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EL CARBONERO

El Carbonero 


El descubrimiento del petróleo y sus derivados vino a revolucionar al mundo, pero antes de su existencia, la rutina en los hogares de Apaseo el Alto distaba mucho de las comodidades de la actualidad. La expropiación petrolera se dio en 1938, pero el pueblo de Apaseo el Alto quizá ni siquiera supo de la acción del General Lázaro Cárdenas hasta muchos años después, por lo que voy a tratar de narrar un poco sobre la importancia de aquellos hombres que procesaban uno de los materiales indispensables en la vida cotidiana de los hogares de Apaseo el Alto y la región. El oficio de Carbonero llegó a nuestro país con la conquista, pues el hombre primitivo usaba como energético lo que la naturaleza le proporcionaba, sin necesidad de procesarlo. En un pueblo como el nuestro, el carbón se utilizaba en los hogares para preparar los alimentos, para darse un poco de calor ante las inclemencias del tiempo; posteriormente lo usaban en todos los hogares para calentar las hermosas planchas de fierro para allanar la ropa que usarían cada domingo.


Lo usaban en las Postas y Mesones que se ubicaban sobre el Camino Real -calle Juárez-, para preparar las herraduras de los equinos que jalaban las carretas cargadas de oro y plata que iban a la ciudad de México; lo usaban los mismos herreros para fabricar los instrumentos de labranza y para elaborar las tradicionales escopetas de chispa que hicieron famoso a nuestro pueblo durante más de tres siglos. El carbón lo usaban los Tahoneros o Panaderos para elaborar el sabroso pan de trigo que consumían en un principio solo los españoles y después se generalizó su consumo entre los indígenas; también lo utilizaban los artesanos que elaboraban el tradicional camote de horno para transformar los tubérculos en riquísimos alimentos endulzados. El carbón lo preparaban colocando los troncos de leña en forma de cono y cubriéndolos de una capa de tierra de unos de 20 cm de grosor. En la parte superior del horno le hacían una chimenea y les hacían respiraderos en la base para avivar el fuego. Le introducían brasas por la chimenea y los alimentaban con trozos de madera en forma sistemática. Al cabo de unos 20 ó 30 días los troncos de madera se habían reducido a carbón. “El Carbonero” era el oficio del hombre que traía el carbón desde el sitio donde se elaboraba y luego lo distribuía entre los consumidores. 

Con el paso del tiempo y ya con clientes cautivos, abrían un tendejón para vender el carbón directamente a quien lo necesitaba. No había un solo hogar en nuestro pueblo en el que no se usara el carbón y quienes ejercían el oficio eran hombres indispensables en la rutina del provinciano pueblecito. Tradicional era ver la recua de burros cargados con costales del indispensable material, sobre los callejones empedrados del antiguo pueblo y tras los asnos, “El Carbonero” pensativo o silbando tonadillas de la época. El carbón se elaboraba con la madera de los encinos que cubrían el Cerros de los Ates, el Chilarillo, y los bosques que llegaban hasta la Cueva. ¡Qué tiempos aquellos!

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