Noticias

Una colmena centenaria

Por: Luis Felipe Rodríguez


Una Colmena, centenaria.
Al entrar en los grandes centros comerciales vemos con mucha anticipación las Roscas de Reyes, o el Pan de Muerto, según la temporada. La ventaja de los centros comerciales es la de encontrar en un solo lugar muchos de los artículos que necesitamos; y así encontramos desde un clavo hasta muebles y ropa. No siempre es la mejor opción y eso se lo dejo a las señoras que tienen buen olfato para las verdaderas ofertas y gangas. Pero, la gran venta que había en las panaderías de antes se ha concentrado ahí. Sólo que difícilmente podrán convencer a quienes nacimos con una variedad de opciones que la tahona sanmiguelense ofertaba hace ya algunos años, porque entonces existían las panaderías siguientes: “La Colmena”, en la calle de Relox; “La Purísima”, de don Trini Campos; en Pila Seca, don Miguel Sierra; en el Barrio de San Juan de Dios, don Fermín Zavala; el Che, en el Puente de Umarán; frente al hospital, en la calle de Reloj, también estaba una panadería de D. Juan “Mecates”, doña Lolita Osuna, en la calle de Corregidora; “la Escondida”, de don Juan Alvarado en la privada de Hidalgo, y no sé si se me escape alguna más. Entonces era un pan más natural por lo que tenía que consumirse en los días siguientes a diferencia de hoy que, para prepararlos con tanta anticipación, se les adiciona necesariamente algún conservador.
¿Usted desde cuando ha visto que se ofrecen las Roscas de Reyes en los grandes almacenes? Por una parte se nos pide que se prefiera a los productos cuya elaboración no contengan conservadores con objeto de no poner en riesgo nuestra salud pero la industria química ofrece cada vez mayores alternativas para permitir que los productos perecederos tengan una mayor “vida” útil. Pero ¿usted cómo elige el pan de cada día? Sé muy bien que en ello va mucho de la influencia familiar pero… cuando ya tenemos la oportunidad de haber probado varios productos similares podemos hacer una elección más adecuada. Es tiempo de elegir. Habrá que seleccionar la rosca de reyes que compartiremos en familia o con los compañeros en el trabajo en donde se esconden los niñitos que señalarán a quienes apadrinarán la añeja costumbre de “levantar al Niño” el próximo 2 de febrero. Dicen un eslogan por ahí: usted es lo que se come, así que elija lo mejor y… disfrútelo. 
El origen de la panadería la “Colmena” se tiene con don Florentino Rayas quien aprendió el oficio y abrió su propio negocio. Sus hijos fueron: Antonio, Luis, José, María de la Luz; de ellos el único que continuó con este trabajo fue el primogénito, Antonio; Luis, el segundo, estudió derecho y fue, a decir del Lic. Reyes Retana, un profesional del Derecho que litigaba en la ciudad, fue Director de Educación Pública en el Estado. Sus hijos fueron: Luis y Ricardo; José, el siguiente, tampoco continuó el oficio; y la menor, María de la Luz, fue la madre de Luis Manuel quien muy joven se fue a estudiar a México. Al fallecer don Florentino dejó la panadería a su hija Luz quien no continuó con ella por lo que la cerró.
Don Antonio, en primeras nupcias procreó a: Antonio, Luis, Rodolfo y Josefina. Se dedicó al oficio y abrió una panadería en Querétaro, ahí conoció a Bernardina Trejo quien ayudaba a su madre en una fonda; se casaron y procrearon a Graciela (Tehua) y María Eugenia, quienes nacieron en aquella ciudad. Dos o tres años después se regresó a San Miguel y volvieron a abrir aquí la panadería paterna; aquí nacerían Maricela y Antonio. El matrimonio Rayas-Trejo atendía con toda eficiencia el negocio que poco a poco fue requiriendo más brazos por lo que los primeros en apoyar fueron los hijos. Más adelante sería necesario contratar personal que ayudara en el creciente negocio lo que permitió que en 1966 adquiriera en propiedad la casa que rentaban en la calle de Relox. La Colmena llegó a dar trabajo a 25 personas.
Doña Bernardina se multiplicaba, elaboraba gelatinas que se expendían ahí mismo, pasteles siendo la primera en su género en la ciudad, en el mes de mayo eran muchísimos los pedidos que tenían que atender. La fecha de más trabajo era en noviembre pues para las ofrendas y los hogares era indispensable el pan de Muerto que se vendía en La Colmena; eran tantos los pedidos que los trabajadores se tenían que quedar ahí mismo para poder satisfacer la demanda. Lo que se vendía entonces era ese pan corriente pintado de rojo que lleva dos estribos cruzados.
Uno de los soportes para conservar la preferencia de su clientela era la vigilancia extrema que don Antonio tenía sobre los ingredientes que se usaban, la cocción se lleva a cabo en el horno tradicional de tabique y, desde luego, la atención al público. Los jueves, no los trabajadores sino personalmente la familia, elaboraba las empanadas: de atún, de picadillo, de queso o de dulce; los sábados se preparaban las donas y el pan de huevo; para éste último uno de sus clientes de Corral de Piedras, don Loreto Sánchez, quien venía por mucho pan, era el proveedor de una gran cantidad de huevo.
Las figuras típicas que se hacían y siguen haciéndose son: las conchas y las campechanas, fruta de horno, como: galletas de carbonato y leche, polvorones amarillos y sevillanas. Las que ya no se hacen, porque han cedido su lugar a nuevas figuras, son: flores, chimiscos, cachuchas, vienas, colchones y muchas más. De pan de agua se hacían aviones, hebillas, cachuchas, torcidos, cocoles, etc. y sólo subsisten bolillos, cuernos y estribos.
La casa, de una sola planta, se fue modificando para abrir espacios a la creciente industria, hasta que terminó por adueñarse de todo el espacio y reubicar a la familia en un primer piso. Eran tiempos de un San Miguel distinto. Por ejemplo quienes acudían a comprar vivían cerca y algunos, muy pocos, lo hacían en automóvil que estacionaban frente a la panadería.
Los negocios que existían en esa calle eran: “El Iris”, en la acera de enfrente, calle de por medio, la cantina del Catalán de don Pepe Mier, la sastrería de don Casimiro López, la Carpintería “La Astilla” (ahí, años más tarde, Gilberto Flores Varela establecería su librería “El Sótano”), el Bar “La Perla” de Don Salvador Enríquez , la Peluquería “Los Tres Compadres” de Don Jorge “Medel” Cadena, la Casa Cohén, Artesanías Jaico y la Botica de “Santa Teresita” de la familia Nava. Frente a ellos sólo había entonces una procesadora de agua purificada “Oro” (tal vez la primera que hubo en San Miguel) y la “Colmena”.
A principios de siglo en el tiempo en que doña Luz Rayas heredó y cerró la panadería, se estableció en esa casa donde está la “Colmena”, la Botica de “Santa Teresita” que había “nacido” en la ciudad de Guanajuato y que después se cambió para la esquina de Relox y Mesones. Como huella de esos tiempos es una pequeña ventana que tiene una de las puertas por la que se vendían los medicamentos cuando se daba servicio nocturno y para lo que se establecía un rol de boticas. No había tantos automóviles y los niños de esta calle jugaban a los juegos tradicionales: la “roña”, los “encantados”, etc. se reunían las Sánchez, los Cohén, los Nava, los Rayas y las Pérez. En alguna ocasión y debido a la aparición de “tantos” vehículos el Dr. Pin le dijo a Don Antonio Rayas: “La gente de antes era muy honrada, yo dejaba las llaves del coche puestas y nadie hacía por llevárselo”, a lo que éste le contestó: -bueno doctor, es que entonces nadie sabía manejarlos, -muy cierto, replicó.
La tradición de “La Colmena” es ya muy grande y ha sido reconocida por la Presidencia de la Republica quien otorgó a los negocios centenarios un diploma por esa longevidad y más allá de esos documentos que enorgullecen a la familia está el reconocimiento social que sigue recordando, prefiriendo y solicitando el pan de “La Colmena”. Pues es muy sabido que no importa que estén ya radicados fuera de San Miguel, cuando regresan a esta tierra acuden por su pan con la familia Rayas, o cuando alguien va a ir a visitarlos, piden que se les lleve hasta allá y es que la calidad se impone y no importa el tiempo ni la distancia.
Hoy, Toño Rayas Trejo, no deja el básquet-bol y después de 48 años sonríe cuando recuerda los inicios y los triunfos de “Los Desarrapados” el más feroz contrincante de los “Tigres del Parque”, aquel equipo formado por: Rolando Juárez, Francisco Espinosa y Francisco García, los tres ya fallecidos, además de: Pancho Téllez, Manuel Cacho y, desde luego Nicolás Sierra, entrenador en jefe del equipo del que tenemos que hablar más profundamente pero eso es “otra historia”, por esta vez celebramos la tesonera labor de Toño dando continuidad a la herencia de su abuelo y su padre, don Florentino y don Antonio, respectivamente. Si lo que usted busca es calidad y sabor tradicional, “La Colmena” es una sugerencia respaldada por cuatro generaciones y 116 años.

Por algo será.

No hay comentarios.