LA FIESTA DE SAN MIGUEL
Por:
Luis Felipe Rodríguez
El traje antiguo
de los danzantes concheros era una nagüilla larga, de tela como de cuero muy
delgadito, que tenía pintados alrededor unos indígenas bailando con su concha,
una cruz, en el centro, grecas y pajaritos: llevaban una capita con la Santa
Cruz, decorada con lentejuela y un paño rojo amarrado, camisa blanca y penacho
con espejitos alrededor y plumas de chinito –como les decía la gente de San
Miguel, de gallina, amarradas a unos cinchos. En el centro ponían una virgen de
Guadalupe o la Santa Cruz, adornada con muchos hilitos de papelillo muy
brillante, que ahora hacen de plástico, hoy la mayoría usan trajes aztecas y
pocos traen conchas.
La gente
salía de Guerrero y en el camino se les unían los súchiles de otras
comunidades, se encuentran con los de La Cieneguita y se llegaba a la Cruz del
Cuarto (a la mitad de la Calzada de la estación de los FFCC) ahí se sahúman las
cruces, se piden perdón de las ofensas y afrentas. Entonces se hacía una sola
danza y en el centro dejan las cruces e imágenes. Se adelantaban las cruces
hasta el puente de Guanajuato donde se hacen limpias. Se nombran los capitanes
de marcha y se inicia la entrada a la ciudad.
Al llegar al
centro los capitanes generales llevaban comida a los presos mientras que el
resto de la comitiva daba tres vueltas al jardín. Los danzantes de San Miguel
formaban una sola danza y se agregaban las foráneas en forma individual. A la
tercera vuelta salían los capitanes y llevaban los súchiles al atrio
parroquial. Llevaban también uno al Chorro, uno al Oratorio, otro al Calvario y
uno más a San Antonio. Las cruces no entraban a la parroquia, las llevaban a
sus mesas. La de Calderón a las Cuevitas donde se le hacía su velación el
domingo. El lunes eran llevadas a la parroquia para las vigilias y los
responsos. Al día siguiente eran regresadas a sus capillas.

Hasta el
Cuarto Centenario las fiestas de San Miguel Arcángel eran organizadas y
costeadas por las comunidades. En esa ocasión un grupo de personas acaudaladas
formaron un patronato que cubrió los gastos de los castillos, danzas y demás. A
partir de entonces la presidencia cubría los gastos, apoyos que no eran
distribuidos también a las danzas foráneas que por devoción venían y poco a
poco fue decayendo su participación y, por el interés del apoyo, fueron
surgiendo otras locales.

A partir de
1985 se recobró la tradición perdida de sacar en procesión al patrono de la
ciudad que es llevado por las diferentes calles del centro y al terminar, antes
de entrar, los fieles acostumbran pasar bajo la capa de la imagen. Al mediodía
sale de la parroquia y visita los templos de Las Monjas, Santa Ana, el Oratorio
y San Francisco. Por su parte los indígenas van a dar gracias a sus ánimas al
panteón de San Juan de Dios por haberles dado permiso de celebrar un año más la
Fiesta de su Santo Patrono, Señor San Miguel.
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