Los Cantos de Pasión
Por: Luis Felipe Rodríguez
Como un eco de tiempos idos año con año San Miguel de
Allende entrecierra los ojos para volver a vivir las imágenes que la memoria guarda
y repasa hoja tras hoja el libro del corazón.
Después de las carreras normales de apremiarnos a salir porque,
decía mi abuelo, la primera llamada es
para salir de la casa, la segunda para llegar al templo y encomendarnos a Dios.
Salimos
apresuradamente de casa y enfilamos hacia el Templo del Oratorio, el
Templo de mi santo patrono San Felipe Neri. Mi madre prefiere el crucero de la
puerta de la Santa Casa porque tenemos menos motivos de distracción. El templo
está casi lleno, es misa de pasión.
Al cabo niños, sentimos que la misa fue más larga que las
normales y mi madre, sin molestarse me explica que los cantos son ESPECIALES en
cuaresma y semana santa. Con el correr de los años cala más profundo el clavo
aquel con que fijo la explicación de mi madre.
Los intérpretes de esos cantos son un grupo infantil que
reciben el nombre de empacho por aquella anécdota médica cuando un facultativo
recetó medicamentos por un empacho que meses después exigía mamila. Don Manuel hermano
del padre Carmelo de la congregación del oratorio los ensayaba desde semanas
antes en su domicilio de la calle de Sollano.
Hoy mis oídos están más conectados que antes con los ojos y
sus voces provocan algunas lágrimas al escuchar esos arpegios nostálgicos que
son un fondo armonioso, místico y conmovedor para el corazón de algunos
sanmiguelenses. Los CANTOS DE PASION son el complemento perfecto para las homilías
cuaresmales que nos preparan para los oficios religiosos de Semana Santa, en
los diferentes templos de la ciudad.
No dudo que para muchas personas que los escuchan por
primera vez no les causan esta impresions devota pero para quienes los hemos
escuchado desde la infancia asistimos a estos actos de culto de la Semana Mayor
en aquel entorno tradicional y pueblerino que nos llega asociado con olor a
manzanilla, mastranto, heliotropo, fresno, pétalos de rosas y, en otros
tiempos, amapolas. Esa mezcla de recuerdos aflora al paso solemne de las
veneradas imágenes de Jesus Nazareno o del Señor de la Columna, pues sus
patéticas y lacerantes expresiones se quedaron grabadas en nuestra memoria y se
renuevan cada año.
Los cantos de pasión son reminiscencias del espíritu
artístico de musicólogos sanmiguelenses quienes compusieron estos populares y
stradicionales cantos que se vienen ejecutando desde hace mas de cien años
durante las misas solemnes de los lviernes de cuaresma y desde luego, durante
las ceremonias litúrgicas y extralitúrgicas de la Semana Santa.
Cuentas los mayores que a mediados del siglo pasado se cantaban
también en los domicilios particulares, pues es otra costumbre arraigada que
los Viernes de Dolores en muchos hogares
se coloque un altar en donde se coloca
imágenes de la Dolorosa o de la Virgen de la Soledad, crucifijos y en no
pocos altares aparece también algunos de
los pasos de la pasión de Jesús. Los adornos son apropiados al tiempo
cuaresmal: telones oscuros con escenas lóbregas, pequeñas macetas o botes con
trigo, naranjas agrias, velas o veladoras, etc. En la mayoría de los domicilios
se ofrece agua de sabores, en otros nieve, etc. En pocos lugares podían darse
el lujo de tener músicos y coros pero se recuerdan algunos en donde esto era
posible, don Cornelio López decía que fueron celebres las ejecuciones de los
coros infantiles cantando con orquesta en la casa de D. Cruz Téllez, en la
calle de San Francisco en el domicilio de D Santiago Bautista en la calle del
Reloj y sin olvidar el célebre altar de D Felipe Ortiz a principios del siglo,
allá por la calle de Pila Seca.
D José Ma. Correa Pérez y familia |
Los autores, comenté antes, fueron sanmiguelenses. De los
cantos que han llegado hasta nosotros tal vez los más conocidos sean el Verbo divino y el Christus Factus est, de ellos fueron autores los hermanos Correa
Pérez. Curiosamente ambos llevan el mismo nombre: José María. Uno sacerdote
oratoriano y el otro músico destacado. El nombre completo del primero es José
María Dolores y fue Prepósito de la Congregación del Oratorio y Cura de la
parroquia de San Miguel en el tiempo que se construyó la nueva fachada hoy tan
conocida. Nació en 1935. Su Hermano José María, nació en 1938, fue el autor de
la música de los dos cantos mencionados y de otros más para el tiempo de
cuaresma y varios villancicos que por desgracia son poco interpretados. Tuvieron
un hermano, Miguel, quien fue tesorero sempiterno en el periodo cuando fue Jefe
Político el Dr. Ignacio Hernández Macías.
Sus padres fueron: D Gabriel Correa y la Sra. Josefina Pérez.
José María contrajo matrimonio con la Srita Ma. De la Luz Redondo Montes de
Oca, quienes procrearon a: Miguel Francisco, Guadalupe, Gabriel y Antonio
Correa Redondo; este último sanmiguelense lo conocimos como juez del Registro
Civil por muchos años, en nuestra ciudad, su hijo José María Correa Téllez el
“Capi” hizo el registro de los cantos compuestos por sus ancestros del mismo
nombre.
Oros compositores.
Contemporáneos de los hermanos Correa, también autores de
bellísimos cantos, con el amargo sabor a la pasión de Cristo, tenemos a otro
sanmiguelense: D. Genaro Sandi Valdovinos, quien fuera hermano de R.P. Pedro
Sandi, C.O. a este músico y compositor debemos la primera versión de Dulce
Jesús:
DULCE JESUS DE MI
ALMA
Dulce Jesús de mi alma,
dulce Jesús de mi alma.
Perdón te pido,
perdón te pido.
Postrado,
postrado en tu presencia
humilde y compungido.
Olvida ya mis culpas,
destruye mis delitos.
Olvida ya mis culpas,
destruye mis delitos.
Lávame con la sangre
de tu rostro divino,
De tu rostro divino, divino.
De D Gumersindo Leal conservamos otra versión sobre el mismo
tema:
DULCE JESUS QUE
AMANTE
Dulce Jesús, que amante
A la muerte caminas,
a la muerte caminas.
Coronado de espinas,
cargado con tu cruz.
Dulce Jesús,
dulce Jesús, que amante
a la muerte caminas,
coronado de espinas.
Coronado de espinas,
cargando con tu cruz.
No abandones a estas almas
que tu piedad imploran
Y ante tus plantas lloran
humildes Oh buen Jesús.
A los hermanos Correa debemos el arreglo coral y orquestal,
con la ayuda de varios músicos sus amigos, de la antífona Christus Factus est.
Christus factus est
Christus factus est
pro nobis obediens usque
as mortem morten autem Crucem.
Cantos solemnísimos como voces de bajos, tenores y
barítonos, acompañados por un nutrido coro de voces infantiles y la famoso
orquesta de Valle de Santiago que año con año acompañan a Cristo yacente y a su
Santísima Madre en la célebre y centenaria procesión del Santo Entierro, por
las principales calles de San Miguel, la tarde y noche del Viernes Santo.
Don Pepe López Espinosa dejó los nombres de algunos músicos,
quienes a mediados de siglo con su arte y devoción hicieron memorables las
procesiones de Semana Santa, especialmente la del Santo Entierro de la Santa
Casa de Loreto y Templo del Oratorio.
D Benjamín Vidargas, Director.
Violines: señors Antonio Correa A. Benjamín Mendoza,
Angel Olvera, Pedro Sanchez, Refugio Montes, P. J. Carmen Hernandez, Espiridión
Hernandez, J. Trinidad Hernandez, Lauro Urnga, Luis Hernandez Bautista,
Macedonio Hernandez, Jesús López y Francisco Lopez.
Trompetas: Sres. Antonio Caballero y Genaro Ramírez
Clarinete: Sr. Benjamín Trejo
Contrabajo: Sr. Miguel Vidargas C.
Violoncello: Sres: Francisco López, Antonio Quezada,
Andrés López
Viola: Sres. Zeferino Ramírez y Miguel Bautista
Trombón: Teófilo Montes, Benjamín Trejo
Flauta: Eduardo Montes
Saxofón Juan Perales
Coro: RRPP Alfonso Sánchez Rubio y Miguel Herrera,
directores
Cantores civiles: Cándido Gómez, Silvestre Gómez, Gabriel
Navarrete, Ezequiel Pérez, Ventura Hernández, Federico Barbosa, J. Refugio
Lara, J. Ascencion Patlán, Antonio Gómez, Antonio Ostria, Santiago Morales, J.
Cruz Araiza.
Seminaristas: Antonio López Macías, Vicente Zamora, Miguel
Herrera, Rafael Cornejo, Francisco Martínez, Tomás Rodríguez, Joaquín López,
Candido Mojica, P. Romulo Núñez, P. Benjamín Grimaldi, P. Antonio Arana.
En cuaresma cada viernes por la mañana y a últimas fechas también
en la tarde el templo oratoriano tiene misas de pasión donde cantan los empachos estos cantos tradicionales.
Los altares del Viernes de Dolores tendrán también este fondo musical lo mismo
que la peregrinación para traer al Señor de la Columna la noche de la semana de
Lázaro. Durante Semana Santa en todos los templos de la ciudad se escuchan
también durante las ceremonias extralitúrgicas.
San Miguel de Allende, joya virreinal, vive la tradición de
acompañar a Cristo y su madre santísima en los momentos culminantes del
deicidio de hace dos milenios y quien quiso quedarse para siempre en forma
sacramental.
JERUSALEN
Jerusalén, Jerusalén,
conviértete al Señor tu Dios.
En medio de las olas,
de las olas de la gente
puédese apenas
al descubrir el verbo.
Y en sus ojos se ve
un pesar acerbo,
Grande congoja
en su abatida frente.
Flotan en Siria lánguidas las palmas
Y en Jericó desmáyanse las rosas,
desmáyanse las rosas.
Flotan en Siria lánguidas las palmas
Y en Jericó desmáyanse las rosas.
Las horas pasan lentas y tediosas
y están inquietas en Salem las almas.
EL VERBO DIVINO
El Verbo Divino
camina al suplicio,
Al cruel sacrificio
que ofrece su amor.
Camina agobiado
de crueles tormentos,
Sus pasos son lentos,
atroz su dolor.
Sus pasos son lentos,
atroz su dolor.
Camina, alma mía,
siguiendo sus pasos;
Y lleva en sus brazos
su cruz con dolor.
Si vas al calvario,
Oh, Verbo Sagrado
Iré yo a tu lado,
Y ahí, moriré
Y ahí, moriré.
DULCE JESUS
Dulce, dulce Jesús,
dulce Jesús de mi alma.
Perdón te pido,
perdón te pido,
perdón te pido
Postrado en tu presencia
humilde y compungido.
Olvida ya mis culpas,
destruye mis delitos
Olvida ya mis culpas,
destruye mis delitos.
Lávame con la sangre
de tu rostro, de tu rostro divino,
divino.
LOS CIELOS Y LA TIERRA
Los cielos y la tierra
ven con pasmo y asombro,
Que lleva sobre el hombro
la cruz del redentor.
Hasta el bruto se aterra
del trágico aparato.
Menos el hombre ingrato
que lo ve sin horror
Menos el hombre ingrato
que lo ve sin horror.
CAYÓ EL VERBO
Cayó el Verbo
en la arena desangrado
Entre la execración y gritería
Ay sin calor y lánguido yacía
Cual amapola que troncho el arado.
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