pobladores y sacerdote que los uniría entre sí y que se perpetuará a través de los años y de los siglos tal vez.
El Padre Misionero José del Valle recorría toda la demarcación a lomo de briosos caballos, entre pinos, magueyales, arroyuelos y montes y quizá con el paso de los días iba fraguando lo que sería otra de sus colosales obras: el Santuario de la Virgen de San Juan de los Lagos en Tlalpujahuilla.
Durante su labor de Misionero, le comentaba a la gente de la necesidad de levantar un templo que honrara dignamente al Señor, pero que para tal aventura requería de la participación de la gente. Convocados a una primera reunión los pobladores le hacían saber de la pobreza de los habitantes, la falta de recursos disponibles, pero que voluntad habían y que podía contar con la participación de todas las familias.
Se hicieron juntas; se otorgaron distintos nombramientos entre los cuales destacaba el del Señor Gregorio Mendoza quien dada su habilidad para el labrado de la cantera, sería el arquitecto del proyecto y maestro de los jóvenes aprendices.
De inicio, se derribó la antigua capilla y el 1 de julio de 1936 el Padre José del Valle señaló y bendijo el terreno donde se construiría el Santuario a la Virgen de San Juan de los Lagos.
Organizados en cuadrillas y por faenas se fueron haciendo los cimientos; con picos, palas, barretas y botes los hombres parecían ejércitos de hormigas que trabajaban incansablemente; los empleados de la compañía minera Las Dos Estrellas también se sumaban al proyecto.
Después de dos años, siete meses y diecisiete días desde el 1º de junio de 1936, fecha en que se inició la cimentación del templo, el 17 de enero de 1939 Don José del Valle pronunció un elocuente discurso en el que aseveraba:
“Esta fecha quedará en la historia de Tlalpujahuilla, como el día memorable del arranque de las obras del Santuario de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos” para lo cual convocó a toda la comunidad y a Don Francisco Piedad Martínez para que en nombre de la población colocara la primera piedra.
Durante su construcción, se presentaron hechos que algunos los mencionan como milagrosos, como fue la aparición al borde de los cimientos, de un manantial que parece inagotable y que desde su hallazgo hasta la fecha se le conoce como “El Posito de la Virgen”.
En febrero de 1943, el Padre José del Valle recibió el nombramiento de Administrador Apostólico para regir la Diócesis de Villahermosa, Tabasco, una tierra que aún padecía los estragos de un personaje que se había significado como uno de los más grandes enemigos de la religión católica: el gobernador Tomás Garrido Canabal, quien dentro de sus brutalidades había mandado derribar la catedral. Durante el mandato de este gobernante había mandado derribar todas las iglesias, perseguir a todos los sacerdotes y a todos los fieles católicos los tenía amedrentados con brutales amenazas.
Ese era el panorama que se le tenía guardado como lo siguiente misión al Padre José del Valle.
El Padre del Valle cumplió con su primera misión en tierras tabasqueñas hasta el 2 de junio de 1945, fecha en que fue preconizado como Obispo de la diócesis, cuya consagración como VIII Obispo de Tabasco se le dio oficialmente el 29 de julio de 1945.
Mientras tanto en Tlalpujahuilla se construía la cúpula del Santuario, a imagen de la Basílica de San Pedro en Roma que se empezó a construir el 5 de abril de 1942 y se terminó el 15 de julio de 1946 y como para ese entonces el Padre José del Valle era Obispo de Tabasco, se le invitó para que el la bendijera el 29 de junio de 1946.
Hombre de grandes virtudes, con inspiración divina y de proyectos para otros inalcanzables, se propuso construir en Tabasco, las torres más altas que pudiera tener catedral alguna en nuestro país. Para esa proeza se llevó a Don Gregorio Mendoza, el artífice del Santuario de Tlalpujahuilla que había trabajado en el Santuario de la Virgen de San Juan de los Lagos al lado de Don Goyo y Dios quiso cumplirle su deseo de tener lo que tanto anhelaba: las torres más altas de su catedral, con una altura de 70 metros, más altas que la Catedral de Puebla y la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, pero desafortunadamente la conclusión de su sagrado recinto le tocó contemplarla desde el cielo, pues el Padre José de Jesús del Valle Angulo y Navarro –nombre que ostentó como VIII Obispo de Tabasco- murió el 18 de septiembre de 1966 en la ciudad de Villahermosa.
El Padre José del Valle en Apaseo el Alto
El 6 de enero de 1896 se inició la construcción del Templo del Sagrado Corazón a instancias del Padre Santos María Carbajal, pero la pobreza de la gente era superior a su sueño de tener un templo a la altura de su pueblo y su gente.
A principios del Siglo XX estuvieron en la Vicaría Fija de San Andrés el Padre Aureliano Baeza, quien hizo esfuerzos infructuosos por tener un templo de mayores dimensiones pero no había encontrado la forma de resolver la falta de recursos materiales.
El domingo 2 de febrero de 1941 arribó al pueblo de Apaseo el Alto un joven sacerdote que recibió del Padre Aureliano Baeza los pendientes por cumplir y el más escabroso de todos era la ampliación del Templo de San Andrés.
Quizá al principio el Padre Joaquín Soto aceptó la propuesta del Padre Baeza de ampliar el Templo de San Andrés construyendo dos naves laterales y olvidarse de la reanudación de las obras del Templo del Sagrado Corazón que estaban en ese momento en ruinas y en el abandono. Pero el pueblo de Apaseo el Alto estaba a punto de recibir una bendición.
El Padre Francisco Aguilera, Párroco de Tlalpujahua recibió de la Señorita María Guadalupe Núñez, virtuosa dama muy ligada a los menesteres de la iglesia, una solicitud avalada por el Vicario Joaquín Soto Armenta, para que por su mediación el Padre José del Valle acudiera al pueblo de Apaseo el Alto a las tradicionales Misiones;
El Padre José del Valle estuvo en Apaseo el Alto del 8 al 16 de julio de 1941, período en el que estaba el Santuario de Tlalpujahuilla en plena construcción.
La gente recuerda la palabra del Señor del Valle, el Padre Misionero. Elocuente en sus palabras, llenas de mensajes que cualquier persona entendía y con una voz que varonil que retumbaba en las paredes, mantenía siempre expectantes a los fieles.
Cuando el Padre Joaquín Soto explicó al Señor del Valle la intención de ampliar el Templo de San Andrés, el Padre Misionero le miró con sus bellos ojos azules y con firmeza le preguntó dónde quedaría el esfuerzo de los pobladores que habían iniciado el nuevo templo, pues sabía que eran todos ellos muy pobres pero muy trabajadores.
El Padre Soto argumentaba que la pobreza era el principal impedimento y que era prácticamente imposible recabar fondos para la compra de materiales y el pago de los jornales de trabajo.
El Padre José del Valle explicó con lujo de detalle la organización mediante faenas, la forma de acercar la piedra, la arena, la extracción de la abundante cal de los alrededores, el agua de los manantiales que brotaban en todo el pueblo y que eran una bendición. Del pago de los jornales le dijo, que Dios no lo desampararía, que tuviera fe y que él le contactaría con maestros para que llevaran el proyecto arquitectónico y que también les enseñaran el oficio para labrar la cantera, pero que debería comenzar de inmediato.
El 14 de agosto de 1941 en reunión con los pobladores, decidieron reanudar la construcción del templo, no sin antes nombrar un Comité Pro-obras, cuya máxima responsabilidad recayó en Don Juan Clímaco Tinajero Cervantes y así, antes de terminar la asamblea lograron reunir la cantidad de $29.00 como primer fondo para la epopéyica obra.
El 7 de octubre de 1941 fue la fecha memorable para la reanudación de las obras, muchos jóvenes Apaseoaltenses se ofrecieron a trabajar y a enseñarse a labrar la cantera. El Padre José del Valle habló con cantereros experimentados que trabajaban en el Santuario de Tlalpujahuilla para que vinieran a apoyar al Padre Soto, quienes prestos acudieron al llamado del Padre del Valle.
El Padre Joaquín Soto fue a La Piedad y consiguió otro puñado de trabajadores de la cantera, quienes venían al mando de Don Martín Ayala.
Eran jornadas de trabajo realizadas por hombres que parecían no requerían del descanso; Epifanio Martínez se encargaba de los peones de albañilería, y Don Martín de los labradores de cantera, mientras que el Padre Joaquín realizaba frecuentes contactos con el Padre José del Valle para que le siguiera dando sabios consejos. El Padre José del Valle fue guía y estrella del Padre Soto, quien trataba de emular cada acción del Padre Misionero.
La portentosa iglesia del Sagrado Corazón de Jesús poco a poco iba tomando forma y en cada bendición que se daba, el Padre Soto invitaba al Padre José del Valle para que le diera la santa bendición. Fue así como el Padre del Valle estuvo en Apaseo el Alto el 6 de enero de 1946 con motivo del Cincuentenario de la colocación de la primera piedra del Templo del Sagrado Corazón, la bendición de la cúpula y del Altar Mayor.
El Padre del Valle, de gran carisma y personalidad, pues quienes lo conocieron decían que fácilmente se confundía entre la gente de los pueblos: vestía como lo hacían los pobladores, en época de la Cristiada montaba todos los días a caballo, su pistola al cinto, su sombrero al más puro estilo campirano y de un poder de convencimiento sin igual.
Fue un auténtico soldado de Cristo...no murió como muchos mártires de su época porque Dios le tenía reservadas muchas obras materiales y espirituales con la feligresía que tuvo la fortuna de conocerle.
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