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Recuperando la tradición





Por: Luis Felipe Rodríguez

               Tú eres lo que comes, es un eslogan que nos dice que debemos poner atención en lo que comemos, que nos siempre nos alimenta. Acabo de visitar un rancho escuela en la comunidad del Membrillo entrando por el rancho del Tigre sobre la carretera a Jalpa. Ahí Vía Orgánica, A.C viene luchando desde hace ocho años en hacer conciencia de que debemos mejorar nuestros hábitos alimenticios apoyando a los productores locales y que éstos, a su vez, reciban la capacitación necesaria para aprovechar los conocimientos científicos tecnológicos para obtener mejores resultados de su trabajo, pero sin dañar el medio ambiente. Parte de la solución es recuperar los modelos de producción exitosos y que compartan con otros campesinos sus experiencias.
Inicialmente el proyecto surgió en mayo de 2009 con la intención de crear un espacio de venta para los productores de la canasta básica y que ahí se encontraran directamente con los consumidores y enfrentarlo con el modelo actual de los grandes almacenes en donde encontramos de todo pero que son una competencia por participar intermediarios que está lesionando la economía de pequeños agricultores que van de casa en casa ofreciendo sus productos.

Primero fue una pequeña tiendita con productos básicos: semillas, frijol, garbanzo, productos frescos como: queso, tortillas, etc. sin desanimarse por los escasos resultados se convocó a una reunión a los campesinos productores y la respuesta fue muy nutrida pues argumentaron que si les interesaba tener un punto de venta que se comprometían a surtir y abastecer, pero les interesaba aprender cómo mejorar los procesos de producción y compartir sus experiencias a los que se fueran sumando para hacer esa red de productor a productor, campesino a campesino.
Vía orgánica amplió su ofrecimiento y puso un huerto escuela donde se pretendió tener un modelo agropecuario para probar diversas técnicas lo más eficientes posibles. Al poco tiempo se percataron de algo: el lugar elegido tenía todo para mejorar. Ahora se ha escalado a un nivel real pues hoy el rancho escuela actual está enclavado en el rancho del membrillo (entrando por el rancho del Tigre) en donde a la tierra devastada se suma la falta de agua. Esta situación la comparten las comunidades cercanas.

La visión tiendita se expande, se realizan encuentros, capacitaciones y entonces pueden llevarse no sólo lo de la venta directamente de los compradores llevan en las bolsas del pantalón se llevan “herramientas” nuevas a sabiendas de que es un modelo exitoso en otro lugar semejante al suyo. En la actualidad se tiene ya no sólo ese punto de encuentro productor-consumidor, ese rancho-escuela donde se ensaya con plantas locales aplicando experiencias exitosas de campesinos locales sino además se tiene un restaurante en donde se utilizan productos locales y se cuenta con una variedad de recetas sencillas que se pueden aplicar fácilmente en sus hogares.
Se cierra así una cadena completa: la primaria en la tierra, después el contacto con el servicio y terminando con la transformación. Cumpliendo así la intención de la institución que es crear un modelo de agricultura regenerativa porque no solo es regenerar los suelos de una manera ecológica y limpia sino devolverles la vida a los suelos porque de ahí vienen todos los productos que consumimos y también llegar a un consumo responsable. Que tiene que ver con una economía local, con alimentos que no se desplacen si los tenemos aquí. Y también tiene que ver con volver a aprender porque hoy ya se ha perdido el hablar de los productos de la temporada evitando el consumo de productos que tienen que ser cortados y empacados de muy lejos y sin dejarlos madurar. Porque los platillos no solamente son exquisitos sino saludables. Esa parte de identidad se ha perdido. Pues si nuestros suelos, hoy abandonados, tuvieran los nutrientes que tuvieron no tendríamos nosotros esas deficiencias que nos aquejan.

Tristemente hemos contagiado al campesino con esa prisa actual de producir más allá de los posible y para ello se utilizan los fertilizantes que, también hoy, sabemos que no todos son inocuos y que nos dañan y perjudican la tierra. Hoy a muchos nos parece novedad que nos hablen de la composta. Pero las grandes empresas no tienen ningún interés en la salud del consumidor pues su principal y único interés es la ganancia creciente.
Una fortuna en este proyecto fue que se desarrolló en San Miguel donde tanto extranjero busca productos limpios de químicos y su preferencia por este tipo de productos ha coadyuvado para que muchos también reflexionen el por qué para ellos son preferibles sobre los que se venden masificadamente, más baratos (aparentemente) pero expuestos en su elaboración por una serie de elementos nocivos.

Aquella tiendita ha prosperado ha ahora es un pequeño mercado que se hace cada primer domingo de mes y que para ello se cierra un tramo de la calle de Margarito Ledesma en la Col. Guadalupe. Ahí se da el punto de encuentro de productores ya no sólo de San Miguel sino de municipios cercanos e incluso ya no solo se expenden productos alimenticios que fue el origen sino se han acercado algunos artesanos a ofrecer sus obras.
La tradición en el campo era compartir, y la bondad de ese compartir esta en producir abundancia. Un anciano de un rancho cercano dijo: antes las milpas se llenaban, los ríos y los arroyos crecían y compartían lo suyo ¡vente a los elotes, vecino, llévate estas flores! Dar y recibir. Ahora los campos ya no dan y los arroyos ya no corren. Tristemente el vecino ya no se saluda como antes, con aquel gusto. Ya no hay tiempo para esas antiguallas. Ese cambio social ha deteriorado todo, nos hace vulnerables a aceptar acríticamente la publicidad de otros productos en abandono de lo nuestro, pero, lo que es peor, en considerar que lo local no tiene la igualdad de bondades.

Lo importante en el huerto-escuela es que los productores, los campesinos se identifiquen con sus modelos de producción tradicional eso los hará sentirse orgullosos de lo que hacen y del valor que tiene para todos lo ancestral, lo tradicional, lo histórico. Es triste que en algunos lugares la gente del campo, generosa y vasta como siempre, compra el huevo industrial porque tiene “visitas” ignorando que el producto que “esconden” es mucho más nutritivo.
El propósito general es que el productor se sienta orgulloso de su trabajo, que vea rentable su sudor, que valore sus conocimientos ancestrales y que sepa que, al compartir esas experiencias, se enriquece. Nuestras abuelas nos podrían enseñar hoy cómo cocinar más sabroso, cómo curarnos con métodos naturales. Aprendamos de quienes lo han conservado. Somos lo que comemos. Tú quieres a tus hijos, entonces llénalos de vida, de aire puro, de contacto familiar, de sabiduría; que se identifique con sus raíces, que conozca y defienda sus valores.
Hoy en día, a cuatro años de haber llegado aquí, más de 8,000 personas han visitado el huerto-escuela y han conocido métodos de producción que se enriquecen en cada encuentro porque la mayoría de los que ahí pasamos nos llevamos la imagen de una cadena aparentemente extinta, pero en los encuentros que se realizan en ese lugar los productores comparten su experiencias y saberes y algunos dejan parte de sus semillas ya probadas. Los primeros y más asiduos visitantes son los alumnos de las escuelas cercanas, y sus familias han visto que no es imposible cambiar el almuerzo del pequeño y que en lugar del jugo envasado y las botanas empaquetadas pueden poner a su alcance: frutas, verduras, agua de sabores, etc.

OCA, (asociación de consumidores orgánicos), está muy comprometida con: el etiquetado de productos, que cada consumidor tenga la información para decidir qué es lo que me quiero comer, porque es un derecho y no todos revisamos las etiquetas; en ocasiones ni siquiera la fecha de caducidad. Ellos pugnan porque todo lo que se expenda envasado tenga las etiquetas reales. Lo orgánico es una etiqueta que manifiesta que el producto fue elaborado sin la intervención de químicos tóxicos, aunque no garantiza per se que sea ecológico que sería otro detalle que a veces pasamos por alto. Ecológico es un modelo en donde no solamente está exento de producir con químicos, sino que además está cuidando el paisaje, la parte social, la parte ambiental. Que en su producción hizo un buen uso del agua, del suelo, que apuesta porque la comunidad se nutra, se fortalezca, y que el beneficio llegue hasta los productores primarios a través de precios justos.
El espacio está fabricado por personas de la comunidad, con materiales de la región; cuenta con cabañas, baños secos, bodegas y almacén; debajo de estas construcciones hay cisternas de captación de agua de lluvias. Las jardineras son “regadas” por medio de ollas de barro cuya porosidad mantiene la humedad necesaria. El servicio se ha complementado con gallinas, pavos y conejos. Tienen un fogón, ahorrador de leña, en las regaderas su filtro de agua. El reto es que la lluvia almacenada cubra las necesidades para la producción, manejo de animales y mantenimiento del espacio.
La energía la obtienen de paneles solares. La intención de las cabañas no es para rentar, es para seguir teniendo encuentros, capacitaciones, redes; y cuando llegan campesinos de otras comunidades y de lugares alejados, que por necesidad tienen que quedarse. Acaba de ser aquí: el Primer Encuentro Nacional de Guardianes de Semillas, llegaron personas desde Chiapas, sobre todo del centro y sur; movimientos campesinos en temas de agricultura regenerativa y de modelos productivos.
A esos grupos se les ofrecen los alimentos, un recorrido, a la hora de comer es comida con productos de temporada. Las tortillas se hacen con maíz que siembran allí, (se separa el mejor y es el que se sembrará este año. Nada de híbridos). La comida consiste en ensalada del huerto, algo que lleve huevo también de ahí, el agua lleva un toque de hierbas nativas, yerbas digestivas. El reto es aprender a comer, mejorar la dieta. Tener la paciencia para, una vez conscientes del daño que lleva la dieta actualmente generalizada, para que los niños puedan blindarse de ese bombardeo de la publicidad de productos no alimenticios.

Lo que usted encuentra es un ambiente amable, donde la Ing. Azucena Cabrera, Maye, don Nacho y una veintena de personas hacen que uno se sienta cómodo, en un lugar físico auténtico con todas las necesidades y problemas de quienes viven en esas mismas condiciones, pero consiguen en llegar a ser como un libro que muestra que sí es posible. Ahí ese libro tiene “páginas” que puedes, tocar, oler, palpar, saborear. Básicamente el proyecto está orientado hacia los jóvenes muchos de los cuales tienen como finalidad principal el irse al “norte” para graduarse en su “hombría”. Aquí pueden convencerse que la tierra árida que heredaron no está muerta y que sigue esperando que su sudor la rejuvenezca. Que recuperen ese gusto y cariño, valor y por esa heredad.  Para que lo vean como un modelo de producción, pero también económico, con muchas posibilidades de adaptarse a los proyectos personales que cada uno puede tener o experimentar. 

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