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Día de La Candelaria





Por: Luis Felipe Rodríguez

Miguelito Malo en su obra “Guía Oficial” de San Miguel de Allende publicada en 1963 por el INAH incluye un calendario de fiestas locales y en el menciona que el 2 de febrero es la: fiesta de la Candelaria: día de la Purificación de Nuestra Señora. Venta de plantas, semillas y flores en la Plaza de Allende.
La fiesta de la Candelaria o de la Luz tuvo su origen, según algunos autores en el Oriente en la antigua Roma, donde la procesión de las candelas formaba parte de la fiesta de las Lupercales. Esta celebración se unió más tarde a la liturgia de la Presentación de Jesús en el Templo, asociada a los cirios, antorchas y candelas encendidas en las manos de los fieles. Su fiesta se celebra, según el calendario o santoral católico, el 2 de febrero en recuerdo al pasaje bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lc 2; 22-39) y la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento (Lev 12; 1-8).
Otra versión histórica indica que en el pasado había una fiesta que se dedicaba a la Diosa griega de la Agricultura, Deméter, a quien se le rendía culto y se le llevaban a bendecir las semillas. En este rito se utilizaban velas para despedir los fríos y despertar la tierra, y las candelas, que simbolizaban la luz, alejaban las tormentas, el mal y los temblores.
La fiesta, nos dice la Wikipedia, es conocida y celebrada con diversos nombres: la Presentación del Señor, la Purificación de María, la fiesta de la Luz y la fiesta de las Candelas; todos estos nombres expresan el significado de la fiesta. Cristo la Luz del mundo presentada por su Madre en el Templo viene a iluminar a todos como la vela o las candelas, de donde se deriva el nombre de "Candelaria".
En México, el Día de la Candelaria se acostumbra que, quien obtuvo el niño oculto en la rosca de reyes, haga una fiesta (tradicionalmente basada en tamales y atole, ambos productos de maíz. Esta tradición tiene raíces prehispánicas; en muchos pueblos los habitantes llevan a la iglesia mazorcas para que sean bendecidas a fin de sembrar sus granos en el ciclo agrícola que inicia, pues el 2 de febrero coincide con el undécimo día del primer mes del antiguo calendario azteca, cuando se celebraba a algunos dioses tlaloques, según fray Bernardino de Sahagún. En el centro de México se acostumbra vestir al niño Dios del nacimiento navideño y llevarlo a oír misa, después de lo cual, es colocado en un nicho donde permanecerá el resto del año.
Si se sabe que la siembra y las estaciones del año marcan la vida religiosa, social, comercial y cultural de los pueblos, esto queda demostrado con las festividades del Día de la Candelaria, que en México se conmemora desde la época colonial.
"Para cumplir con su tarea, el padrino o madrina debe levantar al Niño del pesebre del nacimiento, donde se colocó el 24 de diciembre luego de arrullarlo, en la casa que ofreció la merienda del día seis de enero, ya levantado tiene que vestir al Niño Dios", explica Alma Solís del Manzano, estudiosa de esta tradición popular.
Todo el ritual que significa la celebración del Día de la Candelaria es resultado del sincretismo de dos culturas y religiones: la católica, que remite a cuando la Virgen María llevó al niño Jesús al templo, y la prehispánica, en la que se llevaban tamales al rendir culto a los dioses.
La tradición prehispánica establecía que se debía llevar tamales cuando se rendía culto a Tláloc, a Chalchiuhtlicue (dioses del agua) y a los tlaloques (ayudantes del primero), quienes derramaban su lluvia sobre la tierra asegurando así buenas cosechas. Tal festividad se asocia e integra a la celebración católica que también se hace coincidir con la fertilidad de la tierra y los beneficios del agua.
Los tamales, alimento que data de la época precolombina y que forma parte de la dieta de los mexicanos, se sirven calientes, habiéndolos de diferentes variedades, tales como: rajas con queso, verdes, mole con pollo o carne de puerco y de dulce. Tradicionalmente se degustan con atole de distintos sabores o café.
Fray Bernardino de Sahagún, en sus escritos, se refiere a la gran variedad de tamales que se podían encontrar en los mercados de aquel entonces y que, incluso, estaban presentes en los banquetes del emperador Moctezuma. En aquel entonces los tamales los rellenaban con chile dulce, tomate y semillas de zapallo molidas, mezcladas a las carnes de faisanes, codornices y pavos.
Los preparaban con semillas de ayote o zapallo molidas, tomate, miel de abejas y caracoles. Para esto utilizaban carnes de xoloitzcuintli o perro mudo, tepezcuintle, chompipe y venado y los envolvían en hojas de plátano o maíz.
Con la llegada de los españoles, se les agregaron ingredientes traídos de Europa, tales como garbanzos, arroz, aceitunas, alcaparras, pasas y ciruelas, Por lo tanto, el tamal preparado en familia es una mezcla entre lo prehispánico y lo español. Sin embargo, hoy día se degustan regularmente ya sean solos o en torta (se utiliza el bolillo o el virote).
En el día de la Candelaria se hace el "levantamiento del Niño Jesús", el cual consiste en llevar las imágenes y figuras del Niño Jesús a bendecir al templo, así como también levantar y quitar todas las figuras de los nacimientos y guardarlas hasta la próxima Navidad.
En muchos pueblos los indígenas tienen la costumbre de llevar a bendecir las mazorcas que servirán de semillas en la próxima siembra, también se bendicen las velas o candelas, de ahí el nombre de "Candelaria", estas velas son consideradas como buenas para apartar el mal, la enfermedad y los temblores.
Según el portal Desde la fe, el ser padrino es un asunto serio. "Debe considerarse como un honor que nos hacen nuestros amigos, pero sería bueno tomarlo como un signo de predilección de Dios", se explica en el sitio, refiriéndose a que el Niño Jesús es quien escoge a sus padrinos, simbólicamente, durante la repartición de la Rosca de Reyes. Es así como el Día de la Candelaria en nuestro país, y otros de América se conserva como una de las principales tradiciones católicas, y que representa una etapa de vida de Jesús.
Daniela Gutiérrez Cruz, historiadora de la Universidad de Guadalajara, explicó que la celebración popular que año con año se lleva a cabo en México, en la que las familias degustan tamales y atole, la historiadora mencionó que está relacionada con las tradiciones de algunas culturas prehispánicas, que en el mes de enero celebraban el inicio de la siembra. En el acto, las comunidades daban como ofrenda a los dioses tamales y bebidas como el atole, a cambio de recibir una buena cosecha. Más tarde, en la época colonial se combinó esta tradición con los festejos españoles a la Virgen de la Candelaria. Aunque no se tienen datos precisos de la fecha en que comenzó a celebrarse el día de La Candelaria, tal y como la conocemos hoy en día en el país, calcula que pudo ser a finales del siglo XVI. La historiadora dice que esta fiesta tiene mayor antigüedad en la región centro sur del país.
Don Félix Luna nos dice que para el día de la Candelaria llegaban a San Miguel grupos de viejitas, provenientes de los alrededores, que se colocaban frente a la parroquia para vender toda clase de plantas que se daban en sus huertas. Ese día la gente acudía al tianguis de las flores, donde se compraban también las semillas. Había muchas señoras vendiéndolas; la gente las compraba y se dirigía al templo para la bendición, con lo que quedaban listas para ser plantadas. También había fiestas en las casas, pues, además de presentar a los niños al templo, se acostumbraba levantar al Niño Dios del nacimiento.
A medida que fueron acabándose las huertas de los alrededores de San Miguel comenzaron a llegar los vendedores de Celaya; y desde 1989 se cambió la venta del Jardín Principal hacia el parque Juárez. Las protestas fueron desoídas y hoy la enorme cantidad de plantas se vende en el parque Juárez que ofrece un mejor marco para miles de plantas que provienen de invernaderos de Toluca y otros lugres del Estado de México. Esa gran demanda hace que esta venta se prolongue por varios días más en los que se complementa con actividades artísticas que hacen que la visita a ese sitio sea todavía más agradable.
San Miguel, no de ahora, desde hace muchos años es un foco para el turismo que aprecia estas costumbres que se ha conservado de generación en generación. Nuestra ciudad tiene un legado histórico y arquitectónico para seguir siendo un filón minero inagotable pero requiere que se le cuide, que se le respete. Como nadie ama lo que no conoce, conozcamos y defendamos lo que tenemos.

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